La recesión económica de Venezuela, en los últimos ocho años, ha hecho que las tradiciones decembrinas desaparezcan de muchos hogares. Solo quedan en el recuerdo de quienes lo vivieron, en fotos o videos, los deliciosos platos navideños, las colas y el bullicio de las compras en los comercios, los alegres cantos en las misas de aguinaldo y los encuentros familiares en Nochebuena y Fin de Año.
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El panorama actual en el vecino país no es alentador debido a que muchos venezolanos han perdido el poder adquisitivo para organizar las grandes celebraciones a las que estaban acostumbrados, en medio de la opulencia, hace más de 20 años. También el éxodo masivo de más de 6.000.000 de sus habitantes, según estadísticas de la Organización de las Naciones Unidas, impregnó un ambiente desolador y miles de familias están esparcidas por el mundo.
Muchos recuerdan que era un hábito comenzar los preparativos de Navidad desde que los empleados recibían las utilidades o llamados aguinaldos, a finales de noviembre o principios de diciembre.
En los años 90, Venezuela contaba con 21.000.000 de habitantes y 8.000.000 tenían trabajo formal e informal, según la Encuesta de Hogares por Muestreo del Instituto Nacional de Estadística. La estabilidad laboral en esa década permitía complacer cualquier gusto y en la temporada navideña el venezolano no escatimaba en gastos.
“Con el dinero de las utilidades comprábamos la pintura para la casa, los regalos de los niños. Te alcanzaba para comprarte ropa, cambiar los muebles y todo lo que necesitabas para la cena del 24 y 31 de diciembre”, contó el valenciano Hernán Rodríguez, de 65 años.
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En la zona de frontera entre Colombia y Venezuela, Rosario Medina, de 69 años, relató que de Cúcuta llegaban las personas al negocio de sus padres a comprar juguetes y la comida para las fiestas.
“En noviembre, de Colombia cruzaban el puente y se paseaban todo San Antonio para buscar los regalos de los niños, la ropa, también se llevaban electrodomésticos. El comercio se activaba, y ocurría viceversa, porque nosotros también íbamos a Cúcuta y Ureña para comprar muebles, prendas de oro y licores”, relató la venezolana, residente actual en el estado Trujillo.
Hoy en día la coyuntura política entre ambas naciones es un obstáculo en el intercambio comercial binacional a pesar de la apertura de los pasos peatonales.
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Dolarización
Actualmente, a los venezolanos no les alcanza el sueldo para mantener las tradiciones navideñas. El Centro de Documentación y Análisis Social (Cendas) de la Federación Venezolana de Maestros, indicó que para comprar la Canasta Básica Familiar en octubre pasado, conformada por 60 productos, se necesitaban casi 400 dólares (1.560.000 pesos mensuales), y el salario mínimo decretado por el gobierno es de 1,62 dólares (6.300 pesos mensuales).
“Con la pensión del gobierno es imposible hacer una cena. Todo está dolarizado. Con los 14 bolívares de aguinaldo (3,24 dólares) solo pude comprar las inyectadoras para la insulina, sin el tratamiento completo”, narró Antonia González, residente en Maracaibo.
La Cámara de Comercio de Maracaibo mencionó que aunque el bolívar sigue teniendo una gran participación en la compensación de los trabajadores, monedas extranjeras como el dólar y el peso colombiano tomaron protagonismo en el pago de los salarios. Las retribuciones también varían: en la región central, por ejemplo, se usa el dólar; mientras que en el sur, famoso por la explotación de oro, se paga con gramos de este metal; y en los estados limítrofes con Colombia como Zulia y Táchira cancelan con pesos colombianos y dólares.
Sin embargo, no todos cuentan con una moneda extranjera y las posibilidades de festejar como en otrora es casi imposible. En el último trimestre de 2021, la Universidad Católica Andrés Bello presentó un informe basado en la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (Encovi), en el que dedujo que la pobreza extrema en ese país subió 76,6%.
