María Angélica Patiño Lemus es una niña de Chitagá que tejiendo ha sabido sacarle provecho a las clases no presenciales, por la pandemia de la COVID-19, y para hacerle el quite al aburrimiento de la cuarentena.
Después de participar en las actividades académicas virtuales, hacer tareas y cumplir con otros compromisos educativos, se dedica a tejer muñecos con técnicas orientales.
También combina esos conocimientos con el arte tradicional que le ha trasmitido en corto tiempo su abuela materna, Miriam Villamizar Parra, en donde elaborada sacos, gorros, blusas, guantes, ruanas, chalecos y abrigos en lana e hilo.
En un año aprendió el oficio por invitación de su primo Isaac Ramírez, radicado en Bogotá, quien a través de conferencias o tutorías virtuales le enseñó las primeras puntadas.
La orientó para que al entretejer le fuera dando forma a las guías que copia de revistas o veía en las redes sociales.
Con la ayuda de los padres consigue la lana e hilos de diferentes colores, las agujetas, marcadores y otros accesorios que utiliza para las creaciones.
“Después que mi papá, Pedro Jesús Patiño Ospina, me compró los primeros ovillos de lana y las agujetas empecé a tejer. Mi primer muñequito fue una jirafa”, dijo María Angélica.
La niña, a pesar de su corta edad, habla con propiedad sobre como maneja la agujeta que le permiten entrelazar los puntos bajo, alto o medio alto para formar las cadenetas.
Ha hecho muñecas, figuras de conejos, dinosaurios, perros, gatos con botas, elefantes, llaveros y todo aquello que la gente le pide por encargo para regalos.
“Tejí un pulpo reversible en punto bajo que duré para terminarlo dos semanas”, afirmó la niña.
Difusión
Tiene una cuenta en Instagram en donde la siguen muchas personas que la felicitan por lo que hace y le encargan pedidos que los entrega por envíos certificados.
También ha participado en las exposiciones que se hacen en los mercados campesinos de la población.
La hermana Giselle Fernanda Patiño Lemus, de ocho años, está encargada de decorar las bolsas y cajas ecológicas.
Empaca los muñecos tejidos con la técnica japonesa de amigurumi.
“Con mi emprendimiento me ayuda toda la familia. Las ganancias las vamos ahorrando y también compramos la materia prima para seguir adelante”, añadió la niña.
María Angélica acabó de cumplir 11 años y tiene aspiración de seguir reinventándose por medio de su idea de negocio que impulsa con la ayuda de su hermanita menor, Giselle Fernanda.
Cursa sexto grado de bachillerato en la Institución Educativa Alonso Carvajal Peralta (Chitagá).
La meta es seguir produciendo y cuando termine el bachillerato estudiar medicina.
Dice con orgullo que quienes conocen lo que hace la felicitan y le dicen que ojalá todos los niños se motiven a ser emprendedores.
“La gente debe valorar lo que hacemos los niños. De esta manera nos estamos formando con principios, valores y a ser útiles para la vida”.
A las dos hermanas nos les gusta estar mucho tiempo con los celulares y demás aparatos electrónicos.
Dicen que solo los utilizan para recibir las clases virtuales, hacer tareas o consultar sobre el emprendimiento.
“Cuando tenemos tiempo salimos a la calle a divertirnos jugando runcho o rayuela”, expresó María Angélica.