Sin mirar atrás, Franyeli Mariana Moreno, preparó un bolso con las prendas necesarias para vestir y, de la mano de su mamá, se armó de valor y pasó la raya fronteriza hasta llegar a Cúcuta.
De eso hace tres años. Venía con mucho optimismo, tal como lo han hecho miles de migrantes venezolanos. De este lado la esperaba un primo que emprendió el viacrucis mucho antes.
Allá se le cerraron las puertas al estudio de veterinaria y a toda posibilidad de surgir como profesional y artista. Y lo dice con un dejo de tristeza. Eso la impulsó a migrar, también con su único hermano cantante.
Ha visto espejos como el de Reymar Perdomo, quien se volvió tendencia en Lima, Perú, y Bogotá, con su vozarrón interpretando, en los buses, ‘Me fui’, una desgarradora canción que describe su cruda realidad, que es la misma que vive Franyeli Mariana.
O Brayan José Gregorio Pacheco que se vino de La Victoria, estado Aragua, Venezuela, con su viola pedir en los semáforos de Cúcuta. Al igual que Emmanuel Bastidas y Yoelis Camargo que con sus violines han torcido un poco su infortunio en las céntricas calles de esta capital que ven como una oportunidad, “un nuevo camino”.
Franyeli Moreno apenas tiene 22 años, pero unas ansias de cambiar su destino. Se le ha medido a varios trabajos temporales, “pero después decidí perder la pena y el miedo y lanzarme a los semáforos a hacer lo que más me apasiona: cantar, darme a conocer y ganarme el cariño de la gente”.
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En la Avenida Libertadores la han acogido y admiran su voz, su talento, pero ante todo su valentía. “Aquí me ven como una joven guerrera, soñadora, con una voz angelical” que transporta al transeúnte a Texas, Estados Unidos, a Selena Quintanilla, cuando interpreta ‘Como una flor’ o ‘Dulce amor’.
La reina de la música tejana es una de sus ídolos y por eso interpreta sus éxitos, prácticamente a capela, con un micrófono inalámbrico y un pequeño bafle que carga en la otra mano, en donde se amplifica el sonido con la melodía de fondo. Al principio su mamá le ayudaba a tener el bafle, pero “ella se regresó a La Guaira, porque allá quedó mi papá”.
También admira a su paisana Carolina con K, la tecno-merengue de los 90.
Y Franyeli Moreno no ha pasado inadvertida en estos dos años que ha tomado como tarima la avenida Libertadores. De allí le han surgido contratos para amenizar reuniones familiares, karaokes y fiestas privadas.
Las mañanas son las preferidas para trabajar cantando, oficio que combina con la venta de merengues “para descansar un poco la garganta”. Siempre usa camisa manga larga y gorra para protegerse del sol. Con una sonrisa al mal tiempo afirma que “todos los días son buenos porque la gente le corresponde para regresar a casa con dinero y solventar las necesidades”.
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“En la calle, uno está expuesta a todo: al sol, a la lluvia, al peligro, pero como confío en Dios y obro bien, se que me seguirá yendo bien”. Se ha amañado en ese semáforo porque fue donde empezó hace dos años y le quedaba cerca a Ciudad Jardín, donde vivía con su primo. Ahora se mudó para Lomitas, Villa del Rosario, pero regresa a trabajar desde bien temprano a ese semáforo donde los vecinos la apodaron ‘la flaca’ o la ‘Selena Quintanilla’ venezolana.
Reymar Perdomo salió de Venezuela en el 2019. La artista conmovió las redes sociales con su canción ‘Me fui’, en la que resume lo que tuvo que vivir desde el momento en que decidió migrar de su país sin un rumbo fijo.
La cantante se subía a los buses interpretando 'Me fui' y el video llegó a manos del columnista Daniel Samper, quien se dio la tarea de buscarla, luego de contactarla hizo un video contando su historia y convocó a Andrés Cepeda, Carlos Vives y Santiago Cruz, quienes la sorprendieron al cantar su canción ‘Me fui’ en el mismo autobús en el que ella iba.
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La canción ‘Me fui’ ha sido un éxito y se ha convertido en el himno de millones de venezolanos, artistas latinoamericanos como: Debi Nova, Sebastián Yatra, Raquel Sofia, Juan Fernando Velasco, Valentino, Fonseca, Andrés Cepeda, Fanny Lu, Leslie Shaw, Santiago Cruz, Silvestre Dangond, Mario Cáceres y Javier Ramírez, se unieron a esta causa e interpretaron la canción de Reymar en homenaje a todas las personas que viven la misma situación.
Contrario a lo que le ocurrió a la cantante Reymar Perdomo, Yoelis Alejandra Camargo Ramírez se quedó en Barinas, Venezuela, a la espera de que su madre colombiana, Olga Rosalía Ramírez, se ubicara en Cúcuta para poder partir con su música. “Porque en Venezuela los días pasaban como si fueran siglos, eran una eternidad”. Y “Me fui”, como dice la canción que se ha convertido en el himno de los migrantes.
Después de recibir el título de abogada llegó a la frontera, a Villa del Rosario, al lado de sus padres y hermanos. “Agarré mi violín y mi equipaje y aquí estoy, creyendo en mí”.
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Recurrió a su talento y se unió a unos músicos que la invitaron a tocar en la calle, detrás del Ventura Plaza. Aún no tenía la nacionalidad colombiana y le era difícil conseguir empleo. Allí pasó dos meses y medio, de octubre a diciembre, bajo el sol y la lluvia y la mirada de extraños. “Fue una experiencia bonita, enriquecedora”. En diciembre le llegó la cédula colombiana y el panorama le empezó a cambiar.
Hasta que dijo: no sigo tocando en la calle. Empezó a conocer mucha gente y llegaron los contactos y los contratos para eventos privados. Aceptó la invitación de un grupo musical y se fue a un recorrido por Ibagué, Neiva, Armenia, Pereira y Bogotá. Hoy es una exitosa violinista que le ha cambiado su vida y la de su familia.
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