Villa del Rosario, municipio de Norte de Santander conocido popularmente como la ‘Cuna de la Gran Colombia’, guarda muchos misterios y curiosidades que poco a poco han sido descubiertas.
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Esta población que es fronteriza con Venezuela tiene Bienes de Interés Cultural de Carácter Nacional, en los que se encuentra el Centro de Convivencia Ciudadana, mejor conocido como la ‘Casona’, ubicado a una cuadra del parque principal Los Libertadores, más exactamente en la carrera 6 entre calles 6 y 7.
Este sitio despierta mucho interés porque cuando el médico homeópata José Jacinto Manrique construyó la ‘Casona’ a finales del siglo XIX, donde vivió durante muchos años y hasta funcionó un hospital, también abrió un túnel que llegaría a otros tres puntos del municipio histórico.
Según Gerardo García Contreras, historiador y presidente de la Asociación Centro de Historia e Investigación de Villa del Rosario, el galeno llegó a ser alcalde municipal durante cuatro periodos y tenía conocimientos sobre varios campos de la medicina; debido a que era partero, sanaba enfermos mentales y hasta realizaba una que otra cirugía, sin embargo, lo que más les llamaba la atención a los habitantes era su generosidad, porque no le cobraba a los pobres por su consulta y hasta les regalaba los medicamentos.
El historiador contó que en 1895 Manrique inició la construcción de la enorme casa colonial, que abarcaba casi toda una manzana y funcionó como la ‘Casa Hospital Doctor José Jacinto Manrique’, pero que lamentablemente hoy no se encuentra totalmente como era en ese entonces.
La construcción
“La hizo con cuatro ventanas; muchas habitaciones para atender a sus pacientes, con un portón y contraportón para que pudiera entrar montado en su caballo hasta el patio, como se hacía en esa época y en la parte de atrás le construyó un sótano que era donde preparaba las medicinas”, narró Gerardo García.
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De igual manera, manifestó que al lado del sótano construyó un túnel donde, al parecer, José Jacinto resguardaba armas, pertrechos y a sus amigos que lucharon en la ‘Guerra de los mil días’, pero que tristemente en la actualidad, su entrada fue clausurada.
El historiador confesó que aunque no ha podido ingresar a dicho pasadizo secreto, cuenta con testimonios de algunas otras personas que sí lo hicieron, como Raúl Duran Pulido, Julio Moros y ‘Carmencita’, hija natural (fuera del matrimonio) de Manrique, que lo acompañó hasta el final de sus días.
¿Quiénes entraron?
“Raúl y Moros me contaron que avanzaron como unos 80 metros y que eso seguía mucho más allá, pero sintieron asfixia y cierto temor y se regresaron porque entraron sin ninguna preparación”, manifestó el historiador.
Todo esto empezó a despertar el interés de Gerardo García, que en una ocasión recordó que su tío Julio Contreras le había confesado que su bisabuela vivió casi al lado de la casona del doctor Manrique, por lo que no dudo ni un minuto en interrogarlo.
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“A escondidas de Manrique, que ya estaba bastante viejo, ellos se metieron una vez, y caminaron un poco más allá de 120 metros, en dirección ascendente, pero en un punto ya estaba todo muy oscuro y se encontraron con algunos murciélagos, así que decidieron salir del lugar”, sostuvo el historiador.
García Contreras también manifestó que el misterioso túnel fue a modo de prevención, debido a las sangrientas guerras civiles que sucedieron en esa época y que en referencia a la información que pudo recolectar, ese pasadizo secreto tendría algunas ‘ramificaciones’, su continuidad sería hacia la calle 5 con carrera 9, porque allí estaría ubicada otra vivienda que también fue de propiedad del galeno.
También hay otras versiones de algunos habitantes de este municipio del área metropolitana de Cúcuta que aseguran que en la ‘Casona’ sí existe un túnel subterráneo y que se extendería hasta una parte del barrio Villa Antigua, que comunica al Templo Histórico, por el que se cree, pasaban camufladas tropas con armamento en la época del general Santander.
Pero José Antonio Amaya Rodríguez, rector del colegio Luis Gabriel Castro y miembro de la Academia de Historia y la Asociación de Escritores de Norte de Santander, rechazó los relatos sobre dicho pasadizo subterráneo y declaró que no era tal cosa, debido a que nadie ha podido confirmar que lo que existe tras la reja tapiada sea realmente un túnel.
“Esos no son túneles, en la época de antes los acueductos eran así, grandes, realmente eso es un acueducto que llegaba a la casa de Santander”, indicó el docente e historiador.
De igual manera mencionó que el inmueble fue vendido a la familia García Herreros de Cúcuta por Carmen Manrique, hija de Jacinto, y estos posteriormente al gobierno municipal en 1988.
Sin embargo, hoy no se entiende porque esta mansión de enorme valor cultural no ha sido rescatada en toda su dimensión, como una joya de la arquitectura del siglo XIX y su pasadizo secreto dejado al descubierto, como una fuente de historia e ingreso para la cultura regional.
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