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Tibú y Teorama concentran el ‘infierno’ de la guerra en el Catatumbo
La vasta extensión de territorio, la presencia de los cultivos de coca y la ubicación estratégica respecto a la frontera a Venezuela, han hecho de estos municipios una trampa mortal para la población en el contexto del conflicto armado.
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La opinión
La Opinión
Domingo, 2 de Marzo de 2025

Hace 46 días el conflicto armado comenzó una nueva etapa en el Catatumbo. La tensa calma propiciada por el pacto de no agresión que había entre la disidencia del frente 33 de las Farc y el Eln se rompió, desatando el infierno por la disputa del territorio, el control de las economías ilegales y la consolidación de la expansión.

El 16 de enero de 2025, cuando todavía Norte de Santander y Colombia no salían del impacto por el cruel asesinato del funerario Miguel Ángel López, su esposa y su pequeño hijo de nueve meses, la noche del día anterior en la vía Cúcuta - Tibú, una nueva masacre se registró, esta vez en la zona rural de Teorama, al norte del departamento.

Se trataba de la muerte de cuatro hombres, dos de ellos firmantes de paz, quienes presuntamente cayeron en medio de combates entre ambos grupos armados ilegales.

Ese hecho significó el estallido de una olla a presión, que se venía calentando peligrosamente desde mediados de 2024, luego del cese bilateral al fuego y el congelamiento de las negociaciones con el Eln, que pese a las advertencias de las autoridades,  organizaciones sociales y de derechos humanos no se le prestó atención sino hasta cuando ya fue tarde.


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 A la fecha, el número de víctimas se sigue contando. Y es que de acuerdo con el boletín del Puesto de Mando Unificado de la Gobernación de Norte de Santander, hasta el 26 de febrero cerca de 55.000 personas fueron forzadas a  desplazarse del territorio, alrededor de 24.000 seguían confinadas y el registro de asesinatos supera los 70.

Este recrudecimiento de la alteración de orden público ha impactado principalmente a Tibú y Teorama que, a la fecha, concentran el mayor número de homicidios dejados por esta guerra en el Catatumbo: 59 de un total de 76, luego de registrar en medio del conflicto 36 y 23 muertes, respectivamente.

Y es que juntos, estos municipios habían sumado 31 asesinatos en 2024 según Medicina Legal, lo que quiere decir que en un mes largo de este año incrementaron en un 95% su índice de homicidios, sin contar que a 2025 le quedan más de 300 días y el fin de la violencia no se vislumbra.

¿Qué pasó en Teorama?

En esta nueva etapa del conflicto armado en el Catatumbo, Teorama es uno de los escenarios más aterradores, toda vez que en su territorio han tenido  lugar dos de las masacres más grandes.

La primera, el 16 de enero, con la que se abrió la puerta a esta nueva escalada violenta, y la segunda el 26 del mismo mes en el corregimiento La Cecilia, cuando fueron secuestradas y ejecutadas por presuntos integrantes de la guerrilla del Eln 13 personas, entre quienes se encontraban tres menores de edad.

Para las autoridades, estos hechos hacen parte de la lucha encarnizada por el territorio. Y es que por su ubicación y topografía Teorama -con una extensión de 852 kilómetros cuadrados- es un sector estratégico para los grupos armados ilegales, que terminan estableciéndose en el lugar.


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En este sentido, el personero Celso Rincón comenta que históricamente el municipio ha tenido presencia tanto del grupo armado organizado 33 frente de la disidencia de las Farc como del Eln.

“Somos una región fronteriza con Venezuela y pues da la posibilidad de todos estos trayectos que hay dentro de las actividades del narcotráfico”, explica, y añade que estas prácticas ilegales a su vez se ofrecen como oportunidades de negocio al campesino para mejorar su calidad de vida.

Al describir territorialmente a Teorama, precisa que cuenta con más de 100 veredas y 7 corregimientos, además de una comunidad indígena. “Todo esto ha llevado a que la administración local no de abasto para solventar las cargas y las necesidades que tiene la región”,  añade el personero.

En este contexto, “el abandono por parte del Estado, la falta de diversificación de los cultivos, de apoyo al campesinado y la inmersión del uso de la hoja de coca, dio pie para que en Teorama se empezaran a concentrar actividades del narcotráfico”.

Además recuerda que poco a poco estas estructuras armadas ilegales fueron permeando todo el territorio. “Controlaban las rutas, algunos quehaceres, el tema de impuestos y vivían como en armonía, hasta que comenzaron a surgir diferencias y ya los acuerdos de convivencia entre ambas organizaciones pues no estaban del todo positivas y empezaron a generarse los roces”.

