El metro de Bogotá ha sido como el histórico florero de Llorente, el principal motivo de discordia y pelea entre el presidente de Colombia, Gustavo Petro, y la alcaldesa de Bogotá, Claudia López.
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El mandatario colombiano, desde que fue alcalde de Bogotá, ha tratado de ejecutar el metro subterráneo. En su gestión, Gustavo Petro no lo alcanzó a dejar la contratación que sí firmó el exalcalde de Bogotá, Enrique Peñalosa, junto al gobierno del expresidente Duque y el consorcio chino conformado por las compañías Harbour Engineering y Xi’An Metro.
El contrato lo ha continuado la alcaldesa López junto al consorcio chino, esto hasta que en noviembre de 2022, el ahora presidente Petro manifestó su intención de buscar posibilidades jurídicas y legales que permitan que, por lo menos, un tramo de la primera línea se haga subterráneo.
La solicitud se hizo en medio de una reunión que se cumplió entre el presidente, la alcaldesa y el ministro de Transporte, Guillermo Reyes.
“Les solicitó que se hiciera una estimación de los eventuales costos de las implicaciones técnicas y jurídicas de revisar la posibilidad de subterranizar el tramo de la Caracas, el contrato se mantiene, la primera línea se mantiene, la financiación se mantiene, pero el presidente ha pedido que se explore la posibilidad de subterranizar el tramo de la Caracas”, expresó López en su momento.
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De dicha se reunión se acordó que el consorcio chino presentaría las diversas opciones a la solicitud del mandatario en el mes de enero, opciones que efectivamente se dieron a conocer a finales del mes y que comenzarían a ser avaluadas.
El consorcio chino presentó cinco opciones que permitirían hacer dicha construcción y que podrían estar costando entre ocho y 17 billones de pesos más de lo estimado y las obras podrían estar tardándose entre tres y seis años más.
Las propuestas evidencian los diversos puntos desde donde podría comenzar la construcción del metro subterráneo, las valoraciones contemplan la limitación de los tramos, por ejemplo, entre las estaciones de la Primero de Mayo y la calle 72, o entre la calle 53 con Caracas hasta la calle 100, entre otras.
Cada propuesta hace la valoración de costos teniendo en cuenta el número de estaciones subterráneas que habría en el tramo y cuánto podrían estar costando.
Para evaluar las opciones, un primer encuentro se acordó el 23 de enero, pero el mandatario lo canceló debido a que tenía que trasladarse a Buenos Aires (Argentina), para participar en la cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac).
La reunión se efectuó finalmente el miércoles 25 de enero, la cual duró cerca de cinco horas y allí se acordó que el Gobierno instalaría dos meses simultáneas para analizar si jurídica y financieramente es viable hacer la subterranización del sistema masivo desde la carrera 50 con avenida Primero de Mayo hasta la calle 72 con Caracas, es decir, agrega un tramo subterráneo de 3,9 kilómetros.
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En medio de esa evaluación, los comentarios entre la alcaldesa y el presidente no han terminado. Recientemente López, en un evento en el que presentaba los avances de la primera línea, la alcaldesa manifestó que no se cambiaría el contrato.
“El metro es el proyecto de infraestructura más grande de Colombia, si alguna señal no puede dar el país y mucho menos Bogotá es cambiar unilateralmente los contratos, unilateralmente no se va a cambiar ningún contrato”, expresó López.
Y reiteró la alcaldesa: “Esta es una decisión técnica, no política, ni ideológica, el Metro no va a parar ni una hora, ni un minuto, hemos esperado 60 años en disputas inútiles, en papel tras papel, en estudio tras estudio, y esta es la primera vez que tenemos trabajadores, máquinas, y la plata para construirlo”.
Un día después de esas declaraciones, en medio de una conversación con periodistas en la Casa de Nariño, el mandatario colombiano aseguró que la actual línea del Metro de Bogotá, como tiene planeada la Alcaldía, es una “chambonada”.
“No voy a ser cómplice de meter ese esperpento de Metro elevado por la Caracas, esa chambonada. Si lo hago, las próximas tres generaciones después de que lo inauguren nos van a maldecir, por no decir groserías”, expresó Petro en medio de la conversación.
El jefe de Estado además manifestó que, teniendo en cuenta consultas jurídicas realizadas por la Presidencia, en el contrato que tiene el consorcio chino con la Alcaldía de Bogotá, sí es posible incluir la construcción de un tramo subterráneo en la primera línea.
Esa misma afirmación la hizo el presidente Gustavo Petro en su cuenta de Twitter, pero segundos después de publicar eliminó el comentario.
“Todos los abogados consultados por el Gobierno Nacional nos han dicho que el contrato del metro se puede reformar para dejar un tramo subterráneo. Los conceptos están ya en poder de contratistas y del distrito”, había manifestado Petro en Twitter, pero lo eliminó posteriormente.
En medio del encuentro el mandatario insistió en que el metro elevado saldrá más costoso que su propuesta de hacerlo subterráneo.
Las declaraciones de Petro se difundieron y, por medio de su cuenta de Twitter, la alcaldesa se refirió al tema y hasta se refirió ya a la segunda línea del metro.
“La primera línea de Metro de Bogotá lleva 18% de avance de obra, cuesta $22,3 billones, la están haciendo hoy 4.200 trabajadores, empieza en Bosa/Kennedy y termina en la 72 con Caracas. Ahí empieza la segunda línea que va subterránea hasta Suba y Engativá”, expresó López.
Y el presidente Gustavo Petro continúa en su red social: “Es el dinero de toda la nación el que se invertirá mayoritariamente en el metro de Bogotá y demandamos su mejor calidad en favor de los y las usuarias y del vecindario por donde pasará”.
Hasta aquí no ha llegado la pelea entre el presidente y la alcaldesa, el reciente ultimátum que puso el Gobierno, anuncio que hizo el ministro de Transporte, Guillermo Reyes.
“Es muy claro, si no se aceptan como se ha venido diciendo que se hagan las modificaciones propuestas dentro del marco jurídico. Pues el Gobierno también, en la medida que financia el 70% de los otros proyectos, pues esos otros proyectos se van a tener que parar”, expresó Reyes desde la Casa de Nariño.
Todas las anteriores declaraciones evidencian las notables diferencias entre Petro y López, disgustos que acordaron dejar de lado en la campaña presidencial con un pacto de no agresión que evidentemente se rompió hace algunos meses.
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