En la época de los auxilios parlamentarios eran frecuentes los rifirrafes entre los políticos y las instituciones que se beneficiaban de estas partidas del presupuesto que no siempre llegaban a sus arcas sino que, a veces, se quedaban en los bolsillos de los parlamentarios. Cuando esto no sucedía, congresistas sin importar su filiación, buscaban la fórmula que les permitiera obtener beneficios, tanto económicos como políticos por su gestión. Algo de esto sucedió a mediados de los años sesenta con el trámite de unos auxilios tramitados por uno de los congresistas más representativos de la política local, reconocido por su beligerancia y conflictividad. Médico de profesión, con vasta experiencia en el oficio pero con una gran sensibilidad social, lo que le permitía mantener un contacto fluido y constante con la población que finalmente serían sus electores y que durante más de medio siglo sirvieron para mantenerlo en las curules de las instituciones de elección popular. El doctor Miguel Roberto Gélvis Sáenz, a quien sus colegas llamaban, en tono burlón, “El mago”, por su propuesta de curar la enfermedad del cáncer, que además de novedosa, atraía un buen número de parroquianos, es el protagonista de esta crónica.
El doctor Gélvis, oriundo de El Zulia, en la época en que era un caserío del municipio de Cúcuta, fue un destacado dirigente liberal que por los años de este relato había migrado, como diríamos hoy, al grupo político fundado por el doctor Alfonso López Michelsen, el Movimiento Revolucionario Liberal, conocido por sus siglas MRL.
Pues bien, en 1965 se presentó una disputa entre el representante Gélvis y Gremios Unidos y la Universidad Libre, por unos auxilios parlamentarios en los cuales supuestamente, había intervenido el congresista y por los cuales estaba demandando una retribución que las instituciones de educación se negaban.
Los hechos, según consta en informaciones periodísticas, relatan que el parlamentario no sólo no hizo nada para obtener los auxilios sino que votó negativamente su incremento, cuando éste fue propuesto por sus compañeros de representación. Además, había solicitado a las directivas de Gremios Unidos, se le otorgaran en contraprestación, unas becas para él adjudicarlas.
Esta confrontación sirvió para conocer los pormenores de otros recortes propiciados por el mismo individuo y que perjudicaban reconocidas instituciones educativas dedicadas a la formación de estudiantes de bajos recursos. Se supo que se habían suspendido los aportes a la Escuela de Música y a la Escuela Parroquial del Espíritu Santo, que dirigía el padre Calderón, que recibían para sus gastos de funcionamiento las sumas de cien mil y setenta y cinco mil pesos, ambos establecimientos de enseñanza gratuita, que ahora tendrían que cerrar por falta de presupuesto. Similar situación rondaba por el Colegio Municipal de Bachillerato, con lo que quedaba claramente perfilada una oscura maniobra para afectar a los principales centros de enseñanza gratuita y cuyos propósitos no eran otros que crear un estado de inconformidad para luego explotarlo en las jornadas electorales.
Tanto la Junta Directiva de Gremios Unidos como el Consejo Directivo de la Universidad Libre, expidieron un comunicado en el que expresaban la preocupación aprobada en una proposición que se le entregó, “por el insidioso proceder del que se le quiso hacer víctima (al representante Gélvis) por insólito e inmoral y deja constancia que ninguno de los parlamentarios que en los muchos años anteriores consiguieron o incrementaron los auxilios para el colegio, lo reclamó como propia y personal, y que se tiene noticia cierta que el representante Gélvis no sólo no hizo nada para obtener dicho auxilio sino que se negó a acrecentarlo cuando fue propuesto”.
La réplica no se hizo esperar y siete días después, el representante Gélvis hizo llegar a la Junta Directiva y al Consejo Académico citados, un documento en el que explicaba su posición y daba las razones de su proceder. De acuerdo con su respuesta, les da a entender a sus interlocutores que desconocían las últimas disposiciones contenidas en la reciente Ley 20 de 1964, Ley de Presupuesto en la que se establecía las condiciones para el cobro de los auxilios nacionales a las instituciones educativas en todo el territorio nacional. Les dice textualmente que “perdieron de vista la ley mencionada para pasar a los ataques personales, que al fin de cuentas me tienen sin cuidado por cuanto comparto plenamente le espíritu de la ley”.
A continuación cita el artículo que hace referencia a los citados auxilios: “… los auxilios destinados por la Nación, los Departamentos y los Municipios para ayudar al sostenimiento de los Institutores de Enseñanza Privada sólo podrán cobrarse mediante la comprobación de estar retribuyendo su valor con becas para la clase popular y media, de acuerdo con las tarifas normales y vigente en ellos, en los momentos de decretarse el auxilio”. Continúa su respuesta diciendo que “…dicen que no tuve intervención en la consecución del auxilio que hoy figura en el presupuesto a favor de Gremios Unidos. Sin embargo, he de manifestarles que partidas que venían figurando en el Presupuesto Nacional para la Escuela de Música por 176 mil pesos y para la Escuela Parroquial del Padre Calderón por 100 mil pesos entre otras, no figuran en el actual Presupuesto porque juzgué conveniente que tales dineros debían aplicarse a otros sectores, y así se hizo.
Además debo manifestarles que los auxilios para las entidades educativas no se hicieron con el criterio de que se lucren los directores sino para que se beneficie con becas el pueblo que sin recursos espera la ayuda del Estado. De manera que la ley es la ley y si ustedes no la quieren cumplir, en mi condición de Representante y fiscal natural de la ejecución presupuestal me veré obligado a intervenir ante la Contraloría General de la República y el Ministerio de Educación para que no les sea girado el auxilio correspondiente.
Puntualiza que esa posición la ejerce en cumplimiento de su deber ajustada a la más estricta moral y que finalmente, su posición en el Congreso no se la debe a ninguna directiva ni a ninguna rectoría de colegio, sino al Partido Liberal al cual le debe su actitud como parlamentario y que en virtud de tal investidura defendió los auxilios no sólo para Gremios Unidos sino también para la Sociedad Mutuo Auxilio, entre otras y que seguirá procediendo ajustado a las normas de moralidad, democracia y servicio incondicional a los conciudadanos, sobre todo a los menos favorecidos por la fortuna.
Gerardo Raynaud D.
gerard.raynaud@gmail.com