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Al filo de la media noche
“No necesito comer nada para que me vaya bien durante el año”.
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Martes, 4 de Enero de 2022

Esta vez mi mujer no quiso acompañarme a darle la vuelta a la manzana, maleta en mano, al filo de la media noche del 31, para presionar al destino con miras a algún viajecito más allá de las goteras de la casa. “Todos los años hacemos lo mismo, y nada que viajamos –me respondió fríamente, cuando me vio dispuesto a hacer el recorrido de siempre. -Ya me mamé”. 

-Es que nos había faltado fe –le respondí tímidamente. Y le añadí con un fino toque de ironía: “Cuando me vea aprestándome a viajar, no me pida que la lleve”.

 Soltó una carcajada sin ganas, como el ja-ja-ja que ahora usan los que se ríen por wassap, que me acompañó hasta más allá de la esquina.

Caminando solo por la calle, con la maleta de cuero de cocodrilo al hombro, sacándoles el quite a los que echaban pólvora y a los que ya comenzaban a abrazarse en mitad de la calle, le puse toda la fe que me aconsejó la vieja adivina a la que acudí esa semana a través de una videoconsulta: “Póngale toda la que sabemos, y algún día le sonará la flauta”. Creo que se refería a la fe de carbonero, que nunca me ha faltado.

Cuando regresé a casa, mi mujer, mis hijos y mi yerno se habían sumado al grupo de vecinos que quemaban el muñeco de Añoviejo.  Bailaban todos alrededor de la hoguera, como en una danza indígena, prendidos de la mano y gritando gritos de histeria. Tuve que jartarles la perra cuando vi que el muñeco era una imagen del presidente Uribe. “No es posible que le falten al respeto a un expresidente de la talla de Uribe”, pensé, y me traje a los míos. “En la casa me van a escuchar”, les dije de manera airada. Me acababan de dañar la noche. En represalia no quise declamar el Brindis del bohemio, que ya tenía preparado.

Tampoco acepté las doce uvas a la hora del reparto: Una uva por cada mes.  “No necesito comer nada para que me vaya bien durante el año”, dije en voz alta. Me negué por orgullo, pero además porque tengo una amiga que todo el año vive repartiendo lentejas para la buena suerte, y yo sé que con ella y sus lentejas salgo beneficiado.

En cambio a la cena no me negué. Nadie puede negarse  ante un pernil ahumado argentino, ensalada rusa y vino chileno.  Después de la opípara cena procedimos a adivinar nuestro destino financiero. Cada quien, con los ojos vendados, lanza debajo de su cama tres papas: una pelada, otra a medio pelar y la tercera sin pelar. Después de cierto rato, también con los ojos vendados se debe buscar una de las papas lanzadas. Si se agarra la pelada, es señal inequívoca de que todo el año vivirá pelado, sin cinco, en la carramplana. Si se saca la papa a medio pelar, el año pasará económicamente a medias: a veces sí, a veces no.  Pero quien saque la papa entera con la cáscara completa, tendrá asegurada la buena suerte en el tema financiero durante todo el año.

Para nuestra desfortuna, mi mujer y yo sacamos las papas peladas. ¡Mala suerte! Nos abrazamos ella y yo con lágrimas en los ojos, sabiendo que el dinero nos sería esquivo en este 2022. Fue entonces cuando en un susurro ella me murmuró al pie de la oreja: “Si le resulta el viaje, ¿me llevará?”

-¡Hasta el fin del mundo! - le contesté, antes de zamparle un  aguardientoso pico de Año Nuevo.

gusgomar@hotmail.com

 

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