En los primeros días de septiembre se llevó a cabo Chouftouhonna, el único festival artístico pluridisciplinar del mundo árabe que se define como feminista y que se ha realizado cuatro veces en Túnez. Va creciendo año tras año para mostrar el trabajo artístico de la mujer en diferentes campos y se consolida como una pequeña victoria para avanzar en la reflexión sobre el feminismo y los derechos de la mujer en contextos como el de los países árabes y musulmanes. También fue noticia el estreno como presentadora de la periodista Weam Al Dakhell, la primera vez en la historia en que una mujer da las noticias en Arabia Saudita. Sin embargo, a nivel global, estamos todavía muy lejos de la consolidación de la mujer como un sujeto pleno de derechos y en igualdad de condiciones que los hombres.
Basta con ver los hechos noticiosos para darnos cuenta de que como sociedad todavía nos falta mucho para garantizar la vida y los derechos de la mujer. Hablemos sólo de Colombia: Nos hemos movilizado e indignado mucho con el caso de Eileen Moreno, actriz que fue víctima de violencia por parte de su ex pareja, pero hemos callado ante los 399 casos de mujeres que han sido asesinadas en 2018 en Colombia a manos de sus parejas o ex parejas (feminicidio), o de las 18 lideresas asesinadas y que estaban trabajando en sus comunidades por la protección del medio ambiente, la restitución de tierras o por mejorar las condiciones del agro.
Por más que el gobierno actual se jacte de ser incluyente por el hecho de tener a mujeres a la cabeza de la mitad de los ministerios (8 de 16), esto no tiene relevancia en la protección de los derechos de las mujeres: Salud sexual y reproductiva, participación en escenarios de decisión, asignación salarial, perspectiva de género en políticas públicas, protección contra la discriminación y la violencia, etc.
En lo que va del año se han detectado 1.321 casos de violencia sexual contra mujeres mayores de dieciocho años, y tanto la respuesta institucional como las garantías para las denunciantes son prácticamente nulas, según la Defensoría del Pueblo. El Estado es consciente de que las mujeres no encuentran una respuesta ni protección adecuada cuando encuentran el valor para hablar y denunciar.
La violencia contra la mujer es un tema muy importante y que requiere un abordaje institucional integral. No obstante, no debe convertirse en mercancía política para justificar y legitimar discursos ultraconservadores que van en contravía con los avances que se han logrado en materia de derechos, como el de la idea de crear el Ministerio de la Familia y que desde allí se actúe en contra de la violencia intrafamiliar y los derechos de la mujer.
Ahora bien, teniendo en cuenta la seriedad con que se están planteando las políticas públicas en este gobierno (recordemos el método con que se propone identificar la adicción de una persona a las sustancias sicoactivas: por medio del testimonio de sus padres), es válido temer por la seguridad de las mujeres desde un accionar del Estado mediante un ala burocrática que contendría una alta carga moral a la hora de planificar y decidir.
Como feminista, celebro el desarrollo del Chouftouhonna y reconozco que hemos dado muchos pasos hacia adelante a la hora de proteger los derechos de las mujeres, tanto en el contexto político como social, pero también denuncio la falta de respuestas institucionales oportunas y ejemplares para proteger la vida y la integridad física de las mujeres, tanto en los países árabes como en ‘Occidente’ (Colombia).