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Empresarios: Rodolfo Faccini
Aunque Rodolfo Faccini no era uno de los grandes exportadores, sí se destacaba por sus habilidades para negociar el grano.
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Sábado, 27 de Enero de 2024

Rodolfo Faccini Gavassa nació en la población más antigua de los Andes venezolanos, Escuque, estado Trujillo en 1875.

Su padre, Luigi Faccini fue militar entre 1864 y 1866, retirado prematuramente luego del diagnóstico de “debilidad en su constitución física y restricción torácica”; emigró a Venezuela en 1874, donde se casó con Eugenia Gavassa Mibelli  y en 1879 se radicaron definitivamente en Cúcuta, para dedicarse a sus negocios.

Cuenta Alberto Donadio en su libro Los Italianos de Cúcuta, que la principal razón de la presencia de los italianos en la región comprendida a ambos lados del río Táchira, eran las oportunidades que les brindaba la comercialización internacional de los granos de café.

Las fotografías de la época lo confirman. En una de ellas, tal vez la más conocida es la tomada a los dos más importantes comerciantes italianos, Tito Abbo y Rodolfo Faccini sentados sobre los sacos de café en sus locales comerciales y otra, reunidos en los salones de la Cámara de Comercio, elegantemente vestidos con pantalones y zapatos blancos y saco oscuro, símbolos de distinción de la época.

Sus opiniones y sugerencias sobre el manejo de los negocios eran de la mayor importancia a pesar que la actividad comercial era manejada mayoritariamente por las casas comerciales alemanas.

Su primera actividad empresarial fue el montaje de una fábrica de pastas alimenticias y posteriormente trajo la maquinaria necesaria para la fabricación de hielo que  fue la primera de su género en la ciudad y posiblemente en la región.

Don Luigi, como le decían, aprendió perfectamente el castellano y dadas sus dotes diplomáticas el gobierno italiano lo nombró Cónsul de su país, cargo que ejerció desde 1909 y el año de su fallecimiento en 1919.

Aunque Rodolfo Faccini no era uno de los grandes exportadores, sí se destacaba por sus habilidades para negociar el grano, sobre todo tratándose de granos que a la vista no eran de la mejor calidad y por ello su técnica era ofrecerlo ponderando el gusto en taza en sus cartas a casas de Maracaibo y Nueva York, como la Compañía Anónima Colombo Venezolana de Consignaciones de Maracaibo o Ríboli Abbo en términos como, “…tengo otro lote de 121 sacos de café lavado cuyo aspecto no dice con el buen tostado y gusto en taza de dicho café, que es excelente” o “… aún cuando  el aspecto del café no lo favorece, en cambio el tostado y gusto en taza de dicho café es excelente.” Aclaro que el café de exportación, siempre era café lavado, que consistía en quitarle la película que trae una vez recolectado a diferencia del trillado, de menor valor, y que se destinaba al consumo interno.

Siguiendo la línea familiar de los Faccini, Antonio, hermano de Luigi, fue un  destacado pintor y escenógrafo a quien se le debe la ornamentación y decoración del Teatro Colón de Bogotá, inaugurado en 1892 y con Juan Faccini, otro de sus hermanos, aficionado  éste a la fotografía, se asociaron para instalar un estudio en la capital del país, que llamaron Fratelli Faccini, siendo considerados los pioneros de la fotografía en Colombia.

  Aunque Rodolfo  Faccini no fue uno de los grandes exportadores sí fue un negociante visionario.  En 1901, contrajo matrimonio con María Andrade Berti, hija del reconocido ingeniero Francisco de Paula Andrade Troconis, a quien se le encomendó la elaboración de los planos de la nueva ciudad luego de la catástrofe ocurrida por el terremoto de 1875.

Rodolfo Faccini trabajó 20 años con los alemanes de la casa Breuer Moller. Era una persona muy ilustrada para esa época, políglota consumado, pues hablaba perfectamente inglés y francés, además del alemán que aprendió con sus patrones en Cúcuta y del italiano, su lengua materna.

Rodolfo  Faccini fue uno de los fundadores de la Cámara de Comercio de Cúcuta en 1915.

Uno de sus hechos más destacados y sobresalientes fueron los relacionados con los sucesos eclesiásticos de la ciudad, en especial con la protección que prestó a la figura del padre Luis Variara, futuro santo de la Iglesia Católica y quien muriera en su casa de habitación, luego de procurarle sus últimos cuidados el primero de febrero de 1923. La comunidad del padre Variara, las Hijas de los Sagrados Corazones, fundaron un colegio que actualmente funciona en la casa que fuera de propiedad en la esquina de la calle once con avenida segunda.

Falleció en Cúcuta en 1930 a la edad de 55 años.

Redacción
Gerardo Raynaud D.
gerard.raynaud@gmail.com

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