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Históricos
El Popular: periódico clerical
El periódico era un interdiario clerical que se difundía los días lunes, miércoles y sábado.
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Sábado, 24 de Junio de 2023

 comienzos del siglo pasado, más específicamente durante el periodo conocido como la Hegemonía Conservadora, el clero era uno de sus más beligerantes defensores. Para la muestra, como reza el argot popular, presentamos fragmentos de las publicaciones del periódico del título, uno de los de mayor circulación en la época mencionada y dirigido por el gran defensor de fe, el reconocido sacerdote Demetrio Mendoza, de quien escribimos hace unos años, algunas crónicas que obtuvimos del magnífico libro publicado por el doctor Alirio Sánchez Mendoza “El Amo de la Parroquia”.

El periódico era un interdiario clerical que se difundía los días lunes, miércoles y sábado y su precio era de 4 centavos el número suelto y 40 centavos la suscripción mensual. La publicación de avisos se ofrecía a precios convencionales. Las columnas y remitidos costaban $5, que al parecer era un precio elevado para la época, que tal vez buscaba restringir el acceso a esa clase de publicaciones.

Un hecho significativo en la vida doméstica de la ciudad aconteció a finales del mes de marzo de 1925, hecho que tuvo relación con una confrontación entre dos personajes vinculados a medios comunicación locales, uno de los cuales corresponde al del título de esta crónica y el otro al diario La Mañana, todo por la publicación de una caricatura del reverendo Mendoza. Se comprobó que los sucesos fueron promovidos por los partidarios del sacerdote, cuando procedieron a destruir los equipos del periódico, tal como fue narrado en una crónica anterior así: “…La incursión fue planeada de manera milimétrica por los componentes de su Confederación Obrera de San José, quienes eran sus ‘soldados’ en el resguardo de la religión y que defenderían a su director espiritual a quien los impíos habían convertido en ‘rey de burlas’. Reunidos en su sede de la calle 10  entre avenidas 4 y 5, estaban a unos doscientos metros de la imprenta de La Mañana, ubicada en la calle 10 entre las avenidas 6 y 7. La reunión, en la cual se planificaba la ofensiva, fue fijada para el día 27 de marzo, de manera que al amanecer del día siguiente todo estaría consumado. Fueron 16 los hombres que tomaron parte del operativo, todos vestidos con atuendos similares a los utilizados por la Policía. Dos de ellos se ubicaron en cada una de las esquinas opuestas para evitar el paso de gentes no autorizadas, por el lugar y los otros doce, provistos con sus ‘herramientas de trabajo’ se dedicarían a destrozar las máquinas y demás implementos de su labor diaria. La tarea estaría concluida cuando todos los desperdicios estuvieran en la calle, en una extensión suficiente para demorar varias horas en reunirlos, según lo habían establecido en su programación y que obedecía a lo escrito en el Libro de Los Reyes Cap.15(…)Sin perdonar nada, sin codiciar nada y sin apropiarse de nada”. De esta operación resultaron afectados, además de don Sixto E. Sarmiento, propietario del periódico, los usuarios del Ferrocarril y Tranvía, toda vez que por la calle diez frente al rotativo, estaban los rieles que permitían su desplazamiento. La parálisis del tren duró varias horas y con la ayuda de los empleados de la compañía del Ferrocarril se pudo despejar la vía y colaborar en la organización de los chibaletes y los tipos de la imprenta de La Mañana”.

Sin embargo, el interdiario del P. Mendoza publicó un artículo, al día siguiente de los eventos, titulado: ‘Los acontecimientos del lunes’ que textualmente se lee así: ”La agresión, la calumnia y el insulto de la prensa liberal han venido creando una situación insostenible para los católicos, han venido sembrando la más grande intranquilidad social. Y el remedio tenía que venir. El pueblo católico no podía seguir permitiendo que el clero y el Vicario en especial fueran objeto constante del vejamen más crudo e injusto. El lunes, el doctor Mendoza recibió, por la mañana, el desagravio de distinguidísimas señoras de nuestra sociedad. Por la tarde un grupo de jóvenes resolvió improvisar una manifestación a las ocho de la noche. En el Parque Santander el doctor Víctor M. Pérez, dirigió a la multitud un vibrante discurso lleno de juventud, de valentía y de ideas. No es un contemporizador ni un miedoso ni tiene qué le puedan tachar. Por eso el pueblo conservador le ha cobrado cariño y lo considera su representante. La destrucción del imprentín, que valdría unos ochocientos pesos, no ocasionó ningún disturbio, ni lo podía ocasionar. No era cosa grave. Eso pasaba como pasaron los fuetazos que el señor Marciales dio muy dignamente al director de Comentarios. Pero en la Honorable Asamblea, la mayoría de los conservadores dejaron pasar cobardemente, injustamente  una proposición de protesta contra estos hechos (…) en el momento de la destrucción de la imprenta no hubo fuerza suficiente, porque nadie naturalmente preveía eso y se llevó a cabo tiempo después de dispersada la manifestación, cuando corrió la voz de que al día siguiente reproducirían los insultos al P. Mendoza. Lo sucedido era inevitable, consecuencia lógica de la campaña hiriente para la mayoría de la ciudad. Y cuando el poder legislativo no quiere amparar con leyes eficaces la tranquilidad social y el honor de los asociados, la misma colectividad tiene que implantar fuertemente la tranquilidad y volver por el honor ultrajado. Esta reacción es ley histórica y de sociología; cuando un pueblo quiere salvarse acude a los procederes enérgicos y categóricos, así lo han hecho por ejemplo, los católicos belgas que se defienden y se hacen respetar con los argumentos que entienden los deslenguados”.

De la lectura anterior es fácil deducir la importancia que cada medio le otorgó a los sucesos, que hoy serían interpretados como graves, más cuando se hace apología a la toma de justicia por mano propia como parece concluir El Popular en sus párrafos finales.

Para terminar, es importante incluir que El Popular la emprendía contra la prensa liberal, no sólo local sino nacional, cuando en alguno de sus artículos no le gustaba a su director e incluso contra la prensa del vecino país o de alguno de sus personajes, cuando consideraba alguna de sus opiniones o noticias,  ofensivas contra el gobierno conservador del momento o del clero que lo respaldaba.

Redacción
Gerardo Raynaud D.
gerard.raynaud@gmail.com
 

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