Sin transporte
Al llegar diciembre, era común la activación de rutas de transporte en las terminales desde el centro hacia el occidente y oriente del país.
“Pasaba todo el año trabajando en Valencia, a dos horas de Caracas, y viajaba ocho horas en bus hasta Maracaibo para pasar las fiestas de diciembre con mis papás y mis hermanos. Se debía comprar el boleto hasta con un mes de anticipación porque muchos viajaban en esa época”, dijo Teresa Lugo, comerciante venezolana.
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A pesar de tener las mayores reservas de petróleo del mundo, Venezuela importa combustible a otras naciones y aun así no puede revertir la crisis del transporte público.
La Cámara de Fabricantes Venezolanos de Productos Automotores (Favenpa) estima que el 80% de las unidades como autobuses y microbuses está paralizado por la ausencia de repuestos o la imposibilidad de sus propietarios de pagar la reparación, por lo que resultará muy difícil que los venezolanos viajen a otras ciudades a visitar a sus seres queridos.
Separación familiar
La Navidad era la temporada preferida por la familia venezolana para reencontrarse, disfrutar la alegría de los niños con sus regalos o compartir los platos típicos alrededor de la mesa como las hayacas, el pan de jamón, la ensalada de gallina, pernil de cerdo o dulce de lechosa.
“Era algo mágico. El olor a pintura fresca de la casa, las madres sirviendo las comidas, el árbol con luces, el pesebre. Todos estrenando ropa, echándose piropos, brindando, abrazándose, bailando con todo el volumen, las carcajadas. Fue una época de mucha felicidad”, evocó Aura Pérez, de 57 años, quien quedó sola luego que sus tres hijas emigraran a Estados Unidos.
La migración venezolana es la segunda más grande del mundo, solo superada por el éxodo sirio y “lleva prácticamente cinco años de haberse agravado”, señaló Eduardo Stein, representante especial de Acnur y OIM para los Refugiados y Migrantes de Venezuela. Estima que para finales de 2022 existan 7.000.000 de venezolanos en el mundo.
El venezolano Jesús Albornoz cuenta que ya nada es igual desde que la familia se separó hace cuatro años. “El contacto físico, el fuerte abrazo de Año Nuevo no existe. La videollamada no conforta las ganas de estar con los tuyos. Es imposible contener las ganas de llorar en ese momento”, dijo el arquitecto desde Madrid, España.
Los mensajes de TV
Uno de los momentos más esperados por los venezolanos era el estreno de los mensajes de Navidad de las televisoras más importantes: Radio Caracas Televisión (RCTV) y Venevisión.
La nómina artística de ambos canales participaba en la producción de las cuñas navideñas, llenas de colorido, emoción e incluso llegaron a grabarse en exteriores por distintos Estados para resaltar la diversidad cultural en estas fechas decembrinas.
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El pionero en trasmitir estos mensajes fue RCTV, cerrado durante el gobierno de Hugo Chávez, en 2007. Venevisión, llamado el Canal de la Colina, mantiene la tradición de transmitirlo, pero la austeridad ha hecho que sus grabaciones sean cortas y solo en los estudios.
Alegría en el barrio
En algunos barrios de Venezuela, los vecinos se “multaban” por cada casa o hacían verbenas populares en donde vendían comida, manualidades y dulces para recabar fondos y comprar las luces con las que adornarían las calles. También pintaban los andenes y decoraban los postes de alumbrado eléctrico.
“Se organizaba un día para premiar la mejor calle adornada, se invitaban grupos musicales y cerrábamos la vía para que todos pudieran disfrutar. Lo mismo hacíamos el 25 de diciembre para que los niños jugaran en la carretera con sus regalos”, rememoró Luis Soto, habitante de Maracaibo.
Lamentablemente, esta tradición se ha perdido por los constantes cortes eléctricos y los precios elevados de los artículos.
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