Los televidentes disfrutarán a partir de este martes, y cada noche desde las 8:00, de la octava temporada de ‘Yo me llamo’, programa que arriba a su décimo aniversario en la pantalla de Caracol y que este año trae $1.200 millones  en premios.

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Además, esta edición cuenta con un nuevo integrante en la mesa de jurados. Se trata del cantante de música popular Yeison Jiménez, quien acompañará a Amparo Grisales, presente desde la primera temporada; y al maestro César Escola. 

La presentadora Melina Ramírez regresa al programa y estará junto a Carlos Calero para contar lo que ocurre tras bastidores. En el evento de lanzamiento a los medios de ‘Yo me llamo’, la reconocida actriz Amparo Grisales contó a La Opinión algunos detalles de la nueva temporada y de su rol como juez.

¿Qué buscan este año?

Estamos buscando lo de siempre: el doble perfecto. Lo que pasa este año es que para el jurado es más difícil, porque hay un derroche de talento, hay un potencial tan impresionante en cada participante, que nos va a quedar muy fregado a los jurados. Tenemos todos los géneros, todos los gustos musicales, todas las épocas. ¡Es maravilloso!

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¿Viene más cuchilla?

Siempre he sido cuchilla, pero más que chuchilla, objetiva, porque estudio mucho cada participante con su personaje y cada canción que le toca; entonces no me pierdo detalle. Puede que la gente le escuche el color de voz parecido al del cantante original, pero no sabe la cantidad de detalles que hay dentro de la voz de ese artista. 

En realidad no soy cuchilla, sino exigente y perfeccionista y eso pasa por que soy del signo Virgo. Por eso estudio tanto, para que no se me pase nada, investigo y traigo historias del cantante original y que los televidentes no conocen. Y eso ha hecho que la gente le guste lo que digo a los participantes.

Tras diez años y ocho temporadas, ¿cuál es la diferencia entre la Amparo de 2011 a la de 2021?

Soy diez años más vieja (risas).

La esencia es la misma, porque siempre he sido muy estudiosa. Hay personajes que los tengo ya muy digeridos, que me lo conozco a la perfección, así como hay otros artistas, como los de antes, que hay que estudiarlos más, con las características de esa época, porque a veces no hay videos, pero sí películas.  El sentido del humor lo tengo igual y espero estar más evolucionada como persona.

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Amparo Grisales se eriza, llora, reprende, es muy humana frente a la pantalla ¿cómo cree que la gente la ve a usted?

Como cada quien me quiera ver. Hay quienes dicen: “¡ay, tan mamona!”, “pero cómo molesta”, “pero no es verdad” o “esa no sabe nada”. Lo que no saben nada es de mí los que opina así. Porque la gente que sí sabe reconoce que hablo con propiedad, porque estudio. Si no, no estaría ahí, no me tendría Caracol ahí sentada. Creo que ese puesto me lo he ganado.

¿Ni buena, ni mala…?

Tú no eres ni mala ni buena, tienes una manera de decir las cosas cuando no son tan buenas. Siempre busco el humor negro para decir las cosas y es una faceta que la gente aprendió a ver de mí, pero también soy muy realista y muy objetiva. Si el participante falla o no representa a su artista favorito con altura, a pesar que se le ha enseñado, pues me da mucho pesar, pero toca decirle lo que está haciendo mal.

¿De dónde le surgió la palabra erizar para describir la emoción tan grande que le hace sentir un participante?

Siendo niña escuchaba decir: “se le puso la piel de gallina” o “los pelos se le pusieron de punta”. Pero no me gustaban esas frases, entonces por estética de la palabra comencé a usar erizar y nunca imaginé que al usarla en ‘Yo me llamo’ se convertiría en una frase ícono.

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¿Cómo evolucionaron las convocatorias?

Es impresionante, no sé si fue el confinamiento por la pandemia de COVID-19 el que llevó a decir a los participantes: “tengo este talento, viene un ‘Yo me llamo’ y me voy a preparar”. Lo jurados la vamos a tener difícil.

¿Cómo cree que eligen los televidentes?

A veces los participantes muestran una cara que no es la real, para que la gente les crea y se los eche al bolsillo. Como estoy adentro me los conozco, no nos dejan encontrarnos con ellos, pero ya solo en la presentación sobre el escenario uno los va conociendo. La gente a veces no escoge el perfecto. Generalmente uno le da gusto al público para que decida entre quien lo hace muy bien, pero que tal vez físicamente no llega, y otro que es perfecto. Y la gente se va por el que tiene una historia de vida más conmovedora. 

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