Luego estalló el polvorín que degeneró en asesinatos, desplazamientos, amenazas y confinamientos, impactando directamente al campesinado, donde familias enteras, cuyos miembros pertenecen  a uno u otro grupo, terminaron enfrentadas y matándose entre sí.

De ahí surge el lamentable saldo de 23 homicidios en tan corto lapso de tiempo,  según datos oficiales, pero que tal vez sean más, teniendo presente lo que dice  Rincón, que a raíz de los subregistros la cifra de víctimas mortales puede estar por el orden de los 60.

La paz se extravió en Tibú y Teorama, municipios convertidos en escenarios de guerra desde haca más de 40 días.
Tibú, una ‘joya’ siempre en disputa

Con 22.081 hectáreas sembradas de hoja coca, Tibú acumula el 80% de los cultivos ilegales del Catatumbo, un hecho que habla  por sí solo sobre el atractivo que representa para los grupos armados ilegales; pero además es un municipio que tiene petróleo, carbón y otros minerales, que aumentan su valía para estas organizaciones delictivas.

“Por el índice de matas de coca sembradas, se hace más fuerte al grupo que tenga el control de la ruta, y ese es uno de los grandes motivos para la disputa en el territorio”, advierte el alcalde de Tibú, Richar Claro, en diálogo con La Opinión.

En este sentido, Claro afirma no estar seguro de qué organización es mayoría hoy en su localidad (disidencia Farc o Eln), pero en cambio expone  que “la realidad es que existe en el municipio esa confrontación por la presencia de los dos como tal”.

Señala que en otros municipios del Catatumbo donde cesó el conflicto  “es porque se consolidó la presencia de uno solo, eso es lo que de pronto ha mantenido la calma, aunque las cosas no están en calma”, dice.


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Afirmar el dominio de uno u otro grupo es algo que deben determinar las autoridades de inteligencia militar, aunque según datos de la Fundación Progresar, al cierre de 2024, el Eln había consolidado su presencia en 30 de los 40 municipios de Norte de  Santander.

Por otra parte, según fuentes judiciales, al día de hoy el Eln ya le habría ganado el pulso a las disidencias, “las Farc ya están derrotadas”  en esa subregión del departamento, según una fuente oficial.

¿Territorios ingobernables?

La gobernabilidad es uno de los aspectos más complicados en un territorio como el Catatumbo.

“Es difícil, gobernar en medio de esta situación de caos no es seguro; no hay capacidad de tomar ciertas decisiones que puedan complementar todo lo que trae el Gobierno nacional”, admite el alcalde Claro, en relación con las situaciones de inseguridad en Tibú.

“Hay temor por quedar en medio de un enfrentamiento, aparte hay una estigmatización muy fuerte en este momento sobre si ayudan a un grupo o a otro, cualquiera que sea la posición, incluso para mí, supone riesgos.  Por eso es tan difícil ejercer acciones contundentes en el territorio”, es una preocupación de Claro.

A propósito de la estigmatización, en los últimos días han surgido situaciones de intimidación y amenazas a través de las redes sociales contra concejales y líderes sociales de Tibú, por supuestamente apoyar una de las causas enfrentadas, lo cual ha provocado zozobra en los señalados y sus familias.  


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Para el personero de Teorama la presencia de los grupos armados, más el abandono del Estado es lo que hace compleja la gobernanza.

“Por un lado, la ausencia del Estado deja con las manos atadas la institucionalidad a nivel local; y por otro, el desborde de solicitudes para dar garantías para entrar al territorio”,  añade Rincón.

En el caso de Teorama, manifiesta que el alcalde Uber Conde ha buscado atender a las comunidades confinadas “pero es muy difícil si el Estado no pone el foco en el Catatumbo”.

Retomar los diálogos de paz


Cesar el conflicto y parar el derramamiento de sangre es el deseo común en el Catatumbo y en Norte de Santander, que solo es posible si hay voluntad del Gobierno nacional pero también de los grupos armados de retomar los diálogos de paz.

“La propuesta clara es buscar los mecanismos por parte del Gobierno nacional de espacios concertados para una posible paz o acuerdo político con los grupos de la ley”, opina el personero de Teorama, Celso Rincón.

El llamado del alcalde de Tibú, Richar Claro, es a “generar espacios de transformación reales, con hechos puntuales que garanticen a la comunidad una sana convivencia y una inversión en lo social”.

“No podemos permitir que se normalice un homicidio, no podemos humanizar la guerra. No podemos permitir que la vida se acabe de esa manera. Uno de los requisitos mínimos que debe tener un ciudadano para poder estar tranquilo en su territorio, es estar en paz con las comunidades”, sostuvo el alcalde de Tibú.


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