En Venezuela el régimen de Nicolás Maduro cruzó la línea roja de detener y luego liberar a la líder opositora María Corina Machado obligándola a grabar un video, puesto que ahora sí en ningún lugar del mundo quedará duda de que en el vecino país impera una dictadura represiva e intimidatoria.
Esa reacción frente a quienes reclaman libertad y la reconstrucción nacional, a pocas horas de la posesión presidencial, indica que Maduro y su círculo no tiene previsto en sus planes dejar el Palacio de Miraflores desde el que el chavismo ha gobernado durante los últimos 25 años.
Los venezolanos se encuentran ante un régimen sediento de poder que hace hasta lo imposible por atornillarse, utilizando para ello todas las formas de opresión, como la de intentar llevarse para sus mazmorras a la valiente Corina Machado.
Esa intentona de acallar a la principal figura de la oposición venezolana, que alcanzó a estar en manos de fuerzas estatales al servicio del madurismo durante por lo menos unos 20 minutos, según el grupo Comando con Venezuela, reitera que al otro lado del río Táchira los derechos humanos son impunemente violentados por el soberbio gobernante.
“Lo único que les queda es tratar de sembrar el miedo”, había dicho Machado en la manifestación que presidió en Caracas, momentos antes de que ocurriera la operación intimidatoria.
Maduro y Diosdado Cabello con este método lo que buscan es romper el tejido social de quienes persisten en luchar por el retorno de la democracia y enviar el amenazante mensaje de que pensar diferente y en contra de la ideología del círculo de opresores que tienen tomados todos los órganos del poder, seguirá siendo violentamente reprimido y acallado.
Esta nueva fase de radicalización de Maduro que espera gobernar durante otros seis años hasta 2031, lo muestra combinando la defensiva con la ofensiva para acorralar a sus adversarios políticos, mantener sometido al pueblo y acrecentar la crisis que en esta ocasión puede volver a desatar más éxodo, profundizar la pobreza y derruir las bases democráticas.
Por eso la pregunta para los gobiernos que decidieron enviar delegaciones a la juramentación de Maduro, entre ellos el colombiano, es: ¿están de acuerdo con la violación a los derechos humanos, la coacción a elegir libremente y en condenar a las personas por razones políticas, como sucede hoy en Venezuela? Muy claro lo ha dicho Corina Machado, que si el chavismo consuma ese crimen a la Constitución de Venezuela y a la soberanía popular, como es desconocer los verdaderos resultados de las elecciones del 28 de julio, en que el ganador fue Edmundo González, quienes hoy gobiernan “estarán sentenciando su destino”.
Los cierto es que Maduro y su séquito no la tendrán fácil, pues aunque para perpetuarse han optado por adoptar métodos tiránicos, tanto la comunidad intenacional como las fuerzas opositoras internas deben ejercer mayor presión para lograr el cambio.
Aquí tendrá un papel esencial Edmundo González, a quien ya varios países le han dado su reconocimiento como presidente electo, con el fin de que avance hacia la transición y ponga a salvo al país de un régimen que ha provocado una grave crisis humanitaria con más de siete millones de personas que huyeron de sus autoritarios métodos de gobierno.
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