Consciente que la "feo-política" colombiana consume gran parte de mis columnas, corriendo además el riesgo de hacerme repetitivo, no por falta de argumentos sino porque lo que vemos diariamente es el enquistamiento de lo absurdo, lo irracional, lo mediocre y la bravuconada vulgar, he decidido hacer una catarsis en mis escritos y escribir sobre temas técnicos y científicos en una era histórica de cambio fundamental. Es paradójico vivir en una época de gran desarrollo de la filosofía natural, simultaneo con la pobreza del debate sobre la filosofía social. Por supuesto, no tratar siempre el mismo tema no es olvidarlo, es mi deber buscar otras formas de resistencia.
Un estudio reciente (2018) de la Sociedad Estadounidense de Ciencias titulado “La Integración de las Humanidades y las Artes con las Ciencias, la Ingeniería y la Medicina en la Educación Superior”’, aborda el tema de la interacción que necesariamente se da en todas las disciplinas humanas, pero que por su amplitud compleja y la imposibilidad de tener un manejo de información masiva rápida y confiable, obligó a crear “silos” disciplinarios en las ciencias naturales, las disciplinas técnicas de alta complejidad como la ingeniería y la medicina, y las ciencias sociales. La revolución de la información que estamos viviendo permite empezar a derribar esas fronteras invisibles, que llevó al desarrollo de la ciencia integradora de la complejidad o la edición genética, está destruyendo paradigmas, empezando por complementar la cada vez mayor especialización por un pensamiento integrador.
La declaración de Einstein “sobre las ramas del mismo árbol” (subtítulo del estudio) fue hecha en una carta de octubre de 1937 en un contexto de creciente poder fascista en Europa central, en la que Einstein advirtió de las peligrosas implicaciones de vivir en una sociedad donde las bases del conocimiento fueran corrompidas, manipuladas y coaccionadas por las fuerzas políticas: “todas las religiones, las artes y las ciencias son ramas del mismo árbol”. El estudio concluye que, “Esta visión sostiene que una educación amplia y entrelazada es esencial para la preparación de los ciudadanos para la vida, el trabajo y la participación cívica. Una mente educada y abierta potencia al individuo para separar la verdad de la falsedad, la superstición y el prejuicio de los hechos, y lo lógico de lo ilógico”. Eran tiempos enrarecidos como los de ahora y por eso estas palabras parecen escritas para este momento.
La universidad, lugar del que siempre se espera que la investigación y la racionalidad forme cuadros de dirección para mantener el desarrollo, se compartimentó también. Me refiero a las verdaderas universidades, no a las que han sido tomadas por el pensamiento irracional del activismo ideológico, como sucedió en la Alemania Nazi, la Italia fascista y el bolchevismo soviético, donde la “verdad oficial” era lo único que se debía “conocer”. El disentimiento racional es el primer enemigo de las autocracias. Hace más de medio siglo, el presidente de la Universidad de California dijo que “la universidad se había convertido en una “multiversidad”, unida más por una estructura administrativa y un presupuesto unitarios que por un sistema colectivo de compromiso con la verdad o con la noción de que el conocimiento está esencialmente integrado”.
El modelo integrador plantea un nuevo modelo educativo donde a los estudiantes se les guía para que establezcan “conexiones entre las múltiples disciplinas en un esfuerzo por enriquecer y mejorar el aprendizaje. El estudio llama a ese modelo “educación liberal”, haciendo hincapié en la libertad del estudiante para desarrollar su pensamiento crítico, muy diferente a la moderna educación “conductista y de equidad” que se impulsa por el progresismo.
La ruptura del paradigma de la especialización no es un ataque contra esta, sino un complemento necesario para volver a las fuentes de la racionalidad científica y la consistencia basada en evidencia. Los que avancen en ese modelo, darán un paso adelante; los que se queden en un pasado fracasado, retrocederán. La irracionalidad será la nueva fuente de desigualdad.