Colombia está en crisis en su educación media. Así lo muestran los resultados de las pruebas Saber 11 (conocidas también como Icfes) de los últimos diez años.
Un reciente informe de la Alianza por la Inclusión Laboral (AIL) al respecto hace una sentencia dura: “los estudiantes que culminan su ciclo en el colegio se están graduando sin herramientas suficientes para continuar en su camino hacia la educación posmedia y el mercado laboral”.
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La directiva de UNFPA mostró su preocupación por el sector más joven de las comunidades que tienen menos acceso a recursos médicos o medios anticonceptivos.
“Para las chicas de 15 a 19 años supone un impedimento para sus proyectos de vida el tener que salir de la escuela para dedicarse a cuidar prematuramente a sus hijos”, dijo la directora regional.
Sin embargo, Sottoli puso el foco de alerta en los embarazos de niñas menores de 14 años, que viven un incremento preocupante: “Estamos hablando completamente de otro fenómeno y es directamente la violación y los abusos sexuales, que requieren cuanto antes un abordaje de la Justicia de penalización”.
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Le recordar que las Saber 11 se emplean para evaluar las capacidades de estudiantes que están por graduarse del último grado de bachillerato.
En ese sentido, la AIL señala que, en los últimos diez años y a corte de 2023, los resultados de estas pruebas no superan los 260 puntos en el puntaje global promedio de 500 puntos posibles.
El informe advierte que, tras analizar los datos de antes del pandémico 2020, desde antes de 2014 el puntaje global promedio de las pruebas Saber 11 no ha tenido un avance significativo.
Así mismo, el análisis también deja ver que hay unas brechas que se agravan considerando interseccionalidades como jóvenes que viven en la ruralidad, migrantes o aquellos con reconocimientos étnicos.
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No obstante, la AIL aclara que para abordar estas problemáticas es necesario “un enfoque inclusivo para abordar las disparidades, teniendo en cuenta redes de apoyo, entornos protectores, infraestructura, cobertura, contextos socioeconómicos y capacidad docente”.
Ante esto, la alianza explica en su informe que hay una brecha de 33 puntos en los resultados de las pruebas entre instituciones educativas oficiales y no oficiales, siendo las no oficiales las que tienen los mejores resultados. Por otro lado, esa misma diferencia se evidencia entre las instituciones urbanas y rurales: mientras el puntaje global en zonas urbanas es de 263 puntos, en rurales apenas alcanza los 230.
Muestra de eso es que si bien no es comparable por las diferencias de acceso, en Chocó, 8 de cada 10 estudiantes se ubicaron en los niveles 1 y 2 de lectura crítica, mientras que, en Bogotá siete de cada 10 estudiantes obtuvieron puntajes del nivel 3.
La desigualdad se mantiene, según el informe, comparando los resultados con el Índice de Nivel Socioeconómico (INSE). Así lo muestra el hecho de que el promedio en las pruebas Saber 11 para los jóvenes del nivel más alto (INSE 5) es de 292 puntos y para los del nivel más bajo (INSE 1) es de 225 puntos.
“Un dato que muestra las carencias entre quienes estudian con mayores dificultades económicas y cómo esto condiciona su paso a la educación posmedia y, sobre todo, las herramientas para enfrentarse al mundo limitando la posibilidad de movilidad social”, dice la AIL.
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