La noche del 28 de octubre, en el Teatro Zulima, las luces tenues y la atmósfera expectante anunciaron el inicio de una obra que prometía remover conciencias. ‘Moribunda, marcas de una historia de amor’, una creación de la Corporación Artística y Cultural La Buena Vibra, La Red de Mujeres Artistas y Escénicas y el Teatro Clandestino, trajo al escenario un tema que se vive en la cotidianidad de muchos hogares: la violencia de género.
Esta obra, que empezó como un proyecto hace cuatro años, se ha convertido en una de las piezas teatrales más reconocidas en Colombia, obteniendo importantes premios como la segunda convocatoria de estímulos en 2020 y la tercera en 2021.
La historia que narra, de una mujer sometida a la violencia de su pareja, es inquietante, triste, pero sobre todo, necesaria de visibilizar. Con una narrativa poética, se convierte en un espejo que muestra el reflejo incómodo de una realidad que suele evitarse.
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A lo largo de este tiempo, la obra ha recorrido diferentes escenarios y programas, ganando el reconocimiento y apoyo del Ministerio de Cultura en iniciativas como Comparte lo que Somos 2021 y Jóvenes Por El Cambio 2024, lo cual ha sido fundamental para su expansión.
La obra, recientemente, finalizó su gira en Cundinamarca, presentándose en Chía, Sesquilé y Zipaquirá, y esta semana llegó a Cúcuta para un gran estreno que resonó en toda la ciudad.
“Desde que comenzamos nuestra gira hemos recibido aportes y testimonios de personas que han empatizado con ‘Mercedes’ la protagonista de la obra, que incluso se han sentido identificadas y nos agradecen, que esa situación que hemos vivido muchas, no se quede solo en las paredes de nuestros hogares, sino que también al traerse a escena, pueda ponernos a cuestionarnos si hemos pasado por esto o incluso si hemos llegado a ejercer estas violencias”, sostuvo Vanessa Plata, escritora y protagonista de la historia.
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Este año, ‘Moribunda, marcas de una historia de amor’ cuenta con la dirección de Jenny González Ballén, una destacada actriz y gestora cultural con 20 años de experiencia en las artes escénicas, además de una sólida formación como Magíster en investigación-creación arte y contexto.
González Ballén asumió la dirección con un enfoque particular: hacer de la obra no solo un montaje teatral, sino también un medio de denuncia y reflexión.
La pieza teatral posee una amplia investigación sobre violencia de género, especialmente en el ámbito familiar, impregnado las escenas de un profundo realismo y sensibilidad.
Para este proceso, el colectivo trabajó de la mano con diversos colectivos feministas locales como Moiras, Casa Puentera, Frontera Morada y el Observatorio de Género.
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Estos colectivos no solo aportaron desde sus perspectivas y conocimientos, sino que también participaron en el taller ‘Tu Voz También Cuenta’, una iniciativa desarrollada en el marco de ‘Moribunda’.
Este seminario reunió a diferentes mujeres de la ciudad, quienes compartieron sus propias historias y experiencias de vida, utilizando la escritura autobiográfica para narrar sus vivencias y reflexionar sobre los momentos en los que reconocieron violencias.
La clase culminó en un conversatorio, un espacio seguro en el que compartieron sus escritos y se sintieron acompañadas y escuchadas.
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El elenco de ‘Moribunda, marcas de una historia de amor’ cuenta con la destacada participación de dos actores cucuteños, John Peñaloza y Vanessa Plata, quienes han sabido interpretar con gran sensibilidad los matices de una historia tan cruda y conmovedora.
Ambos actores han captado la complejidad de los personajes, conectando emocionalmente con el público en cada presentación.
Plata, al hablar del futuro de la obra, destacó el deseo de llevar el proyecto a festivales tanto nacionales como internacionales, con miras a México y Argentina en el próximo año.
“La idea con la obra es que el siguiente año, podamos llegar a diferentes festivales, no solo nacional sino también internacional, estamos gestionando para poder llegar hasta México y Argentina, y allí mostrar los procesos que son enteramente nortesantandereanos”, comentó emocionada.
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El impacto de pieza dramática va más allá de la representación teatral; se trata de un proyecto transformador. La obra no solo visibiliza un problema social, sino que también propone una respuesta al permitir que las voces de mujeres violentadas y de sus defensoras resuenen con fuerza.
En el Teatro Zulima, los aplausos no solo fueron para los actores y la dirección; fueron también para las historias reales que, aunque muchas veces invisibilizadas, encontraron eco en las tablas.
Al caer el telón, el público se levantó con una mezcla de sentimientos: tristeza, reflexión y esperanza de que, al hablar y visibilizar estos temas, se puedan abrir caminos hacia el cambio.
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