Durante el reciente Encuentro Nacional de Reparación Colectiva, un momento tenso marcó la jornada cuando víctimas del conflicto solicitaron la palabra ante la presencia del excomandante paramilitar Salvatore Mancuso. Sin embargo, Lilia Solano, directora de la Unidad de Víctimas, negó la solicitud en público y sugirió que las conversaciones con Mancuso se llevaran a cabo en privado.
La situación generó malestar entre algunos asistentes, quienes calificaron el evento como una revictimización y expresaron su descontento con la gestión de la entidad. Las víctimas exigen que se cumplan los compromisos asumidos con ellas en el marco de la reparación colectiva, un proceso fundamental para la reconciliación en Colombia.
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“Compañeros, les pido el favor. Hay una voz de otras víctimas. Ella va a hablar con él (quien pidió que hablara Mancuso). La señora baje y hable con él en privado, pero aquí tenemos un programa completo que está destinado a oír la voz de las víctimas”, señaló Solano, destacando la importancia de seguir con la agenda del evento.
Este hecho pone en evidencia las tensiones persistentes en los procesos de reparación, donde las víctimas siguen buscando espacios de justicia y verdad, exigiendo ser escuchadas en eventos que, en teoría, deben estar diseñados para garantizar su dignidad y participación.
Salvatore Mancuso pidió perdón a las víctimas en Córdoba
En otro evento, el 3 de octubre, habitantes del municipio de Buenavista, departamento de Córdoba, tuvieron un encuentro con Salvatore Mancuso, quien por años fue su principal verdugo. La cita fue en el coliseo Miguel “Happy” Lora de Montería, donde se agolpó un centenar de campesinos esperando el cara a cara con el exparamilitar, convertido hoy en gestor de paz.
Con un sombrero vueltiao’, guayabera y escoltas a lado y lado, Mancuso llegó al evento gracias a una invitación del Gobierno Nacional. Allí, con la participación del presidente Gustavo Petro, la Unidad para las Víctimas hizo entrega oficial de 8.430 hectáreas de tierra a familias campesinas del municipio de Buenavista, víctimas de los paramilitares que lideró el hoy gestor de paz.
Visiblemente acalorado, ovacionado por unos y chiflado por otros, Mancuso ocupó su lugar en la primera fila. Desde allí aplaudía y asentía con cada palabra que pronunciaba el jefe de Estado durante su discurso. A su turno, leyendo desde una tablet Apple, el excomandante criminal habló de frente a sus víctimas y pidió perdón.
La ley respalda la presencia de Mancuso en estos eventos por su calidad de gestor de paz, una designación hecha por el presidente Gustavo Petro, confiado en que Mancuso aporte al desarme de las estructuras armadas ilegales que heredaron prácticas paramilitares.
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“La violencia no es el camino, dice Mancuso, y pone su vida como ejemplo de lo que no debe hacerse”, se lee en redes sociales.
En contraste, otros mensajes rechazan su presencia en estos actos: “El delincuente Salvatore Mancuso como un héroe nacional en actos públicos con el presidente Gustavo Petro. Celebran y se ríen con un asesino, se abrazan con un terrorista. Esto es una burla para el país y todas sus víctimas”, escribió el concejal de Bogotá, Daniel Briceño.
Lo cierto es que el departamento de Córdoba fue uno de los más afectados por los actos terroristas de los paramilitares. Pese a ser su departamento natal, Mancuso se ensañó con los campesinos de ese territorio, donde fundó el Bloque Córdoba y, con prácticas de extrema violencia, expandió su influencia y control.
A Mancuso, el Tribunal Superior de Bogotá le imputó 1.153 crímenes en los departamentos de Sucre, Bolívar y Córdoba, entre los que destacan homicidios, desplazamientos forzados y desapariciones.
“Frente a ustedes asumo la responsabilidad que me corresponde por tanto dolor, sufrimiento y lágrimas, por el despojo de tierras, por los vejámenes a los que fueron sometidos a través de las órdenes que impartía a los hombres y mujeres que estuvieron bajo mi mando en las autodefensas”, reconoció Mancuso.
A sus víctimas prometió reparación, como lo ha venido diciendo desde hace varios años, cuando se acogió a la Ley de Justicia y Paz. “Desde lo más profundo de mi corazón les pido perdón, perdón por ello, y ratifico la promesa hecha ante la justicia, ante Dios y ahora ante ustedes de que de mi parte estos hechos nunca más se volverán a repetir”, añadió.
Este es el primer evento público en el que participa Mancuso, pero además el primero en el que se ve frente a frente con el presidente Petro. Como era de esperarse, el público estuvo atento al choque de manos entre ambos. Sin embargo, más que un saludo formal, lo que llamó la atención fue el intercambio de sombreros justo cuando el exparamilitar finalizó su discurso de redención.
“Cuando miré por primera vez a los ojos a las víctimas en las primeras audiencias de Justicia y Paz, fue cuando pude dimensionar el dolor, que ese dolor no solamente lo causamos a las personas que ultimamos, que asesinamos, que ejecutamos, sino a toda su familia, a todo su entorno, a sus amigos, a la región”, dijo el exparamilitar.
Son justamente estas familias las que hoy, tras varios años de espera e impunidad, reciben su justa indemnización, según dicen ellos. Aunque, en palabras de Mancuso, “el daño causado fue terrible”.
El evento generó sentimientos encontrados entre sus víctimas y la opinión pública en general. En redes sociales hay un debate marcado por una delgada línea entre el genuino acto de reconciliación y la revictimización de los campesinos.
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