Por tercera vez desde que asumió el poder, el presidente Gustavo Petro intervino ante la Asamblea General de Naciones Unidas, en un discurso donde no habló ni una palabra de Colombia y sus múltiples problemas, en especial la inseguridad y la fractura del proceso de paz, el narcotráfico y el lavado de activos.

Lamentablemente desaprovechó la ocasión para exponer ante la comunidad internacional el estado agónico en que se encuentra la ‘Paz Total’ con una guerrilla del Eln que ha reactivado sus ataques contra la población civil y la Fuerza Pública.

Así como denunció que “no nos escuchan cuando votamos que se detenga el genocidio en Gaza”,  Petro no hizo ninguna mención de los atentados con artefactos explosivos improvisados que  están prohibidos por el Derecho Internacional Humanitario con los cuales el grupo armado organizado del Eln ha vuelto a cometer atentados en el país.

Ese escenario es el preciso para denunciar esa serie de acciones y reclamarles a los países amigos que hagan mucho más por ayudar a la desactivación del conflicto armado y a fortalecer las negociaciones de paz imponiendo drásticas condiciones y exigencias a esos grupos armados ilegales.

Desde regiones como Norte de Santander y Arauca sorprendió que el presidente colombiano no hablara de esas lacerantes heridas que se están padeciendo de nuevo por el recrudecimiento de la inseguridad y del conflicto armado que se han extendido en el territorio nacional.

Y muchos menos habló de las bandas transnacionales del crimen organizado que están golpeando con fuerza a Colombia, en especial a Cúcuta, donde se descubrió que narcotraficantes mexicanos y el cartel de Los Soles, de Venezuela, ahora imponen su ley a sangre y fuego.

La Asamblea General de la ONU era el lugar preciso para hacer una denuncia como estas; pero no, oficialmente en su discurso el presidente Petro sí se refirió al vecino país, pero con el fin de criticar el bloqueo a “los países rebeldes que no encajan en el dominio -de la oligarquía global- como Cuba o como Venezuela”.

De lógica que los jefes de Estado tratan de fijar ante la ONU una visión propia del panorama geopolítico internacional, como es el caso del cambio climático sobre el que advirtió que se han quemado once millones de hectáreas en la selva amazónica en tan solo un mes por el calentamiento global y la crisis climática. 

Pero sin embargo hay que insistir que no menos cierto es que asistir a Naciones Unidas es una oportunidad única para dilucidar ante el mundo los problemas locales que la mayoría de las veces son precisamente consecuencia de la globalización desde los aspectos económicos, sociales, políticos y de seguridad.

Nadie desconoce que la crisis entre israelíes y palestinos es de mayúscula gravedad, pero el colombiano de a pie no entiende cómo su presidente hizo referencia por lo menos seis veces a Gaza y sin una palabra, frase o párrafo en relación con la situación colombiana que también necesita mayor cooperación y solidaridad bilateral y multilateral para evitar que adquiere ribetes más graves.

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