Francia se prepara para vivir el martes una jornada de huelga, sobre todo en los transportes, para reclamar un alza salarial, en un contexto social tenso principalmente por el paro marcado en refinerías que no tienen un desabastecimiento de combustible.
Convocados por cuatro sindicatos, los franceses están llamados a un paro generalizado, que sirven como indicador del margen de maniobra del presidente liberal Emmanuel Macron para aprobar su presupuesto para 2023 y su polémica reforma de las pensiones.
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"La semana de fuego para el gobierno", tituló este lunes el diario vespertino Le Monde. En la mañana, el ministro de Economía, Bruno Le Maire, elevó el tono, al asegurar que "el tiempo de la negociación terminó" en el pulso en el sector de las refinerías.
Los trabajadores de Esso-ExxonMobil y TotalEnergies iniciaron una multa de septiembre una huelga para pedir un aumento salarial, en un contexto de inflación (6,2% en septiembre, según el índice armonizado europeo) y de "superbeneficios" de los gigantes energéticos.
Aunque los primeros suspendieron su acción tras un acuerdo con la empresa estadounidense, los empleados de TotalEnergies recondujeron este lunes su paro, que afectó a cuatro refine -una de ellas fuera de servicio por razones técnicas- y cinco depósitos.
Los huelguistas considerando insuficiente el alza del 7% del sueldo en 2023, acompañados de 3.000 a 6.000 euros de primas (2.925 a 5.850 dólares), que la empresa francesa y los sindicatos CFDT y CFE-CGC (56% de representación) pactaron el viernes .
"Hay que liberar los depósitos de combustible, las refinerías que están bloqueadas", aseguró Le Maire en la cadena BFMTV. El gobierno anunció poco después de la requisa del personal de un segundo depósito de TotalEnergies para paliar el desabastecimiento.
El ejecutivo se encuentra bajo presion. Con casi un tercio de gasolinas afectadas, la escasez provoca problemas para surgir al trabajo, preocupación sobre la cosecha en las zonas rurales y anulaciones ante el inminente período de vacaciones de otoño.
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"La situación es bastante tensa" en los surtidores y la policía tuvo incluso que calmar los ánimos varias veces, dijo Ioneta Pop, en un depósito próximo a París, donde varios camiones esperaban para rellenar sus cisternas antes de suministrar el combustible preciado.
Mitad de trenes
Aunque las utilizan son sectoriales, el eco de sus reclamos resuenan en Francia . El domingo, 140.000 personas, según la organización, y 30.000, según la policía, participaron en una marcha "contra la vida cara", convocada por la oposición de izquierdas.
"Vamos a tener una semana como no se ve muy a menudo", dijo el líder del partido de izquierda radical, La Francia Insumisa, Jean-Luc Mélenchon, viendo la marcha como un preludio del paro generalizado convocado el martes por cuatro sindicatos, entre ellos la CGT.
El ministro delegado de Transportes, Clément Beaune, avanzó en la radio France Inter que la huelga podría provocar la anulación de la mitad de trenes en algunas regiones. La empresa de transportes SNCF debe ofrecer sus estimaciones durante la tarde.
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En la región de París, donde muchos trabajadores dependen del transporte público, la empresa gestora de la red RATP avanzó un tráfico "casi normal" en metros, tranvías y trenes de cercanías, y un mayor impacto en los autobuses urbanos.
La movilización se produce cuando el gobierno debe decidir si recurre a un controvertido mecanismo parlamentario, conocido como 49.3, que le permitiría aprobar sin someter a votación su presupuesto de 2023, actualmente debatido en la Asamblea Nacional.
Macron, que perdió en junio la mayoría absoluta en la cámara baja, corre el riesgo de reforzar su imagen de presidente "autoritario", si recurre a este método, que el gobierno también podría aplicar para sacar adelante su reforma de las pensiones.
El dirigente liberal, que tras su reelección en abril prometió que cambiaría su forma de gobernar, incluso, a través de su ministro de Trabajo, que disolverá la Asamblea si los diputados no aprueban el retraso de la jubilación de 62 a 65 años.
El primer intento de aprobar esta medida se saldó en 2019 y 2020 con protestas masivas en Francia y el rechazo frontal de los sindicatos, a los que se suma ahora también la oposición de los diputados de izquierda y de extrema derecha.
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