El grupo musical ‘El Bohío’, conformado por dos raperos cucuteños: Candres (Psicólogo) y Escribano (Trabajador social), sacan luego de varios años juntos en proyectos musicales, su primer álbum como grupo llamado ‘Duku’ palabra de origen Barí que significa carrera por la selva, analogía que usan los músicos para representar su propia carrera por su selva urbana, llamada Cúcuta.
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Con 14 canciones, El Bohío se convierte en uno de los pocos grupos artísticos que están publicando álbum a lo ‘old school’ porque actualmente la industria se caracteriza por sencillos en redes sociales.
La Opinión dialogó con Candres y Escribano para conocer la historia y recorrido detrás de las letras y bases de Duku, que aseguran podrá ser escuchado por cualquier cucuteño y se sentirá identificado con una rima o alegoría al patrimonio de la capital nortesantandereana.
¿Cuál consideran que es el valor agregado del álbum?
Escribano: La identidad que está plasmada, en todas las canciones hay pequeños homenajes a nuestra tierra, en las canciones se encuentran muchas estructuras y lugares de la ciudad que resaltamos y admiramos, por lo que usamos al rap como un instrumento para apostarle a la cultura.
Candres: Las letras son procesos de vida, algunas las creamos desde nuestra experiencia como estudiantes universitarios, como raperos, como ciudadanos o jóvenes profesionales, en general buscamos representar a todas las personas del común que tienen que rebuscárselas en la ciudad como sea.
¿Si creen que la música puede llegar a transformar la percepción negativa que se tiene de la ciudad? O ¿Cuál es su impresión de la música?
Candres: Claro, en lo personal con la música pude desarrollar mejor mi personalidad y forma de ser, también la he usado como herramienta de transformación social con niños y niñas enseñándoles y orientándolos en sus proyectos musicales para que vean otras alternativas desde el arte y cambiar los imaginarios que asumen como únicos para ganarse la vida.
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Escribano: La música es la herramienta donde quisiera vivir, es una forma de expresar las cargas que tenemos. Muchos de los temas que se escriben nunca salen ni se graban, porque son solo parte de expresarlo. Sirve de desahogo, enseñanza, medio de trabajo, en fin, tiene muchas facetas.
Las señas del público como representación de un Bohío que hace parte de la cultura Barí.
Tengo entendido que ambos se graduaron con una tesis relacionada al rap ¿Cómo fue la experiencia de unir la academia con lo que los apasiona?
Escribano: Mi experiencia fue muy chimba, a eso del 2016 viajamos a un encuentro de estudiantes de trabajo social en el corregimiento Doña Josefa en Chocó. En ese lugar conocí un parcero grafitero que estaba socializando un proyecto de investigación que unía su arte con mi carrera y eso me marcó, al regresar creamos un colectivo con varios compañeros donde enseñábamos desde nuestros propios artes, yo rapeaba, otro compañero hacía manualidades o nos enseñaban a hacer telas. Ya en mi trabajo de grado investigué, diagnostiqué y ejecuté un proceso con rap donde buscamos construir la identidad con estudiantes de un colegio de Cúcuta. Los resultados fueron brutales.
Candres: Ver el trabajo de Escribano me motivó a unir al Hip-Hop con la psicología, agradezco bastante haber elegido una carrera social, sin embargo, desde que entré tenía la inquietud de unir al rap con la academia, mi trabajo fue una revisión documental de construcción de identidad a través de la cultura Hip-Hop.
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¿Cómo fue trabajar con niños enseñándoles a expresarse por medio del rap y el arte?
Candres: Se experimenta una retroalimentación muy potente, estuve en el barrio Manuela Beltrán, y encontré mucho talento de parte de los pelados. Por otro lado, es visible que les hace falta identidad y expresarse, ellos tienen muchas cosas por decir. Eso pasa por la marginalidad, por lo general visitaba asentamientos y barrios periféricos, en esos lugares la realidad es muy difícil, sin embargo, cuando hacíamos unas rimas o ritmos con la boca, se quedaban impresionados y comenzaban a aprender.
Escribano: Otro problema relevante es el poco acceso a la información y cultura, de hecho el rap, el tejido y otras expresiones artísticas están tomando fuerzas cada vez más por la facilidad que tienen de empatizar con comunidades, y que se sientan escuchados, desde su alma. El rap tiene eso, es muy sincero.
¿Cómo definen el álbum para una persona que no lo ha escuchado?
Escribano: Es música cucuteña, rap de Cúcuta, que le den la oportunidad y verán como se sentirán identificados por una rima o referencia.
Candres: El disco tiene muchas referencias resaltando memoria a nuestros ancestros. El intro se llama Zoica, que es como ellos le llaman al Bohío, porque esa palabra es solo usada por el hombre blanco, que en este caso somos nosotros, y en la introducción habla Ascaira, gobernador de los barí.
¿Tienen algún llamado a las entidades gubernamentales encargadas de promover la cultura?
Escribano: En la ciudad existe mucho rap, y aunque siempre falta apoyo, financiación y promoción por parte de estas entidades, el rap no se detiene por eso. A la escena de Cúcuta le falta entender eso y mostrarse más. Sabemos que es difícil, nosotros, por ejemplo hemos gastado mucho dinero en la producción.
¿Qué esperan del disco?
Candres: Le apostamos más allá de nuestras expectativas comerciales, a ser una referencia para que otros parceros hagan sus proyectos de manera profesional, grabar en un estudio, en nuestro caso fue La Guardia Estudio, pagar un buen arte para la portada, pagar los videos, las bases de rap, aquí hay raperos buenos, pero faltan más acciones que activen la escena de forma profesional.
Las bases del álbum fueron creadas por Escribano, las grabaciones en La Guardia Estudio y las letras entre ambos rapero.
El álbum se encuentra disponible en el Spotify de Escribano y Candres, y en el canal de YouTube de El Bohío desde el 20 de agosto. Su proceso de creación fue desde inicios de la pandemia a finales de julio de este año.
En sus canciones se observa una posición política basada en el apoyo al discriminado, herido, maltratado o juzgado injustamente.
Así como sus trabajos comunitarios en barrios vulnerables, sus proyectos musicales reflejan un mensaje directo hacia el manejo estatal de los recursos para garantizar una convivencia humana y desarrollo óptimo en educación, salud y vivienda.