Alba Esteva es colombo venezolana, cuenta con la doble nacionalidad gracias a su padre. Es educadora con maestría en Tecnologías educativas, también estudió cocina y es una apasionada del teatro. Ahora vive en Colombia, específicamente en la ciudad de Pamplona y ha puesto todos sus dones al servicio de esta ciudad que ha adoptado como propia. “Toda persona que llegue a Pamplona, es imposible que no se enamore de ella”, confiesa con ilusión.
Su historia de resiliencia da cuenta de la voluntad de adaptación y los valores agregados que fomenta la cohesión social de los venezolanos en Colombia. Porque, “los magíster también migran, los doctores también migran, los recién graduados profesionales también migran”, aclara ella.
No obstante, su proceso de integración ha superado altibajos a la par de generar beneficios para el entorno en el que se desenvuelve, desde los distintos ámbitos tanto académico como artístico y de emprendimiento que motorizan su vida. Bien dice que: “La pandemia nos mostró que hay mucho emprendedor venezolano aquí en Pamplona, que le están metiendo corazón durísimo”.
Dice que su salida de Venezuela es como haberse divorciado estando enamorada del ex, porque, como muchos de los casi seis millones que han huido hasta hoy, migró de manera forzada.
“Yo soy más que una migrante, soy más que un caminante y soy más que una persona que viene de un país que está hecho nada, somos gente y eso es lo que importa, porque a todos nos quitan la cédula y nos ponen en la luna y todos somos seres humanos”, apunta esperanzada.
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