Marcos tiene 12 años y es muy tímido. No le gusta hablar en público y en las clases virtuales del año escolar pasó desapercibido. En las reuniones familiares de su casa prefiere estar solo en su habitación viendo las redes sociales en el teléfono celular.
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Si es de los padres que deja que sus hijos pasen horas manipulando dispositivos inteligentes, debe saber que esta práctica poco a poco generará en ellos inseguridad de sí mismo, baja autoestima, incluso tendrán dificultades para expresar sus emociones.
Los expertos indican que es preocupante ver tantos niños y adolescentes absortos, cuales “zombis”, con toda la atención acaparada en videojuegos, servicios de streaming, redes sociales, en sus teléfonos, tabletas o computadoras, al punto de que los pequeños de las nuevas generaciones aprenden a usar estas tecnologías mucho antes que andar bicicleta o nadar.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) señala la importancia de que los niños tengan una buena salud mental en la infancia porque les permitirá “alcanzar los indicadores del desarrollo e indicadores emocionales, así como también aprender habilidades sociales saludables y cómo enfrentar los problemas que puedan presentarse”.
La psicóloga cucuteña Naylú Vergel menciona que para muchos padres es difícil en estos tiempos entretener a los niños y jóvenes contra este arsenal de tecnologías y ante ese escenario la supervisión parental es casi nula y los pequeños tienen rienda suelta para hacer y deshacer.
“Las consecuencias son graves, lo veo a diario en mi consulta privada, muchos padres quejándose de la misma situación: ‘Es que este niño no quiere salir de su habitación, todo el día pegado a su teléfono, llega visita y no habla con nadie, ni con nosotros’. El escenario es preocupante pues -en muchos casos- estos jóvenes se ven imposibilitados a desarrollar habilidades sociales porque usualmente viven aislados en estas tecnologías, se tornan introvertidos, se les dificulta expresar emociones, comunicar lo que piensan, desahogar lo que sienten, esto genera inseguridades y baja autoestima”, dijo la experta.
Pandemia y consecuencias
Vergel resaltó que el foco hacia la tecnología y el aislamiento social se incrementaron a causa de la pandemia de la COVID-19. Según los últimos reportes de Unicef, al menos 1 de cada 7 niños se ha visto directamente afectado por los confinamientos en todo el mundo.
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“Los jóvenes también presentan hábitos inadecuados de sedentarismo, alimentación a deshoras -que puede provocar obesidad-, incluso es común ver desajustes del reloj biológico, producto de la alteración de los hábitos de sueño, duermen de día porque usualmente de noche están absortos en las pantallas”, acotó la psicóloga.
El médico pediatra Carlos Andrés Vera explicó que las implicaciones del hábito de estar conectados por un tiempo prolongado en los celulares o consolas de videojuego conllevan a la consideración de factores de riesgo en la parte emocional.
“Estos dispositivos hacen que haya una mayor capacidad intelectual, en la motricidad fina, motricidad gruesa (capacidad del desarrollo de diversos movimientos y gestos), estos factores de adrenalina liberados junto con las endorfinas de sentir que están inmersos en un mundo en el cual hay una sensación de placer porque está en una comunidad irreal, hacen que empiecen a perder la capacidad de integrarse de manera externa y dejan a un lado la actividad física, los juegos grupales o la capacidad de estudiar en un entorno donde haya que hablar con otras personas”, expuso el doctor Vera.
Si bien contribuye de forma positiva en la motricidad de los pequeños, el especialista manifiesta que estos dispositivos pudieran ir en contra de su lenguaje porque no hablarán constantemente y retrocederían en la facultad de expresión, de integración sicomotora y en el área de actividades deportivas.
Una encuesta internacional efectuada por Unicef a niños y adultos de 21 naciones reveló que 1 de cada 5 personas, entre 15 y 24 años entrevistados, se siente deprimido o se encuentra poco interesado en hacer alguna actividad.
Vera menciona que también pueden presentarse situaciones de agresividad, de alteración sicomotora o del sueño, o del ritmo circadiano, ya que por querer muchas horas en juego no se logra tener un adecuado procesamiento de las capacidades de integración. Los niños dejan de comer, de dormir y no asisten a la escuela.
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“Muchas ocasiones son alto riesgo para depresión, trastornos esquizoide o sensación de persecución o trastornos obsesivos compulsivos. Se ha demostrado que algunos adolescentes han tenido ideaciones suicidas o han cometido actos en contra de ellos mismos por evitar que se le desconecte de una consola o videojuego”, declaró el médico pediatra cucuteño.
Recomendaciones
La psicóloga Vergel sostiene que no es recomendable que los menores de 14 años tengan teléfonos inteligentes, y de ser así, los padres deben asegurarse que solo puedan acceder a contenidos apropiados para su edad, supervisar sus comunicaciones, ya los hijos corren peligro con la cantidad de depredadores y criminales escondidos detrás de las redes sociales, con objetivos claros en mente y grandes habilidades de manipulación.
Aconseja que los niños menores de 2 años no deban exponerse a dispositivos electrónicos porque puede generarles dificultades en la atención y el aprendizaje. “En términos de uso aceptable, en general hasta los 18 años, niños y jóvenes no deberían perder más de una hora en estas tecnologías vacías que por muy divertidas que sean no dejan nada productivo en sus vidas, una excepción aquí la constituyen los programas educativos, claro está”, expresó la doctora.
Enfatizó que los niños necesitan de la atención y cuidados de los padres y que a veces es comprensible que usualmente no se cuenta con el tiempo, pero es importante hacer un esfuerzo y reservar tiempo de calidad para invertir en actividades que nutren las relaciones.
“El compartir actividades refuerzan nuestros vínculos, fomenta la comunicación, la diversión, el cariño, la amistad y la confianza, pilares fundamentales a la hora de educar y brindarles las herramientas necesarias para que puedan enfrentarse al mundo”, dijo Vergel.
Comentó que los niños necesitan también de las artes, la música, el baile, aprender idiomas, actividades que los ayuden a ser seres integrales y sociales, aunque recomendó ser cuidadosos con los extremos, debido a que se han visto casos de padres que inscriben a sus hijos en demasiadas actividades extra curriculares, alejando a los niños de casa y eso tampoco es calidad de vida.
“Si tu hijo es tu motor, si tu mundo se vendría abajo si no estuviera tu hijo, si todo lo que haces lo haces por tu hijo, ¿por qué no juegas con tu hijo, por qué tu tiempo es tan limitado? Es probable que algunos respondan: ‘No sé, supongo que conmigo tampoco jugaban mis padres’. Ahí debemos reflexionar, si queremos continuar patrones o cambiar para mejor”, subrayó Vergel.
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