De 300 a 400 llamadas telefónicas son recepcionadas cada fin de semana en la estación de Policía de Chinácota para solicitar a los uniformados controlar a los turistas que con volumen alto en sus vehículos o cabañas alteran la tranquilidad de esta población nortesantandereana.
Si bien la mayoría de denuncias provienen de chitareros que viven en el caso urbano, la problemática también se presenta en viviendas que son alquiladas en el sector rural, lo que complica el actuar de la Policía.
Elia Corredor es una de las afectadas de los ruidosos, pues en la cuadra en la que habita hay una cabaña, la cual es alquilada cada fin de semana, por lo que, asegura, en ocasiones es imposible dormir por el alto volumen de la música, gritos y voces.
“Cada sábado o domingo la historia se repite, hemos grabado videos, enviado cartas con los vecinos, la Policía ha venido, pero como cada fin de semana es un arrendatario diferente ha sido imposible controlar la situación”, sostiene la afectada.
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El alcalde de Chinácota, José Luis Duarte Contreras, asegura que ante esta situación ya se puso en marcha una estrategia en la que se busca sancionar a los propietarios de estos establecimientos que ofrecen servicios turísticos.
“Nosotros empezamos a hacer, a través de la Secretaría de Turismo, un censo de las cabañas que operan como turismo, de alquiler, para así empezar la verificación de documentos, entre ellos si cuentan con el registro único de turismo”, asegura.
El mandatario sostiene que junto a la Inspección de Policía de Chinácota se realizan citaciones a los propietarios de las cabañas para ilustrarlos sobre las posibles sanciones que pueden recibir si sus arrendatarios exceden los límites de sonido o protagonizan desórdenes.
“La idea es que haya una amonestación por escrito, vamos a ser muy contundentes, después de que hagamos la claridad, y si siguen haciendo caso omiso, estudiaremos y buscaremos una vía legal para poder sellar las cabañas”, complementa.
Ante la situación, el comandante de la Estación de Policía de Chinácota, el capitán Daniel Cartagena, sostiene que las llamadas recibidas entre sábado y domingo triplican las recibidas por la Estación los otros cinco días de la semana.
“Aquí los fines de semana prácticamente son los que más dolores de cabeza nos dan, no solamente a la ciudadanía, sino a las autoridades, porque los turistas o comunidad flotante precisamente no llegan a descansar, sino que el destino es más de rumba en estos sectores alejados del área urbana”, asegura.
Cartagena sostiene que el accionar de la Policía en estos casos se hace imposible debido a que varios de estos establecimientos son de uso privado, pero se alquilan a otras personas para su uso público.
“El tema de las cabañas es complejo, algunas son actividad económica y otras no, diferente sería llegar a un establecimiento de comercio como un restaurante o discoteca donde se puede llegar directamente a hacer este procedimiento”, asegura.
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Gustavo Báez, que hace 10 años se dedica junto a su empresa a alquilar cabañas en Chinácota, sostiene que en los contratos de los arrendamientos existe una cláusula en la que se especifica que en el lugar no se pueden exceder los límites de sonido o si no podrían recibir una sanción económica.
“La persona tomadora se hace responsable en pagar una multa o si la cabaña es sellada. Realmente a la gente le duele que le toquen el bolsillo, se han visto muchos inconvenientes, pero la mayoría están relacionados porque no hay mucho control respecto al alquiler de cabañas, más que todo en el sector rural”, asegura.
Además de turistas, las denuncias por ruido excesivo también se presentan en viviendas del casco urbano, en las que la Policía ha buscado refuerzos con más uniformados, durante el fin de semana.
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