Hace siete años, en la considerada frontera más dinámica de América Latina se empezó a escribir uno de los capítulos más oscuros de los que se tenga historia, luego de que fuera decretado el cierre de los pasos limítrofes que por décadas mantuvieron conectadas a dos naciones hermanas: Colombia y Venezuela.
Una crisis social sin precedentes, la debacle de una economía débil, que intentaba mantenerse en pie, y el surgimiento de una violencia desenfrenada, se convirtieron casi que en el castigo de una población fronteriza ávida de soluciones, pero sometida al desconcierto.
Tras 85 meses de incertidumbre, zozobra y lucha, Norte de Santander y Táchira serán testigos hoy de lo que se espera sea el comienzo de una nueva historia, con la reapertura oficial de los puentes internacionales para la reanudación de las actividades comerciales, paralizadas por completo desde hace tres años.
Gracias por valorar La Opinión Digital. Suscríbete y disfruta de todos los contenidos y beneficios en http://bit.ly/SuscripcionesLaOpinion