Se llaman Arón, Ónix y Raymon, de seis, cinco y cuatro años y medio, respectivamente, de los cuales la mayor parte del tiempo la han pasado olfateando personas, cajas, paquetes y celdas en dos penales del país.
A simple vista se les ve como perros juguetones, inofensivos, que no se separan del guía al que miran fijamente a la espera de una orden para poner a prueba su instinto animal y sus habilidades olfativas.
Sus desarrollados olfatos han puesto al descubierto a todo aquel que pretende ingresar marihuana, cocaína y otras sustancias psicoactivas o elementos prohibidos al centro penitenciario de Pamplona.
Siempre están dispuestos a hacer lo que más les gusta: oler. Y de acuerdo con los resultados, el amo los premia con una galleta o una pelota de goma.
No les importan si son hombres, mujeres o jóvenes. A todos los olfatean por igual y saben quienes llevan el estómago cargado con narcóticos.
También detectan a los consumidores o si han manipulado sustancias prohibidas, al igual que rastros de explosivos.
Para muchos son odiados y para unos pocos son queridos por los positivos obtenidos con solo oler y sentarse al lado de quienes portan drogas.
Esa es la señal que recibe el guía canino y de inmediato procede con el protocolo legal de pedir la presencia de la autoridad judicial.
Las “mulas” son conducidas a urgencias del hospital San Juan de Dios en donde se someten a las pruebas de rayo X.
Aquí se puede decir que el olfato nunca falla. Los resultados son positivos.
Se detectan los envoltorios y se hacen los procedimientos médicos para que sean expulsados libremente.
En estas acciones, hombres y mujeres han sido capturados, judicializados y enviados a la cárcel por el delito de tráfico y porte de estupefacientes.
El olfato de estos caninos también salvan la vida de quienes ingieren los dediles con cocaína o marihuana, porque podrían morir en caso de explotarles en el estómago.
También de no permitir que cientos de dosis sean consumidas por los internos.
Cuidados
Dado el valor que poseen para el Inpec y para evitar que atenten contra la vida de estos animales, tienen un área especial donde se alimentan, duermen y pasan la mayor parte del tiempo.
Allí, los guías los consienten, los cuidan y los alimentan dos veces al día.
El artífice
El guía canino y miembro del Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (Inpec), Yesid Morales Morales, tiene seis años de haberse especializado en este oficio.
Ha ejercido esta labor en Cali y Pamplona, en donde ha dado golpes certeros a los expendedores de drogas alucinógenas que las pretenden ingresar a las celdas, a través de diferentes modalidades.
En los últimos años, a Arón y Ónix se les atribuyen el decomiso de más de 2.000 dosis entre marihuana y cocaína.
También al revisar las celdas han detectado celulares, sim cards, armas blancas y dinero en efectivo, entre otros objetos no permitidos por el Inpec.
El proceso consiste en hacer que los visitantes conformen una fila y poco a poco se van sentando en las cinco sillas disponibles para revisión.
Acto seguido entra en acción Arón que va de puesto en puesto oliendo, tanto a los hombres y como a las mujeres.
Cuando el canino siente el olor de determinada partícula o sustancias, se sienta al pie de la persona indicando el positivo. Ahí también entra en acción Ónix que confirma la señal.
Los perros de acuerdo con el adiestramiento que reciben, saben diferenciar entre lo que es impregnaciones y cuando en verdad una persona lleva droga ingerida, adherida al cuerpo o en los genitales.
Después se hacen las pruebas con rayo X, que corroboran las actuaciones de los sabuesos.
Cifras
Entre 2014 y lo corrido en los primeros cinco meses de 2016, se tienen contabilizadas 2.000 dosis de sustancias alucinógenas decomisadas, entre las visitas, requisas en las celdas y las que arrojan en la parte trasera de las instalaciones.
El caso que más llamó la atención fue el de una persona a quien le detectaron 62 capsulas en el estómago, de las cuales 55 eran de marihuana cripy y 7 de cocaína de alta pureza.
En el hecho más reciente lo protagonizó un visitante procedente de Cúcuta que pretendía ingresar a la cárcel con 16 dediles entre marihuna y cocaína, para un total de 55 gramos de narcóticos.
Tenía el estómago repleto con gruesos envoltorios.
“Uno con la experiencia y sicología puede tener la certeza de quienes pretenden ingresar con drogas”, dijo el guía canino mientras acariciaba a Arón, que daba salto para quitarle la pelota que utiliza para premiarlo.
De esta manera tanto Arón como Ónix están listos para oler los visitantes los fines de semana.