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El reto es lograr que la gente vea más cine colombiano: Dago García
Dago García estrenó La pena máxima 2 y habló sobre esta cinta y su trabajo en pro del cine nacional.
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Colprensa
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Domingo, 29 de Diciembre de 2024

Dago García se levanta todos los días a escribir, sin falta, a las 3:00 de la mañana, incluyendo sábados y domingos. Eso sí, aclara, “yo me acuesto a las 8:00 de la noche; digamos que yo vivo la misma jornada laboral de cualquier cristiano, pero trabajo en horas donde rinde mucho el tiempo porque no existe el mundo, nadie te llama en la madrugada, no existe teléfono, no existe familia, no existen compañeros de oficina”.

Darío Armando García Granados, más conocido como Dago, es libretista de la televisión y el cine nacional, que en su juventud quería ser periodista deportivo, pero a quien el destino lo fue moviendo hacia lo audiovisual y por su pluma han pasado producciones seriales como Pedro el escamoso, Pecados capitales; Luna, la heredera, La saga: negocios de familia o más recientemente La primera vez, por mencionar algunas y en el campo cinematográfico la inolvidable saga de El paseo, La pena máxima, Uno al año no hace daño, Agente Ñero Ñero 7 y más recientemente La pena máxima 2 que acaba de estrenar, como se volvió costumbre, el pasado 25 de diciembre.


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Haciendo promoción de su tradicional película de fin de año,  el guionista y productor, no solo de La pena máxima 2, sino también del estado actual del cine nacional, habló de su empresa Dago García Producciones en las que trabaja también por y para el cine de autor, de cómo llegan las ideas a la hora de crear una historia y hasta de una película –hecha en Medellín– que sigue considerando como una de las joyas del cine nacional.

Cuando hizo La pena máxima en 2001, ¿se imaginó que tendría un éxito como el que tuvo?

“No, por supuesto que no. En el éxito siempre hay un altísimo componente de suerte, así como en el fracaso. Uno trata de hacer las cosas lo mejor que puede, pero ya el resultado final siempre está atravesado por una cantidad de circunstancias que no dependen de uno. Cuando yo vi que esa película empezó a convertirse en lo que se ha convertido, el primer sorprendido fui yo. Esas frases que han salido como ¡Saúl hermano!, justo en la Cinemateca de Bogotá, en la pared, pusieron frases icónicas de las películas colombianas y hay una que dice ‘Yo no quiero un hijo quiero un crack’, en fin, esas son cosas que suceden, nadie planifica y qué bueno que le sucedan a uno”.

Es conocido el hecho de que estrenar una película cada 25 de diciembre fue una decisión del distribuidor, en este caso, Cine Colombia. Cuando empezó a ser así y se volvió casi una tradición esperar la cinta de Dago el 25 de diciembre, ¿lo tomó por sorpresa?

“Sí, porque digamos que la operación mental para tomar esa decisión no la hice yo, eso lo hizo Cine Colombia. Eso empezó con El paseo y ellos vieron que en diciembre, el ánimo de la gente cambia, la gente se vuelve más relajada diciembre, es mes muy familiar y vieron estas películas que son familiares, de un humor ligero, entonces pensaron que este tipo de películas podían caer muy bien en la época decembrina, lo ensayaron y dio resultado y desde ahí empezamos a estrenar los 25 de diciembre y por fortuna el público nos ha acompañado. Eso no fue tan accidental, más bien como un cálculo de marketing que hizo la gente de Cine Colombia y que les dio resultado, por fortuna”.

Es que para muchos se volvió el plan del 25 de diciembre...

“Es que, qué más haces un 25 de diciembre. El plan es ir a cine, a reírse un rato porque con todos los estragos de la noche de Navidad pues este es un plan bueno, bonito y barato”.

Poca gente sabe que Dago García Producciones, su productora, no solo estrena estas películas de diciembre sino que también se vuelven socios de un cine más de autor, con cintas que han salido a grandes festivales, que han estado incluso nominadas y prenoninadas al Óscar como El abrazo de la serpiente y Pájaros de verano, respectivamente. ¿Cómo logra ese balance o es el éxito de estas películas cómicas que lo impulsa para ello?

