Hijo amado, seguirán pasando los años y continuamos sin acostumbrarnos a tu ausencia física.
Siempre sentimos tu presencia y nos reconforta saber que tenemos un ángel que nos cuida en el cielo. Oramos por ti y pedimos a Dios te conceda la vida eterna. La huella que dejaste en este mundo es imborrable.
Te vamos a recordar hasta el último respiro de nuestras vidas. Amén.
Padres, hijos, esposa, hermanos, familiares y amigos.