Diversos sectores de la sociedad tachirense reaccionaron con expectativa e incertidumbre, tras el anuncio del gobernador de Norte de Santander, Silvano Serrano, sobre la reapertura de la frontera con Venezuela a partir del 1 de junio.
Del lado venezolano, desde hace ya varios meses gremios de transportistas, aduaneros, comerciantes e industriales han sostenido reuniones con representantes gubernamentales para presionar una reactivación de la movilidad binacional, a través de los pasos formales.
Estas gestiones han sido respaldadas por figuras como Carlos Trompiz, gerente de fronteras, y Freddy Bernal, diputado ante la Asamblea Nacional y enlace político de Nicolás Maduro en Táchira, quien ayer miércoles, durante un acto político en la población de Umuquena, ratificó estar convencido de la necesidad de la reapertura comercial de la frontera con Colombia “para que haya intercambio de productos entre el Norte de Santander y el Táchira, y reactivar la economía de San Antonio, Ureña, Coloncito y La Fría”.
Esperanza e incertidumbre
La esperanza de la reapertura en sí misma genera expectativas, no solo en los sectores industrial y comercial, sino en los ciudadanos del común que desde hace más de un año han tenido que transitar por las inclementes trochas para intentar abastecerse de medicinas y alimentos.
Sin embargo, la incertidumbre se anida en la falta de precisión que existe hasta el momento sobre los alcances de esta reapertura, pues mientras los ciudadanos dudan si solo continuará el canal humanitario o se permitirá el paso peatonal y las condiciones que sobre el mismo se impondrían, los comerciantes aguardan por una reactivación en las actividades comerciales para dinamizar su ya casi inexistente economía.
Sobre el particular, el economista Aldo Contreras destaca que lo importante es devolverle la legalidad al comercio de la frontera mediante los protocolos de aduanas, pagos de aranceles, facturación y que tanto la DIAN como el Seniat retomen el control sobre el paso de mercancías que desde agosto de 2015 se ha visto obstaculizado y en parte ha derivado hacia las trochas.
“Sería una reactivación económica para el Táchira y también para Cúcuta”, dijo el experto, al tiempo que explicó que, no obstante, la pequeña y mediana empresa del estado Táchira, junto con la economía informal y muchos de los supermercados, resentirían la apertura, por cuanto sus compradores naturales se volcarían al mercado colombiano por los cerca de 3 mil millones de dólares que llegaban a Cúcuta antes del cierre y también por la compra de víveres y otros productos que del lado colombiano de la frontera le ofrecen un ahorro de hasta 60%.
Wladimir Tovar, representante de la Cámara Social de Transporte de Carga destacó que desde abril se viene manejando la posibilidad de esta apertura, “entendiéndose que la misma sería inicialmente para el comercio internacional, hasta tanto se establezcan las condiciones en los protocolos de bioseguridad que para el tránsito peatonal deben cumplirse”.
Aseguró que ya las empresas y gremios han venido trabajando sobre el tema y tienen a punto estos protocolos a lo largo de toda la cadena logística, desde el manejo de los vehículos vacíos, pasando por la desinfección de los contenedores de carga, los protocolos para conductores y ayudantes, manejo y almacenaje de mercancías, y finalmente el descargue.
El exgobernador del Táchira, César Pérez Vivas, por su parte, recordó que la situación planteada con el cierre de los puentes fronterizos constituye una violación masiva de los derechos humanos de las comunidades asentadas en la depresión de Cúcuta y a los pueblos de Venezuela y Colombia que históricamente han participado en el intercambio permanente que por razones familiares, económicas, culturales, religiosas y sociales se mantiene en la zona.
“El cierre de los puentes solo favorece el establecimiento de grupos armados al margen de la ley, pero además favorece la corrupción de los funcionarios que deberían ser garantes de la vigencia de los derechos humanos, la transparencia y el desarrollo normal de las actividades humanas y que se convierten en agentes de extorsión a un pueblo inerme que necesita movilizarse a ambos lados de la frontera”.
Por otra parte, señaló que la situación de aislamiento que se vive en Venezuela, la clausura de los vuelos nacionales e internacionales, el retiro de líneas aéreas, hacen que Colombia sea el punto de partida de muchos venezolanos para comunicarse con el mundo y el cierre de la frontera trajo consigo la imposibilidad de tomar vuelos en Cúcuta con el trámite migratorio legal correspondiente.
Para Francisco Javier Sánchez, experto en fronteras y relaciones internacionales, la medida baja la presión generada por la conflictividad interna que por estos días vive Colombia e incluso la tensión generada por la falta de información precisa sobre la muerte de Jesús Santrich. “Yo creo que esto es una forma de ayudar a bajar la tensión y a desescalar el conflicto”, puntualizó.
Pedro Miranda, educador jubilado dijo que habitualmente acostumbra adquirir en Cúcuta alimentos, medicinas y repuestos para su vehículo. Aunque se mostró escéptico, asegura mantener la esperanza.
“Pienso que estamos lejos de volver a tener relaciones con Colombia, en estos momentos sería una válvula de escape para las dos partes fronterizas. Y claro, se acabaría un poco la corrupción imperante en las alcabalas oficiales y móviles, así como ese paso ilegal por trochas”, opinó.