Nacida en Caracas, pero con raíces andinas, la actriz venezolana Johanna Morales ha hecho vida en Colombia durante los últimos años. Ha trabajado en novelas como 'Amor en custodia', 'A corazón abierto' y la serie 'El comandante'.
Ella organiza anualmente el Open San Felipe, una feria de arte a cielo abierto en Bogotá. También es productora y promotora cultural, además de ser embajadora de buena voluntad de Unicef (Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia).
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En las próximas líneas, desmenuza sin recelo sus perspectivas sobre el significado de la migración, no solo como fenómeno social, sino incluso como un proceso de transformación espiritual.
¿De qué se trata Open San Felipe?
Lo hago desde noviembre de 2018. Nace por la necesidad de mostrar y evidenciar todo lo que pasaba en este barrio donde yo había venido a trabajar, pero haciendo mis producciones teatrales. Había que demostrar toda su fuerza creativa, es maravilloso. Ya se cuentan más de 60 espacios, es un festival que le permite a las personas vivir el arte de una manera mucho más cercana, es decir con entrada libre.
Lo entendemos como una fiesta alrededor de las artes, porque así lo vive la gente en la calle. Yo me emociono muchísimo, se ha convertido en un propósito de vida, en mi alegría, en mi entusiasmo y debo decirlo: Esto lo hace una venezolana.
¿También trabaja con Unicef?
En el 2016 cumplí uno de mis sueños de vida, siempre quise trabajar con Unicef. Fui honrada al convertirme en embajadora de buena voluntad. Ese es un compromiso muy especial, no tiene que ver con una campaña, tiene que ver con un compromiso de siempre.
Unicef es un canal que nos permite a los embajadores ser, de alguna manera, arte y parte de distintas jornadas que tienen que ver con socializar las dificultades de esta población de niños que pueden estar en situaciones más vulnerables.
Trabajamos de la mano de Acnur (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados), también para hablar de migración en un contexto mucho más agudo. Para mí trabajar con Unicef es de absoluto compromiso, amor, entrega. Es muy importante, haber entendido algo que uno pasa de largo como adulto. Por ejemplo, esas conversaciones que se tienen en casa mientras vemos televisión, mientras comemos y se dice en voz alta lo que otros replican y es: “No, es que estos venezolanos que vinieron a robar, a ser malhechores”. No entendemos que hay unos pequeños en casa que están escuchando esta generalización.
Siempre había querido venir a Colombia, ¿qué era lo que más le llamaba la atención?
Que son unos talentosos. Aquí tu levantas una piedra y la gente es talentosa, por donde voltees. A veces, pienso que tampoco saben muy bien lo poderosos que son creativamente.
Veía algunas cosas en televisión y decía: ¿cómo hace esta gente? ¡Son maravillosos actores! Era algo que me decía: Tengo que ir allá. Mi plan era Colombia, fue muy rápido, poder llegar acá y trabajar. ¡Creo que Colombia me estaba esperando! Yo creo que teníamos que tener esta relación bonita que tenemos.
¿Puede que haya sido el destino?
Justamente le estaba diciendo a Alejandro, mi pareja, que el destino, eso que llamamos buena suerte, sin lugar a dudas, está reposado en un componente grandísimo de voluntad. Aún cuando te tiemblan las piernas, cuando tienes miedo, saber decir: “Esto puede pasar, lo puedo hacer”. Esa es la escritura del destino realmente, es una cosa que llega, es una cosa que te alcanza si estás preparado para ello.
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Una voluntad que también se relaciona con una disposición de adaptación, ¿qué opina de ese proceso en la nueva vida del migrante?
Se te vuelve una pelea durísima. “No, ellos no rellenan la arepa, ellos le ponen el relleno arriba”. ¡Cómetela así! Y saboréala distinto. Sé gentil contigo, dejemos esa necesidad de comparar. A medida que me voy quitando esas comparaciones, estoy siendo generosa conmigo. No renuncies a tu carácter, a tu pensamiento, a tu sonrisa, a tu forma de llevar la vida, a tu nostalgia. Creo que hay que ser respetuoso con el lugar donde vamos.
Hacer un poco de silencio no nos hace mal ¿Me entiendes? Un poco de silencio, mientras somos curiosos. ¿Qué podemos aprender de ahí? ¿Qué podemos compartir para sumarle a eso? No desde la arrogancia, porque nada es mejor que nada.
¿Cree que es posible volver en algún momento a Venezuela?
Siendo muy honesta, no pienso en eso. Cuando estaba en Venezuela siempre quise salir, pero no por temas políticos o sociales, no tiene nada que ver con eso, es porque soy una curiosa. Pronto me moveré de Colombia, es como mi naturaleza, pero Venezuela es el lugar que me parió, es mi punto de partida, siempre será mi punto de llegada. De ahí salí y siempre voy a querer retornar, ahí siempre voy a querer llegar, ahí está mi verdad, mis memorias.
Voy a tratar de hacerlo lo mejor posible acá, con mi bandera venezolana. Esto es hecho en Colombia, pero también lleva el “made in Venezuela”.
Ha dicho que uno migra de muchas maneras en la vida, ¿cómo es eso?
Porque somos muchas versiones en una sola. Somos un pensamiento hoy, mañana nos lo podemos cuestionar, las preguntas van a cambiar, las respuestas también. Puedo migrar de ciudad, puedo migrar de amor, puedo migrar de pensamientos, de nostalgias, puedo migrar mi alegría, migramos de muchas maneras.
Se migra cambiando de actitud, en mi misma casa, en mi misma piel, porque me comienzo a habitar diferente. Hace rato, lo hablaba con una amiga que está en un proceso de esos en que a uno se le mueve la tierra, deshabitamos nuestro cuerpo porque nos distraemos en cosas.
De pronto, ese retorno nos lleva a migrar desde lo que estamos viviendo y concibiendo, a esto que podemos ser, a esta nueva versión, esa es una forma de migrar.
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