Elon Musk hace lo que quiere, incluso contradecirse. Y no le da reparo hacerlo. Ahora dirige Twitter a punta de encuestas: acaba de anunciar que la próxima semana comenzará una amnistía general para las cuentas suspendidas que no hayan infringido la ley.
Lo hizo después de abrir una encuesta para que los usuarios de la red social definieran ese elemento clave de las políticas editoriales. Los resultados fueron contundentes para el sí: el 72,4% de los 3.162.112 de votos. De inmediato, los que votaron por no o quienes se abstuvieron le recordaron al magnate sudafricano su promesa de no tomar decisiones importantes de contenido antes de formar un consejo de asesores. El trino en el que informa de la amnistía lo remata Musk con una vieja sentencia de los romanos: “Vox Populi, Vox Dei”.
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La decisión del hombre más rico del planeta ha abierto una discusión en las redes sociales y en los medios noticiosos. Primero, el número de quienes participaron en la encuesta no representa una franja significativa de los usuarios de Twitter. Y tampoco la herramienta cuenta con los filtros para impedir la participación de los bots –los programas que efectúan misiones puntuales y reiterativas, en este caso el de escoger una entre dos opciones–.
Lo segundo que prenden las alarmas es que la amnistía le abre la puerta a cuentas o usuarios sancionados por difundir mensajes racistas, misóginos y contras las poblaciones sexualmente divergentes.
El modelo de tomar decisiones a partir de los resultados de las encuestas es un juego de doble filo para Musk: por un lado le confiere a sus decisiones una pátina de democracia, pero al tiempo genera incertidumbre en los usuarios y en las acciones de la bolsa.
Hace poco Musk rehabilitó la cuenta de Twitter del expresidente estadounidense Donald Trump —que ha anunciado sus aspiraciones de volver a la Casa Blanca— amparado en el resultado de un sondeo. En ese caso los números estuvieron más cerrados y participó más gente —15.085.458—: apenas el 51,8% votó por readmitir a Trump de nuevo.
Sin embargo, si algo ha quedado claro en la larga novela de Musk en Twitter es que el CEO de Tesla no tiene problema alguno en desdecirse. En varias ocasiones ha pospuesto la fecha del inicio del cobro de las verificaciones de las cuentas. Incluso la misma compra de la red social fue un tira y afloje que comenzó el 14 de abril y no culminó hasta el 28 de octubre.
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