En un terreno que recibió como herencia familiar, Carlos Eutimio Acero, comenzó hace 20 años a enterrar mascotas fallecidas, para evitar que los animales fuesen lanzados en la vía pública.
En la actualidad, en su terreno, situado a un costado de la Avenida Rotaria de San Cristóbal, capital del estado fronterizo de Táchira, ya ha logrado sepultar más de 2.000 animales domésticos.
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En el camposanto de animales improvisado, se les ha brindado sepultura a perros, gatos, conejos, tortugas y hasta curies, relató Carlos Eutimio a La Opinión. La idea de sepultar animales se le ocurrió como una forma de ayudar a las familias humanas de las mascotas.
Carlos Eutimio recordó que la idea nació a raíz de que una vez cuando iba pasando por una clínica veterinaria vio a una señora que salía con un perrito muerto en sus brazos, la señora pensó en botarlo en el Chorro del Indio, entonces, él puso a la orden su parcela.
El sitio fue agarrando fama entre las familias de los peludos, al punto que en la actualidad lo llaman desde diversas zonas de San Cristóbal y sus alrededores para apartar espacios para entierros.
Desde entonces, esta labor de sepultar animales se ha convertido en una forma de ganarse la vida para este tachirense y al mismo tiempo de ayudar a las personas en ese momento de dolor de la pérdida de su acompañante.
El sepulturero de animales solicita a las personas una mata de limón o de jardín para sembrarla en el sitio donde queda sepultada la mascota, así como una colaboración para mantener limpia la zona y abrir el hueco en la tierra, el aporte se ubica en cerca de 20.000 pesos. Mientras que, cada vez, recibe más llamadas de ayuda y peticiones de espacios para enterrar animales.
“Ahora solo me dedico a esto y le colaboro a la gente para que no bote su perrito a la calle como hacían antes y terminaban de comida de gallinazos”, expuso Acero.
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Muchas personas sienten a sus mascotas como integrantes más de la familia, por ello, cientos de tachirenses están tomando esta opción de sepultura digna a sus animales domesticados.
Las familias llegan y lloran, duran hasta tres horas en el lugar, y se despiden de los perritos o gatos, luego vuelven a los días a visitar el lugar, describió. Sobre el espacio donde quedan enterrados, colocan placas con los nombres y fotos de sus seres queridos, además siembran el árbol para que puedan ubicar el punto cuando acuden a visitar las tumbas.
“Vienen, les hacen sus lápidas, les escriben sus nombres, el año en que nació y el año que murió”, dijo Acero.
Con el encargado del cementerio de mascotas se han comunicado empresarios de Caracas que les ha llamado la atención esta labor y han puesto en marcha este tipo de proyecto.
Eros, un perro Golden Retriever que tenía 9 años con su familia humana, halló un sitio para descansar y este jueves, precisamente, fue enterrado allí tras ser llevado en brazos por su dueña.
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“Él era parte de la familia, era el perro de mi hija, fue el sitio que encontramos para seguir conviviendo de alguna manera u otra con él”, relató la mamá humana de Eros.
Muchas personas llegan al sitio preguntando, se acercan con palas en manos y con desconocimiento de la zona, puesto que es el único cementerio en San Cristóbal exclusivo para mascotas y la meta de Acero es mejorar el espacio.
Sobre las tumbas de los animales dejan juguetes, recuerdos, dibujos y huellas de las mascotas para que no sean pasados por alto, puesto que consideran que ellos necesitan su espacio y un lugar donde puedan reposar.
A pesar de que la adquisición de materiales para hacer cercas o mejores caminerías significan un alto costo, estos obstáculos no le ha impedido a Carlos Eutimio avanzar en su proyecto; el sepulturero procura mantener el área desmalezada, pues además de abrir la tumba para el descanso de los caninos y felinos, luego de que el proceso de descomposición ocurre, limpia y extrae los huesos.
En la entrada del cementerio de animales hay un aviso como guía para que las personas logren encontrar el camposanto de animales, y eviten tirarlos en las vías públicas.
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