La partida inesperada de Toto Vega duele profundamente. Su labor como gestor cultural es invaluable, hablaba sin ‘pingadas’ y de frente, pero siempre tenía la palabra correcta en el momento preciso.
Era de Vélez, ‘muy de Vélez’, y hablaba sin ‘pingadas´, era orgulloso de su tierra, de sus coterráneos de los que siempre decía que “todos” eran talentosos, y por eso él no tuvo más opción que descubrir su talento y su lugar en el mundo del arte, el teatro, el cine y la televisión.
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Toto Vega era el amigo de todos. Para todas las personas él tenía, no una, si no mil palabras. Le encantaba conversar, contar historias, reírse de las mil y una cosas que le pasaron en sus 53 años de vida en los que siempre fue sembrando amor, amor por la cultura, el medio ambiente, la familia, los amigos y hasta los periodistas.
“En Vélez solo hubo un señor que no me quería, era un policía. En una obra que hice en el pueblo le pedí el favor que hiciera de Jesús, y después de que terminó todo, yo me enredé cuadrando cosas y se nos olvidó bajarlo de la cruz y unos ‘chinos’ comenzaron a tirarle papeles y cosas al policía aprovechando que estaba allá indefenso. De repente comenzaron a llamarme por el altavoz del pueblo que debía ir a bajar al policía jajajaja... Por eso yo creo que él es único que no me quiere en Vélez”, me contó Toto justo el pasado sábado durante las cerca de dos horas que compartimos en el restaurante donde nos hospedaron a los periodistas e invitados del Festival de Cine Verde de Barichara.
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Hoy, escribo este texto con profundo dolor, nunca imaginé que ese par de horas eran prácticamente las últimas en las que le escucharía sus historias, en las que nos reiríamos a carcajadas y en las que me habló de paz y una política esperanzadora, porque también me contó que estaba muy contento de que la nueva ministra de Cultura, Patricia Ariza, fuera su amiga, y aseguró que vendrían años muy lindos y de mucho apoyo para los actores y sector cultural del país.
Sus días en el Festiver
“Toto, tú eres omnipresente, estás en todos los lados de Barichara y en todos los escenarios donde se presentan las películas y además, siempre estás sonriendo con todas las personas”, fue lo que le dije el pasado domingo, sobre las 2:00 de tarde.
Por supuesto, sonrió y me exclamó “¡claro que sí!, debo estar pendiente de todo y resolviendo cualquier cosa que se nos presente”, me contestó. Y en sus ojos brillaba la felicidad de lograr, contra viento y marea, volver a realizar el festival y de nuevo de manera presencial.
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Toto estuvo en todos los escenarios, presentó varias de las películas que se compartieron en Festiver. Estuvo en el foro de actores donde compartió junto a sus colegas Patricia Castañeda, Marcela Carvajal, Jenniffer Steffens, David Noreña y por supuesto, su amada Nórida Rodríguez, a quien con un amor profundo llamaba ‘Nona’.
Allí contó sobre su oficio, las dificultadas de ser actor, pero también de lo sublime que era formar parte de la cultura. Siempre fue un defensor de sus colegas, de los directores, de los productores y cada una de las personas que hacen parte de la cadena en esta profesión.
También visitó constantemente el “Mercado Verde”, una exposición de productos artesanales que se presenta en el parque principal de Barichara en cada Festiver. “Lenix, cuando vayas al Mercado Verde, pasa por el emprendimiento de unas señoras que hacen un chocolate exquisito, pero además, son desplazadas y tienen una gran historia por contar”, fue la última recomendación que me hizo.
Hoy lloro su partida, me duele y mucho, pero soy una afortunada por haberte tenido como amigo. Gracias Toto.
Su partida
Como lo hacen todos los grandes, Toto Vega cerró su telón con honores. “Ahora son ustedes los embajadores de Festiver, deben seguir este legado”, dijo, y se volteó, abrazó y besó a su esposa, ‘Nona’. Toto ingresó al camerino del Auditorio Aquileo Parra y fue ahí cuando se desplomó. No fue en el escenario ni en presencia de los asistentes al cierre del evento.
De inmediato se llamó a la ambulancia, eran las 9:25 de la noche. Fue llevado al hospital de Barichara, donde lo reanimaron y posteriormente lo subieron de nuevo a la ambulancia para trasladarlo al hospital de San Gil. Sin embargo, no logró llegar con vida y fue devuelto a Barichara. Su muerte se produjo a las 10:50 de la noche debido a un ataque cardíaco.
Ahí cerró su telón y el dolor de su partida se apoderó de Santander, su tierra natal, y de Colombia.
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