Antes de empezar a escribir esta columna, con todo lo que pasó en Colombia esta semana que termina, le pregunté a varios amigos cómo podría titular una columna de opinión, cómo se podría resumir en pocas palabras esa sucesión de noticias cercanas a la locura, a la incomprensión, al absurdo, a ese mundo surrealista en el que se mueve el país días a día, y desde luego que el desconcierto y la confusión del ciudadano es total. En el tema de Santrich es muy difícil saber si en definitiva el ex guerrillero estuvo o no involucrado en el envío de 10 toneladas de cocaína a Estados Unidos. En la primera de las hipótesis, si efectivamente lo hizo, una vez firmada la paz y con una curul como congresista ya asegurada, y se atrevió al envío, pues el nivel de desvergüenza de Santrich es total, y en ese escenario, habría que decir que los contradictores de la JEP tienen toda la razón. Pero como esto es una función de circo, en el sainete había una pieza que faltaba, lo que hizo la ministra de justicia que demoró mucho en re
nunciar, la del envío de unos documentos a Estados Unidos con las pruebas de Santrich que se perdieron. No llegó el correo por 472.
Luego viene el segundo capítulo de esta telenovela. Frecuentemente un guionista cuando escribe una historia para cine, trae al escenario un personaje siniestro, de esos que dan miedo, que infunden terror. Esa estrategia llega a entusiasmar al público en el cine. En estos días hay una película con un personaje de esos: “La casa de Yack”. Se trata de un ser perverso cuya satisfacción es causar daño e incluso llega a asesinar a su ocasional contertulio. Viendo esa película me acordaba de Néstor Humberto Martínez, porque hasta se parecen. Después de la decisión de la JEP de no extraditar a Santrich – al menos hay que creerles, se trata de un Tribunal de justicia -, la respuesta calculada del ex fiscal, de Jack, el asesino de la película, fue la de renunciar irrevocablemente porque su dignidad y compromiso con la institucionalidad de Colombia, no le permitían aceptar ese exabrupto de la JEP. Qué lección de dignidad y patriotismo Néstor Humberto. Felicitaciones. Lo que no le dijo al país es que su renuncia obedeci
ó a la citación que le hizo la Corte Suprema de Justicia por no haberse declarado impedido en el caso de Odebrecht.
Ahí va la historia. Excitante y maravillosa; en ese momento, antes de continuar la función, el espectador se relaja, se entera de las últimas noticias que dan cuenta que el ex magistrado de la Sala Penal de la Corte es detenido por pertenecer al cartel de la toga, y que otro magistrado, Eyder Patiño es acusado por la misma falta junto con el ex procurador Eduardo Montealegre.
La función se reinicia, pero faltaban más capítulos en ese circo electrizante que nadie en Colombia podía siquiera imaginar: la JEP ordena la libertad de Santrich y a los 10 minutos la fiscalía ordena su recaptura. Con esa decisión, la JEP quedó hecha trizas, pulverizada. Esa función de circo con la recaptura de Santrich, es uno de los episodios de la política colombiana más excéntricos, locuaces y extravagantes que hayamos visto. Quizás lo más parecido fue la fuga de la Catedral de Pablo Escobar, u otro episodio jocoso, como ese de Turbay cuando tomó el avión presidencial de turismo por todo el mundo, y en pleno itinerario llamaba a algunos países para saber si lo podían recibir oficialmente. O igual, aquella fiesta famosa cuando Turbay “se puso de ruana” el club de comercio aquí en Cúcuta, y como resultado de esa dichosa juerga, salió un nombramiento muy importante a nivel nacional. Hasta ahí esta función de circo es excitante, taquillera, nadie se la quiere perder porque todavía faltan más capítulos en es
ta comedia colombiana.
Falta saber si Santrich será o no extraditado. Sin duda que esta es una exigencia del Gobierno de Trump que anda muy molesto con Duque, porque es “un buen tipo, pero no hace nada en el tema de la expansión de los cultivos de droga”. Ah bueno, y en esta comedia ya llegamos al presidente Duque. Que recuerde Colombia no había tenido una crisis tan profunda de gobernabilidad como lo que estamos viviendo ahora. Es muy preocupante. Me llama la atención, por todos los análisis y desconcierto en el país por todo lo que está pasando, 2 columnas del ex ministro de Hacienda Guillermo Perry, que por su prestancia, ha señalado que así como va el país, si Colombia se descuida, podemos seguir el mismo camino de la crisis argentina. Grave. Peor aún, como le decía el mismo Perry en su columna de hace 8 días: que así como en Argentina con su crisis, puede revivir políticamente Cristina Fernández, aquí en Colombia en apenas 3 años, con este desgobierno de Duque, el que puede revivir al 2.022 es Petro, que debe estar feliz de la
vida disfrutando esta función circense, esperando que no termine, que ojalá se agrave incluida la extradición de Santrich. Eso le trae réditos. La campaña le puede salir más económica.