Un giro habría tenido el caso del hallazgo del cuerpo sin vida de un miembro de la comunidad LGBT en un barrio del centro de Medellín el pasado martes 4 de marzo.
Lea más: Profesor acusado de presunto abuso sexual a una estudiante en Bucaramanga
Según ha trascendido, ese día las autoridades fueron avisadas de fuertes olores que salían de una vivienda ubicada en la carrera 40a con calle 40 del barrio Boston, en el centro de Medellín.
Al sitio llegó personal del Cuerpo Técnico de Investigación, el cual tras acceder a uno de los apartamentos del inmueble, recogió el cuerpo de un hombre indocumentado, el cual hasta ahora no ha podido ser identificado.
Sin embargo, en las pesquisas judiciales hechas por los “sabuesos” de la Fiscalía y la Policía, se conoció que el apartamento fue alquilado cerca de hace un mes atrás por un turista británico.
En las indagaciones del caso se ha averiguado que el hombre ingresaba constantemente al apartamento acompañado de personas de la comunidad LGBT.
Además: Diez disidentes de las Farc muertos en Cauca: golpe a estructura de ‘Iván Mordisco’
De hecho, la última vez que vieron al foráneo fue el pasado fin de semana. Ese domingo 1 de marzo en la madrugada se sintieron movimientos apresurados en el inmueble. Y desde entonces no se supo más del extranjero ni del acompañante con el que estaba ese día. Además a la propiedad no volvió ni a entrar ni salir nadie más.
Finalmente, el 4 de marzo, los insoportables olores hicieron temer lo peor a los vecinos por lo que pasaron el reporte a las autoridades. Al sitio llegó la Policía junto al propietario del inmueble y se hizo el tétrico hallazgo. Por ahora se presume que la víctima sería parte de la comunidad LGBT de la ciudad.
Del ciudadano británico no han trascendido mayores datos hasta ahora, aunque se espera un pronunciamiento de las autoridades para poder dar con el paradero del hombre para que explique que fue lo que pasó.
Gracias por valorar La Opinión Digital. Suscríbete y disfruta de todos los contenidos y beneficios en https://bit.ly/SuscripcionesLaOpinion