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Ocaña
Tras la huella del ‘jinete fantasma’ en Ocaña
Una investigación para determinar los aportes del legendario Antón García de Bonilla.
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Javier Sarabia Ascanio
Javier Sarabia
Categoría nota
Viernes, 18 de Noviembre de 2022

El Ministerio de Educación Nacional, conjuntamente con el Servicio de Aprendizaje, Sena-Aguachica y la Academia de Historia de Ocaña, adelantan una investigación para determinar los aportes del legendario personaje Antón García de Bonilla.


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El escritor Luis Eduardo Páez García manifestó que el encomendero jugó papel fundamental en la promoción de la educación con la traída de los jesuitas y la creación de un colegio.

Páez, presidente de la Academia de Historia ilustró a los visitantes sobre el ‘jinete de la noche’ que se ha perpetuado en la mente de los habitantes de la región.
 

Un grupo de académicos se encuentran tras las huellas del legendario personaje de Antón García de Bonilla.
 
Cuatro personajes con el mismo nombre

El primero llega con el fundador de Ocaña, Francisco Fernández de Contreras en el año de 1570, ocupa cargos oficiales de la nueva ciudad, miembro del cabildo, suscribe en 1578 un informe que se le manda al gobernador de Santa Marta.

“El hombre, que acumula un gran caudal, acostumbraba en esa época a que se casaran los personajes notables, los primeros fundadores y pobladores entre sí para conservar el poder, dominio económico y social de la época”, reiteró.

Ese personaje tuvo un hijo bautizado como Antón García, ese a su vez otro con el mismo nombre y posteriormente surgió el cuarto para perpetuar la generación.

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“Hay testamentos de Antón García de Bonilla en el Archivo General de la Nación y el centro de consulta histórico de Tunja donde dicen que es ciudadano del mismo nombre y una india ladina”, agrega.
 

Un grupo de académicos se encuentran tras las huellas del legendario personaje de Antón García de Bonilla.
 
Un hombre altruista

El último está vinculado a una leyenda surgida desde su hacienda de San Roque, en Aguachica, donde las sobrinas se enferman y al no poder curarse, viene a Ocaña, se postra ante la puerta de la capilla de Santa Rita e implora a cambio de buena parte de su fortuna. De regreso encuentra a los seres queridos bien, pasó el tiempo, envejeció, murió y olvidó pagar la promesa.
 
Según la tradición oral, vaga por aquellos lugares que recorrió en vida. Lo han visto en Aguachica, Río de Oro y Ocaña, especialmente en las calles del Embudo y la bajada de Santa Rita.
 
Vestigios históricos indican que fue el primero en preocuparse por la Educación y está vinculado a la gestión de traer a los jesuitas para construir un colegio en Ocaña.
 
También vinculado al poblamiento de Río de Oro debidamente documentado.

“El pueblo, adiciona a ese personaje que se hace de los estudios folclóricos a los llamados cuentos de espantos que son de estirpe española y a la leyenda que se basa en un hecho real”, agrega el historiador Páez.

Lo más probable es que la promesa haya sido dar dinero a la iglesia que acostumbraban los encomenderos de la época. “El colegio se abrió en Ocaña, duró cerca de dos meses y luego se cerró porque los jesuitas consideraron que la lengua de los ocañeros era muy brava y podía perjudicar a la orden compañía de Jesús, pero sí aceptaron la donación.

La leyenda hace parte del patrimonio cultural inmaterial los pueblos.

La instructora de SENA, Aceneth Medina Monsalve, señala que se recopila toda la información dispersa para la publicación de un libro y fortalecer el sentido de pertenencia.

La profesora manifestó que jugó papel trascendental en el proceso evolutivo de la región desde las haciendas en el sur del departamento del Cesar.

El maestro Camilo Fernando García, profesional en archivística y bibliología, asegura que es una persona muy dada a la comunidad porque tenía varias haciendas llenas de árboles, resguardos indígenas y quebradas tributarias en el río Magdalena.
 
Planteó la posibilidad de crear un colegio, hipotecando las fincas. Se convirtió en leyenda cuando logró el aprecio de la gente y devoción por eso recorre las calles de las poblaciones de la región.

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Marylei Rangel Garay, instructora del Sena, resalta la recopilación histórica para mantener vivas la memoria.
 
Asegura que el imaginario popular de los ancestros conserva esa tradición importante para fortalecer el sentido de pertenencia.

 

Un grupo de académicos se encuentran tras las huellas del legendario personaje de Antón García de Bonilla.
 
Los testimonios de mitos y leyendas  

Muchas historias se han tejido en los municipios de la provincia de Ocaña relacionadas con fantasmas y espantos que merodean la mente de los habitantes de la región.

 Familias enteras se sentaban alrededor de un fogón o una vela para escuchar los mitos y leyendas que ponían la piel de gallina y nadie quería ir a la cama por temor a encontrar esas figuras fantasmagóricas.
 
El presidente de la Academia de Historia de Ocaña, Luis Eduardo Páez García, no ha sentido esa experiencia de tropezarse con un espanto, pero indica que existen muchos mitos y leyendas producto del imaginario popular en esta región del país.
 
Aunque no ha percibido seres de ultratumba, recuerda anécdotas contadas por ilustres personajes de la época sobre las apariciones del legendario Antón García de Bonilla.
 
Por mucho tiempo se tiene la leyenda de Antón García de Bonilla un encomendero español que incumplió una promesa a Santa Rita y su alma en pena recorre las calles empedradas de Ocaña en su negro corcel.
 
El miembro de la Cruz Roja Colombiana, capítulo Ocaña, Fernando Sánchez Barbosa, narra la manera como se le apareció Antón García de Bonilla.
 
Hace 12 años, luego de la procesión del Santo Sepulcro, se dirigió hacia su vivienda ubicada en la calle del Embudo, cuando comenzó a escuchar el galope de un caballo. Se preguntó que a esa hora era imposible y cuando salió a mirar observó en medio del humo la silueta del hombre cabalgando que se perdía al doblar la esquina.
 
“Tomé la cámara y alcancé a grabar algo. Era el alma de Antón García de Bonilla. Ahí uno siente nervios, mucho frío y no sabe qué hacer”, agrega.
 
El lector de la catedral de Santa Ana, Pedro Nel Ropero Ascanio, fallecido a principios del presente año, también observó al legendario personaje.

“Estaba viendo televisión cuando escuché el paso de un caballo, se me hizo extraño, salí a la calle y el hombre se bajó, amarró la bestia en el poste de la luz, se arrodilló al frente de la puerta de la iglesia de Santa Rita, levantó las manos y se puso a rezar”, agrega.
 

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Una niña vecina comenzó a gritar del susto, se montó en el caballo, se fue hacia la esquina y tomó la calle del Embudo, indica el comerciante.

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