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Camaleones políticos
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Jueves, 7 de Mayo de 2015

Somos los votantes quienes debemos darle un nuevo rumbo a las costumbres electorales porque esperar que lo hagan los que sabemos es una utopía.

La advertencia vale en este momento si miramos las jugadas que están realizando frente a los comicios del 25 de octubre de este 2015, pues para fortuna de los amantes de estar en el curubito ya no existen solo dos partidos, el Liberal y el Conservador de otras épocas, sino otros más, algunos llamados “de garaje”, que se han formado para representar grupos sociales o tendencias de todo género, como los oscuritos, los indígenas, los del tercer sexo, los despistados, ecológicos, campesinos de la ciudad, los verdes, los comunistas declarados o solapados, etc., por lo que tienen ahí una gran variedad para que les laman en pro del aval.     

Dije “jugadas” pero hoy se llama alinearse políticamente, o, en plata blanca, buscar el bando que más se ajusta al provecho particular.

Antiguamente era inmoral abandonar el partido sin una razón válida, era políticamente incorrecto, socialmente mal visto, se consideraba una traición, como renegar de la madre, decían, ser tránsfuga (“persona que pasa de una ideología o colectividad a otra”, define el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua), o, en lenguaje común y despectivo, voltearepas.

En fin, el desertor del partido al que siempre había pertenecido recibía los peores calificativos. ¿Cómo justifican estas maromas los que brincan de una bandera a otra sin ruborizarse, sin importarles nada?

(Acudo nuevamente al Diccionario que trae la palabra “maroma” como un americanismo que significa “voltereta política, cambio oportunista de opinión o partido”) Como parte de la “dinámica política”, que es una cosa distinta, pero que la interpretan aduciendo que hay que acomodarse al constante cambio de la sociedad y de las ideas.

Para ellos, cualquier crítica les resbala.

Ejemplos abundan en nuestro departamento. Cierto político, criado en el barrio de invasión Atalaya de Cúcuta, levantado como conservador y llevado por dicho partido a distintos cargos públicos, se postuló como candidato a la gobernación en representación de grupos opuestos al Conservatismo, y hoy, ese mismo señor, luego de picar aquí y allá en busca del aval, se va a presentar para repetir gobernación virtualmente como liberal.

El gobernador actual, también proveniente de Atalaya y del partido conservador, tampoco se definió como su candidato sino de una gama de movimientos ajenos al Conservatismo.

Si el directorio tal  no le concede el aval a un aspirante, de inmediato busca el respaldo hasta del que ha sido su contrario. Esos desesperados candidatos se vuelven indígenas para representar a éstos, o negros aunque sean de piel blanca y ojos azules para cogerle el aval al partido de los afrodescendientes, o resultan con que también son homosexuales y hasta ahora salen del closet, para que la comunidad LGBTI los avale. Sin embargo, no se olvide que el aval no lo dan gratis sino que tiene un costo económico.
Porque el elector es digno y merece respeto y lo debe exigir es por lo que por gente que baila al que son que le toquen,  no debe votar. ¿Qué más prueba se requiere para demostrar que su municipio o su departamento no les interesa sino su apetito personal? ¿Que el asunto de la ideología política y de los valores éticos es lo de menos para ellos frente a su ambición de llegar a las posiciones importantes a como dé lugar?   

Personas de ese talante no son leales con nadie ni con nada. Por lo tanto, no suscitan confianza ni credibilidad. Lo primero que se les nota por encima es su engaño y su cinismo. Además de su marcada codicia por los bienes públicos.

¡Cuidado, pues, con esos que se voltean más que un trasnochado en la cama, verdaderos camaleones políticos!
 
orlandoclavijotorrado@yahoo.es

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