“Colombia es la Alemania de Europa” me dijo una portuguesa. Parece cuando menos hiperbólico, pero parece que afuera nos ven con otros lentes que no son los oscuros que utilizamos usualmente en lo interno.
Por eso viendo que Petro sigue encabezando lo sondeos de la primera vuelta presidencial, creo que a la campaña de Federico Gutiérrez lo está afectando la enfermedad del fajardismo: la tibieza y la reactividad. Un candidato débil como Rodolfo, por ejemplo, Hernández está marcando solo con el discurso anticorrupción.
Si Federico se queda en ser reactivo a las propuestas de Petro por absurdas que sean, deja que este lleve la acción y Federico solo haga reacción. Por propuestas como meterle la mano a los fondos de pensiones o del perdón social a corruptos, Petro ha mojado prensa en las últimas semanas, bajo el principio que es mejor que hablen mal de Usted a que no hablen nada de Usted. En política a diferencia de la física no se genera un reacción del mismo tamaño de la acción, sino que esta se disminuye. Estamos además ante electores pasionales. Petro lleva la iniciativa en propuestas irracionales que no le hacen mella, mostrándose los otros candidatos solo como reactivos.
Llevo diciendo hace mucho que Petro se supo ubicar en la izquierda y ninguno se colocó en la derecha, cayendo en el truco “centrista” del santismo. Es hora que Federico Gutiérrez tomé la iniciativa en propuestas que lo muestren activo y no reactivo, pero sobre todo salido del centro y ubicado en la derecha.
Y tiene que entender que aunque no puede decir que todo va mal tampoco debe dar la impresión que todo va bien, pues el gobierno Duque fue un gobierno ni-ni que dejó a todos hartos. La economía naranja y todas esas pendejadas de burócrata internacional lo dejan con una pésima imagen en la izquierda, la derecha y todos los centros. Federico Gutiérrez se debe desmarcar de eso corriéndose a la derecha.
Proponer la liquidación de al menos el 20% de la burocracia nacional sería un bien tema de debate y si le sumamos que con lo ahorrado se van a hacer grandes obras de infraestructura como la conexión ente el Caribe y el Pacífico colombiano, así los números no cuadren exactamente, sería un buen tema de debate. Un modelo masivo de inversión privada nacional y extranjera en un gran programa férreo eléctrico que incluya el tren de alta velocidad entre Cartagena, Barranquilla y Cartagena en una primera etapa, sería interesante para consolidar una gran ciudad región. Otra ciudad-región con trenes de alta velocidad sería el eje cafetero. O una conexión férrea entre la frontera colombo-venezolana y el Pacífico en un eje Cúcuta, Gamarra, Urabá antioqueño y el Choco que sería la primera gran conexión del país oriente-occidente, que una vez caiga el petrismo en Venezuela se podría conectar con Maracaibo. Un gran plan de integración física intrarregional del Pacifico o la Orinoquía con la zona andina con sistemas viales y fluviales apropiados sería una forma de lograr unidad nacional física con descentralización política abandonando el modelo de “unidad política centralizada” con segregación física. Y que tal proponer que Bogotá no sea más la capital colombiana, ni ninguna ciudad andina, sino una del caribe o del pacífico, una como principal y otra alterna, o como una capital bípeda. No sé, Cartagena y Buenaventura.
El desarrollo normativo de la descentralización deberá necesariamente desmontar las talanqueras que el modelo colectivista le ha puesto a la inversión privada e institucional extranjera, reorientar la jurisprudencia constitucional, poner el orden como un valor social y la libertad, no la “paz santista” como el objetivo.
Querer quedar bien con todos es el camino al fracaso y obliga a actuar reactivamente. Quedan días, o pasa a comandar el lote de las propuestas, o la cosa se ve gris. No somos la Alemania de Latinoamérica pero no nos convirtamos en la Albania de este subcontinente.