La disidencia del frente 33 de las Farc volvió a demostrar que sus acciones cada día van cambiando y que su objetivo principal es atacar al Ejército y la Policía a como dé lugar.
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Una clara muestra de eso es la muerte del soldado profesional Néstor Eugenio Ajón Galindo, ocurrida la madrugada de ayer, en El Tarra.
Esta trágica historia arrancó el domingo pasado, cuando presuntos miembros de este grupo armado ilegal abandonaron una camioneta Renault Duster, cerca de la estación de Policía de este municipio del Catatumbo.
El vehículo, de color negro, que estaba sin los vidrios panorámicos de adelante y atrás, además, parecía que se hubiese accidentado, encerraba un misterio, pues para cubrir lo que había adentro, pusieron unos plásticos, por eso ningún uniformado decidió acercarse a ver qué era.
Solo algunos habitantes de esa población se atrevieron a hacerlo y vieron que un cable salía desde la camioneta. Ante eso, las autoridades se imaginaron que se trataría de un posible carro bomba y decidieron activar los protocolos de seguridad.
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“Algunos habitantes pasaban alrededor del carro y hasta se acercaban y no pasó nada. Desde el principio supimos que eso era contra nosotros”, dijo una fuente judicial.
El Ejército y la Policía adelantaron un consejo de seguridad el lunes, con las autoridades civiles de El Tarra y acordaron desarrollar las pesquisas de manera sigilosa para no caer en la trampa de este grupo armado ilegal.
Las labores de inteligencia estuvieron acompañadas con la ayuda de drones del Ejército que vigilaron los movimientos extraños durante cinco días.
El plan de desactivación
El martes, las autoridades desde Cúcuta, comenzaron a planear cómo se acercarían para verificar qué había dentro del vehículo y si era una bomba, cómo la desactivarían.
“Hubo una planeación rigurosa, marcamos varios puntos para minimizar los riesgos, pero no se pueden eliminar del todo”, dijo la fuente.
Para llegar hasta el vehículo sospechoso, tanto el Ejército como la Policía tardaron tres días, adelantando movimientos estratégicos con las tropas, sin alterar el orden público, siempre a la espera de cualquier emboscada de la disidencia de las Farc.
Además, las autoridades sabían que el grupo armado ilegal también tenía un plan para atacar el helicóptero que llevaría a El Tarra a los expertos en explosivos que se encargarían de la desactivación, por eso tuvieron que hacerlo con mucho cuidado.
Una vez el personal antiexplosivos arribó con todos sus implementos para hacer lo pertinente, el jueves en la noche se dio la orden final de ejecutar todo el plan para acabar con esa amenaza.
Luego de estar los anillos de seguridad y el personal experto en explosivos en su posición, en El Tarra tuvieron que cortar el servicio de luz y la señal de telefonía, para que los policías y soldados ingresaran al lugar bajo estrictas medidas de seguridad.
En la madrugada, los uniformados pudieron hacer su trabajo y se llevaron una gran sorpresa, la camioneta estaba cargada con explosivos, pero era un nuevo sistema que la organización criminal estaba usando.
En la parte de atrás, tenía cinco cilindros de gas de 100 libras como rampas, para lanzar igual número de pequeñas bombonas que estaban cargadas con explosivos y metralla, que apuntaban hacia la estación de Policía.
“En este caso descubrimos algo novedoso y es que dejaron los explosivos para lanzarlos de manera directa, de frente, no como siempre lo hacen con los medios de lanzamiento como en curva”, dijo la fuente.
La proyección destructiva que tenían los explosivos iba a causar un daño más notorio y lamentable, por lo que cada movimiento de los uniformados fue bien inspeccionado, así lo aseguraron las autoridades.
Ataque de francotiradores
Pero lamentablemente, la acción no salió como lo esperaban las autoridades, pues cuando desactivaban el carro bomba, los militares que se encargaban de la seguridad alrededor, fueron atacados a disparos.
El general Fabio Caro Cancelado, comandante de la Trigésima Brigada del Ejército, aseguró que al soldado Néstor Ajón lo impactó un francotirador que estaba escondido en una de las viviendas del casco urbano de El Tarra.
El militar, adscrito al Batallón Especial Energético y Vial No 21, oriundo de Villagarzón (Putumayo), fue impactado en el abdomen, y aunque fue atendido por el enfermero de combate y posteriormente trasladado a la estación de Policía, finalmente murió.
Ajón llevaba cuatro años en el Ejército y tenía varios reconocimientos por su labor. Ayer, fue impactado cuando estaba en el segundo anillo de seguridad, alrededor del río.
Según se conoció, las autoridades estaban atentas de la existencia de al menos doce francotiradores alrededor del vehículo.
“Sabíamos que querían atacar al helicóptero que llegara con las tropas, que estaban vigilando cada movimiento de la Policía y del Ejército. Es lamentable que haya muerto el soldado, pero esto pudo ser peor y logramos evitar un saldo más trágico”, dijo la fuente.
El general Caro insistió en que estas acciones criminales de la disidencia son producto de una retaliación por las constantes incautaciones de cocaína en las últimas semanas, que concentran un fortín de al menos ocho toneladas de la droga, en el departamento.
“La más reciente se dio en Tibú, donde le quitamos más de una tonelada. Esto les representa millones de dólares por los golpes que les hemos dado y por eso es que nos atacan”, dijo el oficial.
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