Fue un ser maravilloso, lleno de alegría, optimismo y valentía a través del recorrido por la vida. Llegó un 29 de abril de 1927, fruto del amor de José Valderrama Quintero y Elena Díaz Contreras. Junto a sus 8 hermanos formó parte de un hogar amoroso, lleno de valores y compromiso con la vida, lo que fue forjando su personalidad positiva, alegre, guerrera, valiente, feliz y con gran fortaleza para enfrentar una vida entera.
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Pasaron los años de su niñez y adolescencia y al llegar el amor, unió su vida a la de Otto Hernández Eslava, con quien formó un hogar, en el que nacieron Francisco José, Sergio, Martha Elena, Alvaro, German, María Nela, Luz Adriana, Ricardo y Lina Margarita, educados con todo el amor y cuidados pero con disciplina, decencia y valores para hacer de sus hijos personas de bien y útiles a la sociedad, tarea que desempeñó con gran excelencia, ya que toda su existencia la dedicó a ellos y a su compromiso con la vida, como lo exigía su formación y su fe cristiana.
Muchos dones le regaló Dios, entre esos la destreza para la culinaria y repostería, alegrando y deleitando las fiestas de la niñez, las fiestas familiares y el fin de año con deliciosos manjares que elaboró con tanta dedicación y amor. Tuvo el don de la creatividad, lo que la llevó a ser fundadora y miembro del Club de Jardinería junto a su hija Martha y otras tantas damas que compartieron con ella este arte, destacándose con sus diseños, varios de ellos reconocidos y premiados con la máxima distinción.
Recordamos en los años 90 los animados torneos de bolas criollas en el Club Tenis, donde compartía y competía con grandes amigos que la querían en sus equipos porque era la mejor arrimadora, lo que le valió muchos trofeos y reconocimientos; también recordamos su inigualable afición a los crucigramas, los cuales disfrutó resolviendo hasta sus últimos días.
Al pasar los años comienza a ver el fruto de su trabajo, dedicación y abnegación, para recibir con amor y alegría a sus 17 nietos y 25 bisnietos, de los cuales fue el eje y pilar hasta el último día de su existencia. Vivió rodeada de afecto, gratitud y admiración por una vida de entrega a los compromisos que Dios le encomendó y que cumplió a cabalidad hasta hoy, cuando el rey del universo la llamó a descansar y a vivir la verdadera felicidad junto a su regazo, mientras sus seres más amados la acompañábamos y le dábamos muestras del más puro amor, respeto y gratitud para que partiera en paz a los brazos del Señor.
Siempre estará presente en nuestros pensamientos y recuerdos, pues fueron muchos que dejaron enorme huella, y que hoy, ante su partida, toman más valor en la vida de todos los que la conocieron y con ella compartieron, pero con inolvidable fuerza para sus hijos, nietos y la gran familia de la que formó parte en su fructífera vida.
Chepita: Dios te bendiga, te reciban con fiesta en el cielo y en nuestros corazones. Muchas gracias por todo lo que hiciste, nos enseñaste, nos dedicaste y nos diste en tu paso por esta vida, madre querida. Te amaremos siempre Chepita, buen viaje a la eternidad.
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