Lámparas colgantes de cristal, alfombras, trabajos con maderas finas y sobre todo derroche de tecnología: los creadores del Centro Fidel Castro Ruz de La Habana no escatimaron recursos en la obra que preservará el legado del líder cubano.
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El centro, que ocupa una manzana en el céntrico barrio del Vedado, fue inaugurado el pasado jueves en el marco de los actos de conmemoración por los cinco años de la muerte de Fidel, con una ceremonia a la que asistieron el presidente venezolano, Nicolás Maduro, su homólogo cubano, Miguel Díaz-Canel, y el general Raúl Castro.
Quedó instalado en una de las mansiones del Vedado, que perteneció a una familia de banqueros catalanes, construida en 1894 y sometida a una reparación general que le devolvió todo su esplendor y valor patrimonial.
Enormes vitrales, arañas de cristal y puertas y escaleras talladas en maderas preciosas convierten la vieja mansión en un lujoso palacete, dotado además de la más moderna tecnología digital interactiva y wifi.
Criticado por sus adversarios, que le acusaban de hacer culto a su personalidad, Castro, que encabezó la revolución contra la dictadura de Fulgencio Batista que triunfó en 1959 para instaurar un régimen socialista, pidió antes de morir que no se le hicieran monumentos.
Cumpliendo su deseo convertido en ley, en Cuba no hay estatuas, ni calles o parques en su honor, aunque su imagen está presente en el país de múltiples maneras.
De hecho, el centro de dos pisos, con entrada libre para cubanos y extranjeros, es el único inmueble del país que lleva su nombre.
Navegar con Fidel
"Tenemos un centro que es funcional, que puede cumplir los altos objetivos que tiene, y que no riñe en nada con los criterios que puede haber tenido el comandante en ese sentido, porque (...) era defensor de las cosas bien hechas", explica el jefe de Preservación del Patrimonio Documental del Palacio de la Revolución, Alberto Albariño, durante una visita guiada de la prensa internacional.
Aunque declina dar detalles sobre el costo de la obra, subraya que no representó un gran gasto para las arcas del Estado cubano, golpeadas por la pandemia y el recrudecimiento del embargo de Estados Unidos, porque buena parte de la inversión fue cubierta con "donaciones que se recibieron de otros países".
Además, "el efecto que va a tener (el centro) en la educación" es "muy grande comparativamente al valor económico", anota.
Para lograr su objetivo, el centro dispone de nueve salas expositivas con enormes pantallas o mesas táctiles, que permiten al visitante realizar recorridos virtuales por su vida y obra.
El director del centro, el historiador René González, admite que se realizó "un trabajo exquisito de los restauradores" y una "fuerte inversión en tecnología".
Adelanta que "muy pronto" los niños y jóvenes podrán navegar junto con Castro en el Granma, el yate que lo trajo desde México a Cuba en 1956, gracias a la realidad virtual.
Mediante esa tecnología, también podrán acompañar al líder cubano en un recorrido en el Gaz 69, un todoterreno de fabricación soviética, en el que solía aparecer de imprevisto en cualquier rincón del país, ahora exhibido en el exuberante jardín de la casona.
Teléfono rojo
El centro cuenta también con una galería de arte, una sala de juegos interactivos, dos bibliotecas y una pequeña imprenta con el sello editorial Alejandro, nombre de guerra de Fidel en la Sierra Maestra.
En los grandes salones, en cuyas paredes se leen frases del padre de la revolución cubana, también se pueden apreciar algunos de sus objetos personales, incluidos sus uniformes verde oliva con sus grados militares de comandante en jefe, un rifle AKM que lo acompañó toda la vida y el "teléfono rojo" (en realidad es blanco) que usó para dar órdenes al mando militar cubano durante la guerra de Angola (1975-1991).
Asimismo, se exponen 28 condecoraciones de las más de 400 que recibió en vida, entre ellas la de héroe de la URSS, y regalos de dignatarios como un busto suyo que le entregó el presidente chino, Xi Jinping, cuando visitó Cuba en 2014, y que constituye toda una rareza en la isla.
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