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Misión madre Leticia podría marcharse de Ocaña
Crisis económica afecta los programas solidarios en el Catatumbo.
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Javier Sarabia Ascanio
Javier Sarabia
Miércoles, 10 de Mayo de 2023

La crisis económica a nivel mundial repercute en las instituciones solidarias dedicadas a la restitución del tejido social en la zona del Catatumbo.


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 La Misión madre Leticia de origen italiano llegó hace 25 años para mitigar los efectos de la violencia donde se brinda protección a las niñas desplazadas para que continúen los estudios a nivel primario, secundario e incluso superior.
 
Sin embargo, atraviesa por una difícil situación económica, debido a los escasos recursos percibidos desde el territorio europeo, indica la superiora encargada, hermana Alexandra Hernández, de la congregación Hijas de la misericordia.
 

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“Estamos viviendo la época de las vacas flacas, pero Dios proveerá para solventar el problema generado por la pandemia. Acudimos a los corazones bondadosos para seguir con la misión en esta zona del país, golpeada por la violencia”, reiteró la religiosa.
 

Una difícil situación económica atraviesa la Misión Madre Leticia en el municipio de Ocaña.
Un oasis en el desierto

La comunicadora social, Zaida Acosta Garay, desplazada por la violencia de la zona del Catatumbo desde muy niña recibió la protección de las hermanas italianas y hace un llamado para salvar esa institución de carácter humanitario.
 
“Allí me brindaron abrigo y una oportunidad de vida para salir adelante con mis 6 hermanas porque estábamos metidas en la apartada zona de La Cristalina del municipio de El Carmen. Tendieron esa mano amiga a mi madre quien nos sacó adelante con el apoyo de las monjas”, agregó.
 
Es inadmisible que una institución altruista esté atravesando por esa grave situación económica. Esa bonita labor con la niñez desamparada no se puede perder y deben continuar en Ocaña, recalcó.

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La profesora Sandra Sánchez del colegio La Salle, resalta la abnegada misión de las hermanas para sembrar valores éticos y morales entre la población infantil. “A la institución, llegan esas menores de edad huérfanas en precarias condiciones y son recibidas con mucho amor y dedicación por las monjas para garantizar mejores condiciones de vida. Es hora de solidarizarnos con esa congregación”, precisa.
 

Una difícil situación económica atraviesa la Misión Madre Leticia en el municipio de Ocaña.
La magnitud del problema

La ecónoma, sor Alexandra Hernández, toca las puertas de las distintas instituciones oficiales de la región para conjurar la crisis y ayudar a niñas y adolescentes desamparadas producto de la violencia arraigada en esta zona del país.
 
“Atendemos con la alimentación y educación a 24 niñas en condiciones de vulnerabilidad y eso cuesta ya que están en proceso de crecimiento y desarrollo, pues ofrecemos el servicio desde jardín con la guardería”, agregó.
 
Además de las distintas áreas del conocimiento humano se imparte orientación con las expresiones artísticas con danzas y música gracias al apoyo de la secretaría de Educación, Cultura y Turismo.
 

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Asimismo, el proyecto de vida donde se expone el carácter humano en todas las dimensiones con la asesoría emocional de una sicóloga a través de talleres donde descubren virtuales para fortalecer una convivencia sana e integral útil a la sociedad.
 

Una difícil situación económica atraviesa la Misión Madre Leticia en el municipio de Ocaña.
La ruta de la solidaridad

La senda de la fraternidad y la divina providencia la inició por allá en la década de los 90 el sacerdote eudista Humberto Lugo Arguelles quien solicitó a los benefactores italianos una mirada hacia la convulsionada zona del Catatumbo.
 
Una región bastante álgida por el flagelo de la violencia ameritaba la implementación de un hogar con el calor humano para resarcir las pérdidas por el fenómeno de la violencia. 
 
Durante los 25 años gozaron con el apoyo internacional, pero luego de la pandemia donde muchos benefactores fallecieron y otros viven el descalabro económico, las ayudas son muy pocas.
 
Ahora necesitan el apoyo de los voluntarios, pues se tiene el falso concepto que reciben grandes cantidades de plata del viejo continente.
 
“Sería tremendo que estas obras sociales se acaben, no es cuestión de pedir dinero, sino la restitución del tejido social con la protección de la infancia y adolescencia. Son muchas las niñas que se han beneficiado, algunas profesionales otras formalizaron sus hogares, pero no les alcanza los ingresos para retribuir a la misión”, indica la hermana Alexandra Hernández.
 
En reiteradas ocasiones ha visitado a los entes gubernamentales para solicitar ayuda, pero los gobernantes de turno son indiferentes y nunca destinan los recursos para esas obras sociales.
 
En la actualidad se piensa incorporar una serie de estratégicas como el plan padrino de adopción de las niñas a la distancia donde se encargue de pagar una cuota y así mitigar la difícil situación económica de los últimos años.

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No reciben subsidios de los programas sociales del Estado y están a la merced de los buenos corazones para sostener la Misión Madre Leticia. “Dios no desampara a nadie”, exclama la hermana con ese espíritu altruista y humanitario que la ha caracterizado.


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