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Amores que matan: asesinó a su ex y de paso a su excuñado en zona rural de Cúcuta
Alfonso Calderón Gómez se presentó en el Comando de Atención Inmediata (CAI) Industrial, con una mano ensangrentada para entregarse y confesar sus delitos.
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Martes, 22 de Octubre de 2024

Alfonso Calderón Gómez pagará muy caro ser el presunto responsable del asesinato de su expareja Ludy Karina Díaz y su excuñado, José Manuel Díaz, en la vereda El Porvenir, en la vía que conecta a Cúcuta con San Faustino.

Todo empezó el domingo por la tarde, cuando Alfonso estaba ingiriendo bebidas alcohólicas. Según algunos testigos, eran como las 6:00 p.m. cuando decidió irse a otra cantina, que quedaba cerca de la casa de la expareja.

Lo que nadie esperaba era que, al llegar allí, viera a su ex con otro hombre que, al parecer, era su nuevo amor. Eso fue suficiente para que los celos lo desbordaran.


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Sin pensarlo dos veces y cegado por la rabia, Alfonso se fue directo hacia la mujer y, sin decir ni una palabra, la atacó con un cuchillo. Le dio varias puñaladas que la dejaron sin vida en cuestión de segundos.

Fue un ataque tan rápido y violento que nadie pudo reaccionar a tiempo. Después, Alfonso intentó ir contra el acompañante de Ludy, pero este salió corriendo y logró escapar.

En medio del caos, los gritos de desesperación alertaron a José Manuel, el hermano de la víctima. Al escuchar lo que pasaba, corrió al lugar y se encontró con la peor escena: su hermana tirada en el suelo, llena de sangre.

Desesperado, se abalanzó sobre Alfonso para detenerlo, pero este, en medio del forcejeo, también lo apuñaló varias veces, dejándolo gravemente herido en una polvorienta vía. José Manuel agonizó allí mismo, mientras el agresor se dio a la fuga.


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Los cuerpos de los dos hermanos quedaron tirados en la vía, mientras los vecinos, aterrorizados, llamaban a la Policía para avisarles lo que había pasado.

Pero, lo que nadie se esperaba era que, tan solo unos minutos después, Alfonso se presentara en el Comando de Atención Inmediata (CAI) Industrial, con una mano ensangrentada y un gesto de culpa. Se entregó a los policías, confesando sus delitos.

Desconcertados, los uniformados lo llevaron de inmediato a un centro médico para que le atendieran la herida en la mano, pero siempre bajo custodia.


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