Centrémonos solamente en los hechos y dejemos que los expertos determinen lo que debe hacerse para que nuestra movilidad por la red vial departamental sea la más óptima y nos permita elevar la competitividad.
Hacia el sur de Norte de Santander contamos con una megaobra como lo es la doble calzada Cúcuta-Pamplona, que llevó al departamento a mejorar su capacidad de transporte hacia el interior del país.
Aunque claro, hayun tapón que ojalá pueda resolverse prontamente como lo es la congelación de una infraestructura de similares características hacia Bucaramanga, pero que cayó en el empantanamiento por diversas razones de problemas ambientales, falta de licencias e inconvenientes para poder transformar ese tramo en otra supercarretera.
Lo cierto es que hoy en día los nortesantandereanos entraron en la era de los túneles terrestres, que por aquí ni siquiera se imaginaban que se fueran a contar y que sirven para una mejor movilidad por esta vía de altas especificaciones que introdujo al departamento en la etapa de las carreteras con numerosos elementos complementarios al servicio de los usuarios y de la mejora de las condiciones de vida de la región.
Los tiempos de viaje se redujeron. Se siente una mayor comodidad para la utilización de esta carretera en sus dos sentidos. Los puentes también la condujeron hacia los tiempos de la modernización, facilitando una mejor movilidad del tráfico de pasajeros y de carga.
Todo allí fue un cambio absoluto que al recorrerla en su kilometraje se siente la sensación de que cuando el Estado le apuesta a la transformación de una zona del territorio nacional y pone todo el empeño de ello utilizando las diferentes alternativas que el sistema de contratación ofrece para el desarrollo de esta clase de obras, es posible la obtención de resultados positivos que incluso exigen que los siguientes proyectos sean iguales o mejores que estos.
Sin embargo, utilizando la contrastación advertimos que la última premisa no se está cumpliendo en el departamento, al menos en estos momentos, en lo referente con la carretera Cúcuta-Ocaña.
Basta decir que de la pregonada alternativa de una megaobra de quinta generación de esa vía que conduce hacia la costa Caribe, se ha quedado en el libreto, en tanto que las dificultades se han multiplicado, como consecuencia de la oleada de lluvias, de los desastres naturales y del deterioro ocasionado por el paso del tiempo.
A diferencia de la doble calzada que nos enorgullece, esta carretera lo que se destaca es por el hecho de que se le han instalado tres puentes metálicos provisionales.
Dos se encuentran en el sector de El Tarrita, duramente golpeado por la avalancha del 31 de mayo del año pasado, y otro en Sardinata, luego de que la emergencia ocasionada por los fuertes aguaceros afectara la infraestructura de un puente en La San Juana.
Estas dos caras de la moneda de nuestras carreteras tienen que unirnos para solicitarles al Ministerio del Transporte y al Instituto Nacional de Vías que la carretera que nos une con el mar urgentemente tiene que subir de categoría en materia de inversiones y de ejecución de un proyecto de las más altas calidades.
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