La jornada más violenta en 12 días de protesta en Ecuador minó la opción de una salida negociada a la crisis. Son los indígenas quienes "no quieren dialogar", reprochó el gobierno, tras la muerte de tres manifestantes en una fallida irrupción en el Congreso.
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"Se han desenmascarado ellos solos. No quieren dialogar. No quieren acordar. No quieren que el país se reactive. No quieren paz. Hasta ahora lo único que han demostrado es que quieren violencia", dijo este viernes el ministro de Gobierno, Francisco Jiménez, en entrevista con la emisora FM Mundo. El jueves, el presidente Guillermo Lasso permitió el ingreso de unos 5.000 indígenas a la Casa de la Cultura, un lugar simbólico para los pueblos originarios, que estaba bajo control de la fuerza pública.
Lasso buscaba así propiciar conversaciones con el movimiento de protesta que llegó a la capital Quito esta semana para exigir alivios frente al aumento del costo de vida.
Sin embargo, un grupo de manifestantes avanzó luego hacia el Congreso e intentó quebrar el piquete militar que lo rodeaba.
Tres personas murieron en los enfrentamientos, con lo que ya son seis las víctimas mortales que deja la rebelión indígena, según la Alianza de Organizaciones por los Derechos Humanos.
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De un lado, bombas molotov, cohetes pirotécnicos, piedras. Del otro, gas lacrimógeno y granadas aturdidoras, en unos choques que se extendieron hasta la noche. Las autoridades registraron más de 180 heridos entre militares y policías."Hemos cedido (...) en un afán de que la paz se recupere en la ciudad y en el país. Sin embargo, sucedió todo lo contrario. Lo aprovecharon para generar más desmanes", añadió Jiménez.
Este viernes miles de indígenas aguardan en tres puntos de concentración para marchar de nuevo en demanda de soluciones al deterioro económico en las comunidades rurales.
Una caravana de taxistas recorrió la zona financiera de Quito con la consigna "fuera Lasso, fuera". El país, exhausto y semiparalizado, cuenta pérdidas diarias por 50 millones de dólares.
"Si no quiso dialogar en los primeros días, nosotros pensamos que este gobierno ya no es del pueblo, este gobierno representa a las grandes empresas neoliberales que nos explotan", dijo a la AFP Efraín Fueres, un campesino de 43 años que luciendo un poncho gris se encuentra concentrado en la sede cultural.