Carlos III fue oficialmente proclamado monarca del Reino Unido, abriendo una nueva era en la historia de un país que se prepara para despedir el 19 de septiembre a Isabel II, su guía y símbolo de estabilidad durante siete décadas.
“El príncipe Carlos Felipe Arturo Jorge se convierte ahora, por la muerte de nuestra señora soberana de feliz memoria, en nuestro rey Carlos III. ¡Dios salve al rey!”, proclamó el Consejo de Ascensión reunido en el Palacio de Saint James en Londres.
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La víspera del inicio del largo adiós popular a Isabel II estuvo protagonizada también por sus nietos Guillermo y Enrique, y sus esposas Catalina y Meghan, que aparecieron juntos en el castillo de Windsor en una aparente muestra de acercamiento.
“¡Guillermo, Guillermo!”, gritaban los ciudadanos apostados detrás de las vallas, mientras daban ramos de flores a los flamantes príncipe y princesa de Gales, vestidos de riguroso negro, para homenajear a la difunta reina, según las imágenes de televisión.
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“Sabía que este día iba a llegar, pero me va a llevar algún tiempo hacerme a la idea de una vida sin la abuela”, confesó poco antes en un emotivo comunicado el hijo mayor de Carlos III y Diana, en el que prometió “respaldar” en todo a su padre.
“Gran herencia”
“El reinado de mi madre fue inigualable por su duración, dedicación y devoción”, afirmó tras su proclamación el nuevo soberano de 73 años, que se dijo “consciente” de la “gran herencia” y de sus “deberes y pesadas responsabilidades”.
Su proclamación fue leída después al público desde un balcón del Palacio de Saint James, bajo el son de los trompeteros reales y en presencia de la guardia real con su aparatosos sombreros de pelo de oso negro, así como un nutrido grupo de curiosos.
Siguiendo una tradición centenaria, otra proclamación pública tuvo lugar en varios puntos del país como la City, el corazón financiero de Londres. Representantes de su gobierno local desfilaron ataviados con sus coloridos uniformes medievales y cargando un cetro de oro y una pesada espada como símbolos de poder.
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“Todos queremos lo mejor para él, pero va a ser un rey diferente”, dijo a la AFP Malcom Tyndall, de 54 años, director de una organización caritativa londinense, visiblemente emocionado y con un ramo de flores en los brazos.
“Llega en un momento muy difícil, por el coste de la vida, la guerra de Ucrania, tenemos una nueva primera ministra, ahora un nuevo rey”, enumeró.
Siguiendo un protocolo cuidadosamente diseñado, el hijo mayor de la difunta reina se instala poco a poco en la jefatura de Estado y en el corazón de los británicos.
Los miembros del Parlamento juraron lealtad este sábado al nuevo monarca, que también se reunió con el gobierno de Liz Truss, nombrado el martes por la precedente monarca.
Isabel II falleció dos días después con 96 años en su castillo escocés de Balmoral, conmocionando al Reino Unido, la Commonwealth y al mundo.Durante un oficio religioso en la catedral de San Pablo en Londres el viernes se cantó el himno británico modificado, que rezó “God save the King” (Dios salve al rey) por primera vez en 70 años.
El Palacio de Buckingham confirmó que el funeral de Estado se celebrará el 19 de septiembre en la Abadía de Westminster, declarado día feriado por Carlos III.
Además, ayer, los miembros de la realeza, incluidos sus otros hijos --la princesa Ana y los príncipes Andrés y Eduardo-- contemplaron las flores y saludaron a la gente fuera de Balmoral.
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