Aunque suele pensarse que enfermedades como la depresión y la ansiedad se limitan a causar alteraciones psicoemocionales, lo cierto es que estos males -cada vez más comunes- y otros del espectro mental también pueden tener manifestaciones de dolor físico en las personas que la padecen.
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De hecho, se estima que todos los pacientes de enfermedades como depresión o ansiedad, cuya prevalencia se estima en el 10 por ciento de la población, conviven con manifestaciones físicas como dolor en el pecho, taquicardia, sudoración, temblor, vértigo y mareo, entre otros.
La necesidad de profundizar en la pedagogía sobre este tema y la urgencia para que las personas consulten fueron algunas de las conclusiones del Trigésimo Congreso Internacional de Dolor de la Asociación Colombiana para el Estudio del Dolor (ACED).
Ana Milena Isaza, médica psiquiatra con cinco maestrías en el abordaje del dolor, quien actualmente es coordinadora del servicio de dolor y cuidado paliativo y docente universitaria, explica, en primer lugar, que la relación entre la salud mental y la física es un tema que se estudia cada vez más. Algunas teorías apuntan que el dolor emocional genera cambios en el cerebro que podrían repercutir y producir síntomas físicos, como en algunas patologías especiales como fibromialgia o síndromes de sensibilización central.
“Hay otras teorías que sugieren que el estrés produce una respuesta inflamatoria en el cuerpo posterior a su efecto en el cerebro y si esto se mantiene por un largo periodo de tiempo terminan generándose procesos inflamatorios crónicos que causan más problemas físicos como dolor, problemas osteoarticulares, problemas del sueño, hormonales o síntomas emocionales como ansiedad y depresión”, expone Isaza.
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La especialista indica que, en cualquier caso, cuando una persona padece una condición emocional como depresión o ansiedad tiende a bajar o a disminuir el umbral del dolor y sentir con mayor intensidad dolencias comunes en la cabeza, el estómago, el cólico menstrual o el dolor lumbar.
Y si bien es frecuente que las personas con enfermedades emocionales consulten por dolor físico, se ha observado que la mayoría de quienes más llegan a servicios de urgencias por dolores sin causa clara normalmente sufren de ansiedad generalizada, sostiene la médica Isaza, quien recuerda que todos estos síntomas pueden tratarse.
Más del 60% de los pacientes padecen dolor crónico y depresión
El dolor crónico es una enfermedad compleja que afecta más allá del ámbito físico, los pacientes pueden desarrollar trastornos como ansiedad generalizada, estrés postraumático y, principalmente, depresión.
Los pacientes con dolor crónico poseen un riesgo tres veces mayor de desarrollar este trastorno mental que las personas que no sufren de dolor. De hecho, más del 60% de pacientes padecen de ambas enfermedades en paralelo.
Es importante señalar, que el dolor es una respuesta a un estímulo nocivo sobre el organismo que tiene una función protectora.Sin embargo, cuando este se prolonga por más de tres meses, se considera crónico, una enfermedad en sí misma, de acuerdo con la Clasificación Internacional de Enfermedades CIE-11 5, que entró en vigencia en enero de 2022.
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De acuerdo con estimaciones de la Federación Latinoamericana para el Estudio del Dolor (Fedelat), entre el 27% y el 42% de la población de América Latina padece de dolor crónico (casi el doble de la incidencia global ), lo que representa alrededor de 190 millones de personas.
“El dolor crónico puede generar síntomas en la salud mental, dentro de los más frecuentes está la depresión, la ansiedad y el insomnio. La razón por la cual se presentan estas enfermedades es porque se interpretan en las mismas zonas del cerebro, además, porque hay una afectación real en la calidad de vida de las personas y en la forma en cómo interactúan. Por eso, el dolor crónico puede generar una enfermedad o patologías mentales, que se correlacionan de manera frecuente y que también deben ser tratados”, indica Ana Milena Isaza, psiquiatra y especialista en dolor.
Adicionalmente, si una persona padece un dolor crónico que se aumenta o se percibe más en horas de la noche, definitivamente las personas van a modificar ese patrón del sueño, que, además, regula el dolor de una forma permanente.
La falta de descanso adecuado, que se relaciona también con síntomas depresivos, repercute en las interacciones de la vida cotidiana de la persona con dolor crónico, debido a que “el estado en el que se encuentra su cuerpo a causa del dolor provoca que tienda a aislarse y a evitar participar de actividades sociales, lo que genera un impacto negativo en su esfera familiar, social y laboral”.
En este sentido, la depresión es una enfermedad frecuente en todo el mundo, pues se estima que afecta a un 3,8% de la población, incluidos un 5% de los adultos y un 5,7% de los adultos de más de 60 años.
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