“Nosotros partimos de una base y es que no creemos que entre el cine de arte y ensayo de autor o como se quiera llamar y el cine de entretenimiento haya una relación de oposición, de canibalismo, de exclusión; pensamos que al contrario, entre esas dos formas de cine existe o debe existir una relación de solidaridad, de interdependencia, porque el cine de autor, –como se hace de espaldas al público y solamente respeta la relación entre el autor y la obra– es el único lugar donde los lenguajes evolucionan, donde los códigos éticos y estéticos cambian y se ajustan a los tiempos. El cine de entretenimiento no tiene vocación de experimentación, pero históricamente a usufructuado los descubrimientos del cine de autor y uno puede revisar la historia del cine y se va a dar cuenta que todos los descubrimientos que hacen los autores luego la gran industria los capitaliza, entonces lo más lógico es que esta industria subvencione este otro tipo de cine y cuando nosotros tenemos oportunidad, cuando nos va muy bien en nuestras películas de entretenimiento, pues destinamos parte de la utilidad para participar en películas que tienen otra vocación y de esa manera ser un poco coherentes con esa idea que tenemos”.

Y hablando de que entonces cada año estrena una película, me gustaría saber cómo es ese proceso de Dago para hacer un guión, no sé si trabaja con un equipo, o lo hace solo...

“Sí, yo sigo trabajando solo, a nivel de la escritura de guion, de hecho también en la televisión yo soy un dinosaurio, a pesar de que quizá la primera experiencia colectiva de escritura, de equipo de escritores así como industrial fue Pedro el escamoso y de que durante mucho tiempo trabajé con equipo, de un tiempo para acá, lo que escribo lo escribo solo, tanto las películas como las series, soy un cusumbosolo de la vieja escuela y normalmente todo empieza con un recuerdo. Yo me la paso escribiendo las memorias y no quiere decir que sean películas autobiográficas, pero sí, el primer impulso es algo que recuerdo de de mi vida, algo que por alguna razón sigue en mi cabeza y a partir de eso voy trabajando ese recuerdo, pero lo dejo que que evolucione en la cabeza, trato de no escribir nada prematuramente y hay un momento en que la cabeza dice que llegó el momento de sentarse a escribir. Primero escribo automáticamente todo lo que se me viene a la cabeza y luego ya empiezo a darle forma, con las consideraciones dramatúrgicas, de género, de personajes y ahí voy armando el guión. Sí es un proceso que empieza del caos hacia la forma definitiva”.


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¿Y eso puede ser a cualquier hora?

“Digamos que la la aparición de la chispa si es absolutamente caótica y nunca depende tu voluntad. Es eso que le pasa a todo el mundo, que duchándose algo se le ocurre, por ejemplo, pero ya la otra parte del proceso –que ya es más formal– necesita mucha disciplina. Entonces yo sí, todas las mañanas a la madrugada, me siento y escribo. Lo primero que hago yo en el día es escribir, ya sea una obra de teatro, una serie una película. Yo le dedico unas tres horas del día muy concentrado, muy disciplinado, a escribir, pero ya después de que la idea ha tomado forma y que ya sé para dónde voy. Pero ese primer proceso sí es bastante bastante caótico y se maneja como le da la gana, sin tenerlo en cuenta uno”.

Ahora mencionaba lo del cine de entretenimiento y para usted su tía Doris fue ese primer impulso cinematográfico que le presentó este cine...

“Yo iba con mi tía Doris a cine y hay una cosa que, al mirarla en perspectiva, me parece increíble, porque en esa época existía una cosa que se llamaba el cine rotativo, es decir, no había función a las 11:00, a la 1:00, a las 3:00, sino que eran dos películas que se ponían desde las 11:00 de la mañana a rodar, una detrás de otra. Entonces uno pagaba la boleta, entraba al cine y te podías quedar todo el día si te daba la gana. Los domingos, mi tía Doris me llamaba misa a las 10:00 de la mañana, salíamos de misa a las 10:30 y nos íbamos para el teatro Copelia y entrábamos al cine a la mitad de una película –normalmente eran funciones de una película de luchadores mexicanos y otra de cantantes como Sandro, Camilo Sesto, Raphael– y nos veíamos la segunda parte de esa película, luego toda la película siguiente completa y esperábamos a que la película primera llegara al punto donde habíamos entrado para irnos del teatro. Una forma muy loca de ver cine”.

