Criado por una madre con problemas mentales, el director de cine británico Sam Mendes asegura que el teatro y el cine fueron su verdadera familia durante su juventud.
Un realidad compleja que muestra en su nueva película "El imperio de la luz".
"No crecí en una familia funcional. Así que las familias que experimenté durante mi juventud eran el teatro y el cine, y el deporte, los equipos en los que jugué", recuerda el director de 57 años en entrevista con la AFP.
"El imperio de la luz", que se estrena a principios de marzo, narra la historia de una mujer de mediana edad bipolar, que gestiona como puede un cine de una pequeña ciudad costera británica a finales de los años 1970.
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Su jefe mantiene una sórdida relación extramatrimonial con ella. Solamente el equipo del cine la apoya, hasta que la llegada de un nuevo empleado, un joven negro, da un vuelco a su vida.
"En esta película, el cine es una especie de cruce de caminos para gente, generaciones, que de otra manera no se verían nunca. Y eso me encanta. Esa es definitivamente mi experiencia", explica.
De izquierda a derecha. Colin Firth, Micheal Ward, Toby Jones, Tanya Moodie, Olivia Colman y el director Sam Mendes llegan para el estreno en Los Ángeles de 'Imperio de luz' en el Teatro Samuel Goldwyn en Beverly Hills, California, el 1 de diciembre de 2022. Foto: AFP
Una decisión estratégica
Formado en el teatro, al que siempre vuelve después de rodar una película, Mendes saltó a la popularidad con "American Beauty" en 1999 (Óscar al mejor director).
"Revolutionary Road" (2008) era otra cruda descripción de la clase media estadounidense.
Luego vinieron dos películas de la saga 007 ("Skyfall" y "Spectre") y en 2019, un largometraje que le valió grandes críticas y una lluvia de premios: "1917", un imponente fresco sobre la I Guerra Mundial.
Para "El imperio de la luz" toma un ritmo mucho más pausado, un tono íntimo.
"Rodar una película no es siempre una decisión estratégica. A veces te sientes obligado a contar" la historia, explica.
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Mendes reconoce que había llegado el momento de abordar esa parte decisiva de su pasado.
Una madre llena de vida
"Era una buena madre, llena de energía, de vida. Pero tenía esa enfermedad... se volvía maníaca, desaforadamente alegre", explica.
"No conciliaba el sueño, empezaba prácticamente a alucinar. Se la llevaban al hospital, la medicaban. Y cuando volvía había engordado, había perdido autoestima. Y el ciclo volvía a empezar", narra.
Hijo de padres divorciados, Mendes pasó su infancia entre el hogar de su madre y el de su padre.
"Empecé a entender que estaba enferma, que era un ciclo, cuando llegué a la adolescencia. Pero cuando eres un niño, todo se derrumba" con cada crisis, confiesa.
Esas vivencias "me convirtieron en un observador, alguien reservado y que cuida de los demás", añade.
Mendes empezó como estudiante a dirigir sus primeras obras, a escribir guiones. Dirigir un equipo de rodaje, o una compañía teatral, no es muy diferente de ocuparse de alguien con problemas, dice riendo.
"Se trata de observar y controlar, ¿entiende? Construyes un universo alternativo, que a diferencia de tu vida, puedes controlar", explica con una sonrisa.
"Cuando era un director joven, hablaba mucho antes de que un actor empezara siquiera a hacer algo", recuerda.
Con los años ha aprendido que "hay distintas maneras de hablar con cada uno".
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Personalmente, dice Mendes, "me gustan los actores que no hablan mucho. Creo que prefiero a los actores intuitivos, pero al mismo tiempo que no tengan miedo al fracaso. Que no piensen demasiado en si mismos, en su imagen".
En un actor, asegura, "eso te puede arruinar".
Para "El imperio de la luz", Sam Mendes recurrió a Olivia Colman, la actriz británica multipremiada (incluido un Óscar), conocida mundialmente por su papel de reina Isabel II en la serie televisiva "The Crown".
"Es como un Ferrari en la carrocería de un mini", asegura con una sonrisa.
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