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Yo no soy inferior a nadie: víctima de mina y desplazamiento
Gerson Ortega perdió una pierna y un ojo en una explosión.
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Paola Ríos
Paola Ríos
Categoría nota
Lunes, 8 de Noviembre de 2021

Ni la agonía, el profundo dolor o el impacto de verse en pedazos tras caer en una mina antipersonal en Hacarí, Norte de Santander, hicieron que Gerson Ortega Villamizar, a sus 17 años, dejara de creer en un ser supremo: Dios.

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“Yo no soy inferior a nadie, valgo lo mismo que cualquier persona. Al contrario soy un valiente”, afirma Gerson, en voz alta y con mucha fuerza, la misma que ha tenido para salir adelante y seguir pese a la tragedia que marcó su vida.

Gerson es una de las decenas de víctimas civiles de minas en Norte de Santander. Estos artefactos explosivos son instalados por grupos armados al margen de la ley en medio de caminos, montañas y ríos de la zona rural del departamento con el fin de afectar las tropas del Ejército pero donde también caen los campesinos.

Reporte de víctimas de minas en el departamento según datos del CICR

El día ‘oscuro’

Apenas el reloj marcaba las 7:00 de la mañana y un sinsabor afectaba a Gerson porque no había podido visitar a su papá, quien por segunda vez había caído en una trampa para animales y se encontraba herido, internado en un centro de salud en Cúcuta. 

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“Era el 2 de julio de 2018, un lunes festivo y no había carro para salir de Hacarí. Allá trabajaba en el campo como agricultor”, recuerda Gerson. 

Al sentirse impotente por  no poder ir a visitar a su papá, quiso seguir trabajando pero sintió reseca su garganta y junto a 3 obreros más decidieron ir por un poco de agua a una naciente cercana.

“Iba caminando adelante cuando escuché el totazo pero creí que no era conmigo, fue como algo a lo lejos. Recuerdo que estaba en el suelo y mi reacción fue tratar de ponerme de pie, pero no me dieron las piernas y aunque veía borroso como si tuviera arena entre los ojos, vi que me faltaba todo el pie derecho”, relata Gerson, con detalle el momento vivido hace tres años. 

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De inmediato los otros tres compañeros de labores, corrieron en su auxilio y lo llevaron a la finca mientras se desangraba sin control alguno. 

“Sentía mucha sed y el dolor más grande que se pueda imaginar alguien. Solo pedía que me dejaran morir. Repetía: me quiero morir, déjenme morir”. 

Por varias horas fue trasladado hasta recibir atención en el Hospital del municipio de Ocaña donde sintió morir y perdió el conocimiento. Gerson estaba en un estado crítico del que no daban muchas esperanzas. 

Datos sobre las víctimas de minas según el CICR

“Me cortaron la pierna derecha, primero cuatro dedos por debajo de la rodilla y luego me trasladaron a Cúcuta, donde me la volvieron a cortar cuatro dedos por encima de la rodilla. Me decían conocidos que me había dado gangrena”. 

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El sufrimiento parecía empeorar cada vez más, pues perdió por completo su ojo derecho por desprendimiento de retina y el ojo izquierdo que también tenía esquirlas producto del estallido, estaba en grave riesgo. 

Gerson no entendía por qué le había tocado a él pasar por esta tragedia, que borró cualquier ilusión de ingresar algún día al Ejército o seguir sembrando la tierra como lo hacía desde niño.

“Mi ojo izquierdo también se apagó y quedé ciego esperando un donante de córnea que podía tardar años. Yo le pedía a Dios que me llevara si mi vida estaría en tinieblas siempre. Es horrible no ver, no valerse por uno mismo”. 

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Pasaron dos meses, eternos para Gerson, pero la llamada llegó y la Cruz Roja Internacional ubicada en Antioquia le encontró un donante. Tras una cirugía volvió a ver por su ojo izquierdo, aunque ya no nítido y requiere de lentes que no tiene cómo comprar, su alegría volvía de a poco.

Yo no soy inferior a nadie: víctima de mina y desplazamiento

Doblemente víctima

“Un día la cuñada me dijo, ole usted tiene mujer o está soltero, por ahí le tengo una hermana para presentarle, yo no hacía sino reír y claro le dije preséntela que estoy solo”, señala Gerson, sonrojando su rostro. 

Gerson llevaba meses pasando hambre y comiendo de La caridad de los vecinos o las ayudas que recibía de la Cruz Roja Internacional en Cúcuta. Así que se fue para Tibú y en Campo Dos en casa de sus papás se sintió seguro, ahí mismo conoció a su ‘gran amor’ como le llama. 

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“Eso fue amor a primera vista y aunque yo no esperaba su respuesta le pregunté si quería ser mi mujer y me dijo que sí. Ella me dijo que valía mucho como persona y así me hizo sentir, grande, valioso”. 

El amor floreció y con él llegó la noticia de la primera hija de Gerson, pero la alegría se empañó cuando hombres armados que se identificaron del Eln llegaron para darle solo 5 horas para que se fuera del municipio.

Aquellos sujetos le dijeron que le “perdonaban la vida solo por compasión” pero lo acusaron de colaborar con el Gobierno Nacional, y lo hicieron víctima de desplazamiento forzado. 

Volver a nacer

Gerson Ortega Villamizar víctima de mina y desplazamiento

“Yo sentí que nací de nuevo en este mundo cuando tuve a mi hija en brazos, cuando vi su sonrisa y sentí su piel, todo dolor y sufrimiento se borró del alma y se llenó de amor y alegría. Ahí supe mi propósito en la vida y era la respuesta que le pedía a Dios”, dijo Gerson.

Sus ojos brillan cuando ve el rostro de su pequeña hija de cuatro meses, que llegó para iluminar el corazón entristecido de esta víctima de minas y desplazamiento, quien solo busca una oportunidad para ser útil a la sociedad. 

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Y aunque no está laborando quiere conseguir un empleo, en el cual demostrar que puede ganar el sustento de su hogar. 

“No he recibido indemnización aunque he llevado todos los papeles a la Unidad de Víctimas, pasaron tres años y nada, ni un solo peso. Espero que no me olviden por mi futuro”, dijo. 

Gerson sueña ahora con poder comprar un pedazo de tierra para hacer su casa, poner una tienda y nunca más pasar hambre.

Fotos y video: Jorge Gutiérrez - La Opinión

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