Usted entra a estudiar Comunicación Social y ahí lo termina de conquistar este tema, ¿siempre quiso ser producto o guionista?

“No, eso fue producto de mis profesores, de Gilberto Bello, Germán Rey. Yo estudié, por fortuna, en un muy buen momento del Externado, de la Facultad de Comunicación y el primero que nos habló del cine como una forma de expresión, como una posibilidad laboral fue Gilberto Bello, crítico de cine que quiero mucho. Yo realmente escribía y desde pequeño quería ser periodista deportivo y yo había participado la fundación del periódico de mi colegio. Yo estudié en el Colegio Distrital para varones Jorge Eliece Gaitán –que se volvió mixto y eso es lo que cuento en La primera vez– y en ese colegio unos amigos y yo fundamos un periódico llamado El Caudillo y yo escribí ahí la sección deportiva. Luego, en la universidad, también hice un par de intentos por escribir en periódico, entonces era lógico que cuando se hacían los equipos de trabajo para hacer audiovisual, a quién le encargaban el guión era a mí. Y ahí fue donde yo empecé a escribir y todos mis amigos, con los que empecé, el Flaco Solorzano, Álvaro Bayona, Carriazo, Juan Carlos Vázquez, Juan Carlos Villamizar, Rodolfo Hoyos, Óscar Céspedes, les fascinaba mucho el set, la cámara, la actuación y a poco les interesaba la escritura que es lo único que se hace en solitario y tampoco les interesaba mucho la logística, la economía. Entonces, ¿quién tenía que escribir, quién tenía que producir?, pues este pechito. Me tocó por descarte”.

Otra cosa particular en su historia es que usted llegó primero a la televisión, ¿en qué momento da el salto al cine?

“Yo llegué a la televisión gracias a dos personas: a Julio César Luna y a José Antonio de Brigard, que se interesaron por unos trabajos que hacíamos nosotros en la época de universidad y cuando estábamos en la universidad realmente en nuestro sueño era ser cine, pero pues en los 80 hacer cine era complicadísimo, entonces claro, la televisión apareció y nos permitió desarrollar habilidades y más o menos en la mitad de los 90 apareció en nuestras vidas, un director que venía a estudiar en Checoslovaquia que se llamaba Ricardo Coral. Había pasado por San Antonio de los Baños, la escuela en Cuba y se había encontrado con otro amigo nuestro de esa generación que se llama Rodolfo Hoyos le dio el dato mío y me dijo que quería hacer una película y que no conocía a nadie más en Colombia sino a nosotros y él fue quien volvió a despertar en nosotros ese deseo de hacer películas y en adelante no hemos dejado de trabajar en el cine”.


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Ya dijo que se levantaba temprano a escribir, todos los días, pero cómo logra combinar todo, porque usted sigue muy activo en televisión, en cine y eso quita tiempo...

“Madrugando querida. Yo me levanto a trabajar a las 3:00 de la mañana, todos los días incluido sábados y domingos, pero yo me acuesto a las 8:00 de la noche. El tiempo, en la madrugada, me rinde mucho porque la concentración es absoluta, el tiempo es valioso porque no lo tienes que compartir con ninguna otra cosa. Toda la vida he sido insomne y en algún momento de mi vida, hace como 30 años, dando vueltas en la cama, pensé que yo qué hacía dando vueltas y más bien, ‘me levanto y empiezo a trabajar y así, por lo menos, distraigo la cabeza’ y desde ahí tengo esa disciplina y por eso siento que que vivo a deshoras de mucha gente, pero eso permite que el tiempo me rinda”.

¿Dago sigue pensado que La vendedora de rosas es la película que más le gusta al cine colombiano?

“Sí, pero hoy en día me gustan otras películas como Los viajes del viento, por ejemplo que me parece una gran película; como Porfirio, como Los reyes del mundo, pero en mis afectos siento que La vendedora de rosas es algo especial que en gran medida marcó el rumbo de nuestro cine”.

Entrevista de El Colombiano*

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