Es uno de los grandes interrogantes de la Colombia de hoy. En cualquier conversación es fácil advertir el pesimismo que tiene cualquier colombiano sobre lo que sucede hoy en su país, e inquietante escuchar sobre lo que podría suceder en los próximos tres años y medio de este gobierno. Esta semana escuché en una presentación de un ensayo en el club El Nogal al exministro Alejandro Gaviria sobre el suicidio en 1942 en Brasil del biógrafo y novelista Stefan Zweig, y expresaba que el mundo entró a una “ fase de locura”. No es sino mirar las protestas en Francia en la que algunos analistas de la política de allá se aventuran a señalar que la V República que creara el general De Gaulle en 1958, podría llegar a su final. Por estos días un buen amigo de la provincia santandereana del Socorro me preguntaba si a Petro le podrían dar un golpe de estado.
Soy de los que cree que a ocho meses de gobierno hay que apostarle a que a Petro le vaya bien, porque de lo contrario a todos nos va mal. Ni imaginar lo que sería un desgobierno de tres años y medio más con muchas reformas que no pasan en el congreso, con unos comerciantes con temor a que en algún momento les llegue la llamada extorsiva y deban cerrar sus establecimientos, con unas vías en las que ya no tenemos la seguridad de llegar a nuestro destino, con una guerrilla como el ELN que durante el día esté sentada en mesa de diálogos mientras en las noches hace demenciales atentados, y en ese caos, un presidente saliendo a arengar desde la Casa de Nariño para que la gente salga a protestar. Un escenario que nunca había vivido Colombia, y que tenga presente tampoco el mundo: un presidente de un país como jefe de gobierno incitando a la población a que salga a protestar en contra del Estado que el mismo representa como jefe. Qué podríamos imaginar que hoy un análisis político de Colombia tenga que pasar por un tema de siquiatría. Alguna vez lo hizo Chávez en Venezuela, quien como presidente se hizo a los servicios de un siquiatra de apellido Chirinos para que analizara a su esposa, de quien desconfiaba el presidente y temía que podría armar un gran lío político y por ello quiso armar una versión de que si algo sucedía era por culpa de la primera dama. Y el final como para una película de Hitchcock, hoy en día Chirinos está preso porque asesinó a su esposa.
¿El presidente aún está a tiempo de corregir el camino? La única señal ligeramente positiva en esa dirección, es que el viernes hubo un acuerdo para presentar una ponencia positiva en la comisión séptima de la cámara sobre la reforma a la salud. Algo es algo, porque con el fracaso de la reforma política, al parecer se presentó sola, porque ahora nadie del gobierno ni del congreso aparecen como responsables de ese esperpento. Ojalá que Petro tenga la lucidez y cordura de enderezar el camino, y para ello es urgente por ejemplo colocar en un plano razonable y realizable eso que llaman la Paz Total, porque así como va, hoy en día vamos es en el camino de caos total, en donde la fuerza pública no actúa, está desmoralizada, con 50 agentes recientemente humillados en el Caquetá. No creo que en Colombia a pesar de que el presidente no enderezca el rumbo, ocurra un golpe de estado.
Contrariamente, de no corregir el rumbo el presidente, ya no tiene mucho tiempo, el país se le sale de las manos y podríamos vernos enfrentados a un gran y profundo deterioro social y político, con inflación, desempleo y hambre para muchos, y todo ello, mientras algunos ven ese escenario y tempranamente empiezan su candidatura hacia el 26 como Germán Vargas Lleras. En política todo es posible.