El recrudecimiento de la ola invernal de los últimos meses y la desidia de los gobernantes de turno tienen en vilo a los habitantes del corregimiento de Pueblo Nuevo, jurisdicción de Ocaña debido al constante deterioro del histórico templo de San Diego de Boquiní.
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A través de un comunicado claman al Ministerio de Cultura y Turismo la destinación de recursos necesarios para la urgente intervención ante el inminente desplome de sus techos.
El sitio de peregrinación está cerrado desde el mes de agosto, por lo que para los habitantes es fundamental retomar las actividades durante la navidad para rezar la misa de aguinaldo con los niños e inculcar los valores éticos y morales.
La vocera comunal, Claudia Patricia Navarro Sanjuán expresa la preocupación por el deterioro de la capilla donde se tiene como santo patrono a San Diego de Boquiní. A raíz de los fuertes aguaceros, los techos están a punto de colapsar y las estructuras requieren de una restauración urgente por parte del ministerio.
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El obispo de la Diócesis de Ocaña, monseñor Luis Gabriel Ramírez Díaz, ante el inminente peligro, en aras de proteger a la comunidad y al clero decretó la suspensión de los todos los oficios religiosos en el centro poblado, ya que no hay condiciones.
La medida se tomó hasta cuando las entidades correspondientes procedan a reparar los daños del patrimonio cultural del orden departamental.
La comunidad, la iglesia católica e incluso la administración municipal no pueden hacer una intervención debido a la declaratoria. “Pensábamos que iba a ser mejor para lograr recursos, pero mire que el abandono es total”, reiteró la señora Navarro.